ABC (Galicia)

La navegación gallega en el XVI reflota del olvido

- DANIEL CORTIÑAS SANTIAGO

ntes del siglo XVI, en Galicia, «no había cultura de navegación». Hasta entonces era una potencia pesquera de bajura, dentro de la ría. «Todo lo que estaba más allá, lo que llamaban en Galicia ‘o mar de fora’, era un peligro tremendo». Lo explica Ofelia Rey, comisaria de ‘Inventio Mundi’, exposición sobre la tan invisibili­zada historia de la navegación gallega, organizada por el Consello da Cultura Galega (CCG) con la colaboraci­ón de la Secretaría Xeral da Emigración de la Xunta. Hasta el 23 de julio puede contemplar­se en la Facultad de Geografía e Historia de Santiago (y ‘online’). Lejos de abordar la totalidad de nuestra tradición navegante, se centra en el siglo XVI, cuando Galicia se convierte en plataforma de salida de una serie de expedicion­es importante­s.

«No será hasta el siglo XVIII, cuando Ferrol se convierte en Capital del Departamen­to Marítimo, que empieza a haber una construcci­ón naval de cierto nivel», amplía Rey. Un hecho coherente teniendo en cuenta los factores climáticos y la dificultad que podía suponer para un barco de madera partir desde las costas gallegas, por culpa de la corriente del Golfo de México, que devolvía

Alas embarcacio­nes a nuestras tierras. A pesar de esto, y de las pocas concesione­s marítimas de la Corona de Castilla, Galicia se las arregla para hacerse un hueco en la actividad navegante.

La vuelta al mundo de Magalhães y Elcano descubre una nueva ruta para ir a las islas Molucas (la de las especias) sin tener que pasar por los territorio­s adjudicado­s a Portugal en el Tratado de Tordesilla­s (1494). Deja entrever un acceso occidental que abre una vía comercial directa. Sin los portuguese­s de por medio, Carlos V autoriza una serie de expedicion­es desde Galicia para establecer un vínculo económico con América. La Coruña se erige de manera natural como centro de operacione­s para estas exploracio­nes marítimas. «Se construye en la ciudad la Casa de la Especiería, porque en 1520 los poderosos de Galicia se lo habían exigido a Carlos V», relata Rey. «Ese momento es fundamenta­l para Galicia, es la implicació­n en una empresa muy importante».

El plan inicial es realizar cinco expedicion­es. Al final son solo cuatro. La primera sale de La Coruña, tratando de buscar una vía que llegase a las islas Molucas, pero no por el sur, sino por el norte. Los barcos se dirigieron a la costa actual de Estados Unidos y la recorriero­n intentando encontrar allí un paso. Naturalmen­te no lo encontraro­n. Aún con el fracaso marcado en la frente, la expedición dejó un legado cartográfi­co importantí­simo, porque se vino con el conocimien­to de la costa norte de América, muy desconocid­a para los europeos. La segunda, y la más grande, fue la de García Jofre de Loaysa. «Salió en 1525 y es de la que se esperaban más cosas, pero el desastre fue total. Murieron muchísimos hombres y el resto volvieron en unas naves de retorno a la Península, en vista de la terrible dificultad de pasar por el estrecho de Magalhães. Es en esta expedición donde muere Elcano», rememora la comisaria.

Las otras dos restantes siguen la senda de las primeras. La cuarta, en concreto, sella de manera definitiva el fin del comercio con las islas Molucas. Como consecuenc­ia, el cierre de la Casa de la Especiería es inminente, y la relevancia marítima que estaba adquiriend­o Galicia se desvanece. «Estas expedicion­es, como también fue la de Magalhães, estaban destinadas a una finalidad económica, estaban organizada­s casi siempre con capital de grandes comerciant­es o de grandes inversores que buscaban una salida económica buena, como era, por ejemplo, el mercado de las especias. Organizarl­as era una cosa muy difícil y muy costosa», advierte Rey. Se sumaron otros intereses colonialis­tas del Imperio español y «se acabaron abandonand­o las expedicion­es porque tuvieron su momento histórico y lo perdieron, ya no tenía mucho sentido», resume.

A partir de 1572, y hasta 1764, Galicia no pudo tener contacto con América. En 1764 se le da permiso a La Coruña para negociar directamen­te con La Habana y con México; y luego en 1767 con Montevideo y Buenos Aires. Dos siglos de letargo para un territorio que comenzaba a despegar en el sector naval, pero que rápidament­e fue cortado de raíz. ‘Inventio Mundi’ nace como conmemorac­ión del quinto centenario de la primera circunnave­gación del planeta, pero se convierte en un relato itinerante para enseñarle a los gallegos el papel que juega Galicia en el proceso de globalizac­ión.

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// CONSELLO DA CULTURA GALEGA

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