TODO IRÁ BIEN
Cataluña empieza a hallar pesadísimos a estos señores de los indultos
EL día que los golpistas salieron indultados había más periodistas que familiares y partidarios en las puertas de la cárcel. El homenaje que el Govern les tributó el lunes pasó mucho más desapercibido en Cataluña que en los periódicos de Madrid. Por la tarde, Barcelona volvió a vibrar con la victoria de España: gritos de júbilo, bocinazos, petardos para celebrar los goles como cuando los solía marcar el Barça.
Jordi Turull, uno de los excarcelados, ha dicho que recorrerá Cataluña de punta a punta durante 15 días para agradecer el apoyo recibido. No creo que nadie aplace sus vacaciones por este don nadie, que gana mucho en la cárcel y en el cara a cara tiene el carisma de un andrajo mojado y el aspecto de ser el electricista suplente. Además, por él nadie ha hecho nada, ni siquiera faltar un solo día al trabajo, tal como él se entregó a la Justicia en lugar de defender la independencia que había declarado y ha acabado mendigando el perdón gubernamental para irse de patriótica excursión sin darse cuenta de su absoluta falta de importancia.
Junqueras apareció en una entrevista en ‘La Vanguardia’ al día siguiente de salir de la cárcel, columpiando a su hija y elogiando a Pedro Sánchez.
Por la tarde supimos que el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, será procesado por blanquear capital del narco Sito Miñanco. El Tribunal de Cuentas está llamando a la chulería independentista para recordarle que si desafías a un Estado y no estás dispuesto a pagar el precio por ganar, la rendición tampoco te la vamos a cobrar barata.
Los golpistas han salido y Port Aventura estaba hasta los topes el fin de semana; en Dry Martini no se cabía, en Gresca tuve que lloriquear por una mesa para cuatro, aunque no tanto como han lloriqueado los sediciosos para salir de la cárcel, sin contar que yo no he roto ninguna promesa a mi hija y ellos han culminado 4 años de mentira y estafa, desde la independencia ‘fake’ hasta entregarse como cobardes para ahora salir como unos mártires cuando los independentistas que aún creen en algo –y que están zumbados– sólo piensan en escupirles a la cara si es que osan levantarla.
España está ya en cuartos, las vacunas van bien, todo el mundo quiere marcharse de vacaciones, Ibiza está espectacular y cuando los poquísimos que se fueron a manifestar a plaza de San Jaime en favor de los perdonados empezaron a gritar «independencia», los afectados volvieron a entrar al palacio de la Generalitat como cuando reingresaban en Lledoners tras un permiso de fin de semana.
En su desfachatez, su banalidad y su hastío, Cataluña empieza a hallar pesadísimos a estos señores de los indultos, y estos señores de los indultos no están para nada que no sea hacer el fantasma. Nosotros tenemos ganas de bañarnos en las piscinas, de ver los cuartos de España comiendo tacos de sandía helados y macerados en Tanqueray Ten, y luego el 13 tenemos mesa en Extebarri. España es un país con tantas cosas que se pueden hacer bien, y que son metáforas tan bellas de la felicidad, que andar metiéndose en líos, más que de delincuente, es de retrasado mental.
FLEET Street era la arteria londinense de los periódicos, antes de su deprimente éxodo a los polígonos (ahora algunos han retornado al centro, a la vida). La calle conserva empaque. Pero de los días dorados de la prensa solo quedan sombras de rótulos de cabeceras y el bar El Vino, donde se pillaban sus gloriosos bolingones los gacetilleros y los abogados de los tribunales del Strand. En 1666, un incendio de cuatro días arrasó la vieja City. Se cuentan con una mano los edificios que se salvaron. En el número 17 de Fleet Street resiste uno de ellos, cuya fachada llama la atención por su evocador porte medieval. En su techo luce una sorprendente ‘senyera’ catalana, y es que desde 2008 se ubica allí su ‘embajada’, por la que pagan un ojo de la cara. La sede diplomática fue inaugurada por el pinturero Carod, que viajó para la ocasión con una corte de 17 cargos, cuchipanda que costó 15.200 euros. La de Londres es solo una de las 16 ‘embajadas catalanas’. Entre 2011 y 2017, su misión fue promocionar en el extranjero un plan ilegal para forzar la independencia. En esos años la comunidad estaba quebrada, debido a la mala cabeza de sus mandatarios. Cataluña respiraba gracias al oxígeno económico estatal. Pero mientras el Estado sostenía las arcas catalanas con sus ayudas de emergencia, el Gobierno autonómico dilapidaba esos fondos públicos en la promoción de un ‘procés’ para destruir España (al tiempo que descuidaba los servicios básicos de los catalanes). También se untó con fondos públicos a periodistas guiris, invitados a Barcelona a todo trapo para ganarlos para la causa. El Tribunal de Cuentas calcula que aquellos gobiernos catalanes se pulieron 421 millones en la promoción exterior, mientras tenían a niños estudiando en barracones.
Tras el golpe de 2017, la Fiscalía, la Abogacía del Estado y dos asociaciones constitucionalistas catalanas solicitaron la reparación de aquellos fondos desviados. El Tribunal de Cuentas reclama ahora 5,1 millones a 40 cargos del ‘procés’. Con amenaza de embargo, demanda 1,9 millones a Puigdemont y Junqueras; 2,1 a Romeva y 2,8 a Mas. Los dirigentes separatistas se revuelven perplejos –qué horror, ¡la Justicia existe!– y exigen a su socio, Sánchez, que embride al tribunal, con lo que acreditan su osado analfabetismo sobre lo que es un Estado de derecho. El Gobierno de Sánchez, siempre genuflexo ante ellos, desacredita a la Justicia española y lamenta que las reclamaciones judiciales pongan «piedras en el camino» de la concordia. Gonzalo Boye, el abogado de Puigdemont, considera «franquista» al Tribunal de Cuentas y tacha sus procedimientos de «tomadura de pelo».
Por cierto: la Audiencia Nacional acaba de confirmar que el tal Boye se sentará en el banquillo acusado de blanqueo. ¿Blanqueo de qué? Pues del dinero procedente de cuatro toneladas de farlopa que Sito Miñanco movió en 2018. Pero el eventual presidente de España se muestra más afín a todos esos vándalos antiespañoles, instalados en un victimismo perpetuo, que a los partidos constitucionalistas y a la Justicia. Una vergüenza.
Se pulieron en la promoción de su quimera ilegal el dinero de una comunidad quebrada