Algunos hosteleros esperarán por mayor superficie y aforos. «Volver a cerrar sería un desastre», aseguran
El ocio nocturno encara su reapertura con «esperanza» pero alerta de falta de liquidez ▶
al ocio juvenil que no es único.
El Sergas detectó ayer un brote de Covid-19 con diez casos positivos en Chantada (Lugo) con origen en una comida de un grupo de amigos. Según el gerente del área sanitaria, Ramón Ares, ayer había un brote activo en este municipio que «se inició con ocho casos, todos relacionados entre sí, que vienen de una comida de un grupo de amigos», a finales de la semana pasada. El mensaje a la prudencia, tan esperable como necesario: «Si le damos oportunidad y no mantenemos la distancia, hasta que no estemos con un porcentaje más alto de vacunación, el riesgo de que las personas más jóvenes se puedan infectar y seguir transmitiendo la infección es alto», recordó Ares.
La fotografía se repite, al tiempo que la mascarilla se ha hecho prescindible en la calle, en Carnota. Allí hay 19 casos positivos confirmados con origen en una fiesta de jóvenes en la parroquia de O Pindo. En este caso, muchos fueron chavales asintomáticos que se contagiaron y contagiaron a algunos de sus familiares. Los afectados se habían reunido en la zona de las casetas marineras, donde suelen juntarse para celebrar acontecimientos. Y sobre el origen del contagio, el alcalde de la localidad manifestó que «procede de La Coruña» y que es «de la variante Delta».
Con registros del pasado domingo, la tasa de positividad en Galicia se eleva hasta el 3,5 por ciento, con un aumento de las infecciones en seis de las siete gerencias de la Comunidad. Un porcentaje que mantiene a la autonomía por debajo de lo que fija la OMS para mantener la epidemia a raya, pero que se aleja de los índices de semanas previas, en los que la positividad se limitaba a un ventajoso 1,4 por ciento.
Los empresarios ven con «esperanza» la reapertura del ocio nocturno el próximo 1 de julio. Así lo asegura Cheché Real, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Lugo y recién nombrado presidente de la Asociación de Hostelería de Galicia. «La confianza en los empresarios es total, como ya han demostrado desde la apertura» de cafeterías y restaurantes. «Ahora solo queda observar como se comporta la gente. Yo confío», asegura a ABC, aunque confiesa tener miedo ante «la ingesta excesiva de alcohol».
Real reconoce que el macrobotellón de Mallorca ha dejado a todo el sector intranquilo: «Volver a cerrar sería un desastre. Si esto sucede y suben los contagios por malos comportamientos y malas prácticas, no sólo afectaría al ocio nocturno, sino que afectaría en general a la sociedad y a todo tipo de empresas y empresarios».
Desde el sector agradecen la desescalada, pero tienen claro que debe venir acompañada de ayudas, «porque los empresarios no tenemos liquidez» después de un año y medio sin poder trabajar «no por motu proprio, si no porque con la situación de pandemia no nos han dejado». «Deberían seguir y dar más [ayudas]», demanda Joaquín Núñez, gerente del pub Garoa de Santiago. Uno de los ejemplos a seguir, según el hostelero, es el modelo alemán, donde las ayudas a la hostelería son «brutales». «Aquí, en comparación, ha llegado poco», indica a este diario.
Algunos de sus compañeros no abrirán sus locales pese a que la ley así lo permita. La seguridad y la espera ante mayores superficies y aforos son los principales factores que invitan a mantenerse cerrados. «Deberían dejarnos trabajar», relata Núñez, alegando que el ocio nocturno no es culpable de la mayor parte de contagios. «Abrir hasta las tres abriremos, pero no sabemos si habrá pista de baile porque con mascarilla, distancia y sin poder llevar siquiera una copa, nos lo ponen complicado», detalla, aunque «todo lo
Joaquín Núñez, pub Garoa
que sea avanzar es bienvenido». «La diferencia es que antes no podía abrir nadie, y ahora, podemos abrir los que queremos», explica Real. Apela a la responsabilidad de la clientela porque volver a cerrar tras la reapertura sería «la puntilla que le falta al sector de la hostelería».
El propio Real viene de estar en Tenerife, donde se ha producido este retroceso: «No se puede estar en interiores y solo se funciona con terrazas». El gerente del Garoa confía menos que su compañero en la clientela: «Habrá que reñirles, por la mascarilla, por los grupos que se forman... hay mucha picaresca. La gente sentada está mucho más controlada».
Según las condiciones pactadas entre la Xunta y el sector, los locales tendrán una capacidad máxima del 50% en interior y del 100% en el exterior —al igual que el resto de la hostelería—. Además, se tendrá que hacer uso en todo momento de la mascarilla, se podrá bailar en pista manteniendo una distancia de 1,5 metros y se permitirá pedir en la barra, pero no consumir en este espacio.
Además, los clientes tendrán que identificarse dejando sus datos para facilitar el rastreo en caso de detectarse algún contagio y los establecimientos deberán disponer de medidores de CO2. En cuanto a las reuniones, sigue el límite de 15 personas en terraza y de seis en el interior de los locales.
«Hasta las 3 abriremos, pero sin poder llevar una copa a la pista de baile, nos lo ponen complicado»