Los españoles que sueñan con mirar las estrellas cara a cara
▶Más de 1.300 han enviado sus solicitudes para viajar al espacio con la Agencia Espacial Europea ▶Tres candidatos a astronautas cuentan en ABC por qué este es su sueño y cuáles son sus puntos fuertes
Es una oportunidad que no se ha producido en once años y no la han querido dejar pasar. Más de 1.300 españoles han presentado sus solicitudes para convertirse en astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA). La idea de formar parte de la aventura del espacio parece haber calado en una sociedad que, hasta ahora, solo tenía como ejemplos locales a Pedro Duque o Miguel López-Alegría (nacido en España con nacionalidad estadounidense). Nuestro país está ahora en la quinta posición en el ranking de candidaturas, liderado por Francia con más de 7.000, así que podría añadir un nuevo nombre a una lista en la que seguirán sobrando los dedos de una mano.
A partir de ahora viene lo más duro para los candidatos. Solo 1.500 pasarán a la segunda ronda y después deberán superar exámenes, pruebas psicológicas y médicas y entrevistas hasta que en otoño de 2022 se conozca a los seleccionados, entre cuatro y seis. Serán ellos quienes estarán en activo y trabajarán en las misiones más emocionantes que hasta ahora hayan podido imaginar, con la Luna y Marte como grandes objetivos al final del camino. Otra veintena quedarán en la reserva para incorporarse a misiones concretas si son solicitados, entre ellos, el parastronauta.
Laura González Llamazares
Ingeniera aeroespacial plagada de iniciativas. Para empezar, tiene su propia empresa, Radian Systems, que fundó con tan solo 24 años, en la que desarrolla un software de análisis térmico para predecir el cambio brusco de temperatura en los satélites, algo que puede afectar a su electrónica.
Lo compagina con su trabajo en The Satellite Applications Catapult, cerca de Oxford. Financiada por el Gobierno británico, la compañía se dedica a la impresión 3D en metal de componentes para el espacio. Esta tecnología «será muy importante en el futuro porque cuando conquistemos otros mundos no vamos a poder llevarnos todo lo que queramos de la Tierra, vamos a tener que construirlo allí, hábitats, herramientas...», explica.
«Me apasiona el espacio. Ser astronauta me parece el colofón de toda mi trayectoria», subraya. La joven fue becaria en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) –«lo más parecido que tenemos en España a una agencia espacial», dice–, donde participó en dos misiones de la ESA.
Entre los puntos a favor para ser elegida, González destaca su ilusión, su experiencia en el sector, su gran iniciativa y su capacidad para trabajar en equipo. En la universidad fundó el Maker Club León, una asociación de estudiantes para fabricar drones, cohetes y robots, y actualmente es el punto de contacto nacional del Space Generation, la mayor red de jóvenes estudiantes y profesionales del mundo apasionados del espacio. «Los ingenieros no somos los frikis delante de un ordenador. A mí me gusta liderar, gestionar equipos y sacar adelante proyectos», apunta.
Además, a González le encantaría «visibilizar el papel de la mujer en la ciencia y en la ingeniería. Tenemos que normalizarlo, que no sea algo especial. Si conseguimos que más mujeres sean astronautas, al final las niñas verán más modelos, se identificarán con este tipo de carreras y conseguiremos igualar los números», dice.
Entre sus sueños, «poder llegar a la superficie de la Luna o a la futura estación espacial Gateway. Todos los desarrollos de tecnología y los procedimientos que hagamos ahí servirán para viajar en un futuro a Marte».
Eso sí, cree que ser española puede perjudicarle, ya que nuestro país «no es de los que más contribuyen económicamente con la ESA. En este aspecto estamos en desventaja frente a otros países europeos y creo que afectará».
Dani Sors
Ingeniero aeroespacial «Siempre me han atraído los aviones y las naves con muchos dispositivos, botones y paneles. Cuando era pequeño inventaba todo tipo de trastos, desmontaba compresores de neveras para construir cohetes y acababa cortando la electricidad en casa. Recuerdo los gritos de mi madre», dice Dani Sors, de 33 años y natural de Tona (Barcelona).
Estaba claro que iba para ingeniero, pero una noche, mirando las estrellas, decidió que quería especializarse en aeroespacial. Ese mismo día compró un billete para Madrid. Se licenció en la Universidad Politécnica, donde Pedro Duque era profesor. Sors ha presentado su candidatura porque «me gustaría contribuir a la investigación en tecnologías clave que pueden mejorar el mundo de mañana», indica. También «para divulgar y acercar el espacio a la sociedad, porque mucha gente lo ve muy lejos, pero en realidad está a 100 kilometros por encima de nuestras cabezas. Aproximadamente la misma distancia que hay de Madrid a Toledo».
Juega a su favor su experiencia en el sector. Pasó dos años en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Es