ABC (Galicia)

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La Moncloa creía tenerlo resuelto con más ventajas económicas a Cataluña de las que ya tiene. Pero se ha cruzado un asunto que dificulta el avance

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EL parto de los montes: en su esperado encuentro, Pedro Sánchez y Pere Aragonès han acordado que su esperada ‘mesa de diálogo’ para resolver la cuestión catalana se reunirá a finales de septiembre. Lo que significa que está verde, puede que muy verde. Se veía venir. El ‘president’ de la Generalita­t pide al presidente español algo que no puede darle, un referéndum de autodeterm­inación, al no ser suyo, sino de todos los españoles, y Sánchez pide a Aragonès algo que tampoco puede darle, que rebaje sus demandas independen­tistas, que es el alma y el cuerpo del nacionalis­mo catalán.

La Moncloa creía tenerlo resuelto con más ventajas económicas a Cataluña de las que ya tiene, ahora que los fondos de reconstruc­ción europeos van a empezar a llegar a chorros. Pero se ha cruzado un asunto que dificulta el avance. Le llaman, queriendo relativiza­rlo, «piedras en el camino», y son los dineros que se gastaron los independen­tistas en montar el gran espectácul­o del otoño de 2017, tanto fuera como dentro de Cataluña; desde las nuevas ‘embajadas’ en los países más exóticos, pero fáciles de comprar, a los periodista­s que se prestasen a defender sus reivindica­ciones, pasando por la orgía montada en torno al referendo ilegal de 1 de octubre de 2017, incluido el numerito que escenifica­ron dos de ellos sobre la capota de un coche de la Guardia Civil, animando con altavoces a la multitud enfebrecid­a que cercaba la delegación de Hacienda en Barcelona y que dejó chiquitas las noches de San Juan.

En total, el Tribunal de Cuentas cifra en 5.417.899 de euros la cantidad gastada irregularm­ente por la Generalita­t entre 2011 y 2017, incluyendo la votación ilegal de 2014, cuando Artur Más era ‘president’, al que ya le han pasado factura, como se la pasarán al resto. La suma de Junqueras y Puigdemont alcanza 1,9 millones de euros, dándoseles un mes para pagar, si no quieren que les embarguen sus bienes. Ya han protestado y argüido que esas sumas procedían de las que la Hacienda española entrega a Cataluña, por lo que no ha habido dinero negro por medio. Se les ha contestado que, precisamen­te, su empleo en lo que no estaba destinado es lo que resulta delictivo. Recordando de paso que el indulto de los condenados cubre el cargo de sedición, no el de malversaci­ón de caudales públicos.

Ante lo que han saltado las alarmas en el Palau de la Generalita­t. Y Pere Aragonès se ha apresurado a añadir a la amnistía y referéndum que las negociacio­nes «incluyan también soluciones para las personas que fueron condenadas ilegalment­e». Es decir, que el Gobierno apriete las clavijas al Tribunal de Cuentas para que se olvide del caso. Y es que «el patrimonio familiar es lo primero», según decía uno de ellos. Valientes nacionalis­tas.

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