ABC (Galicia)

Tras nueve indultos, distinto presidente y mismo mensaje

- V. RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

ue un momento revelador. Pere Aragonès comparecía en Madrid para dar cuenta de un estilo duro, indistingu­ible en sus demandas de las de sus predecesor­es en el cargo. Y por momentos lo consiguió. Duro y determinad­o exigió el «fin de la represión» para poder negociar de igual a igual. Pero, de repente, todo se quebró. ¿Cómo propone el Govern de la Generalita­t que el Gobierno de España vulnera la separación de poderes? Esta pregunta, referida a los fugados y a las causas abiertas en el Tribunal de Cuentas, dejó paso a un Aragonès balbuceant­e. Primero, y para salir del lío, tirar de manual: la culpa es del PP. Se refirió a la no renovación del Consejo General del Poder Judicial:.«Lo que rompe la división de poderes es el secuestro de la derecha». Pero a partir de ahí, un cúmulo de inconcreci­ones. «El detalle evidenteme­nte no lo hemos tratado», dijo Aragonès, que instó a que sea el Gobierno y el Estado en su conjunto quien diga cómo desarrolla­r una exigencia suya: «Sabrán ellos encontrar el camino». Refugiado en todo momento en la Asamblea del Consejo de Europa, que el independen­tismo pretende hacer pasar por la Unión Europea, Aragonès insistió en que correspond­e a las autoridade­s

Fespañolas andar ese camino. Pero que él, en sus dos horas y media de reunión frente a Pedro Sánchez no planteó cómo hacerlo: «No hemos hecho una propuesta concreta de mecanismos en el ámbito represivo», dijo por segunda vez.

La solución para todo es la amnistía. Que el Gobierno viene insistiend­o que no está recogida en la Constituci­ón. Concedidos los indultos, el Gobierno aspira a un clima más distendido. Aragonès ayer no dejó ningún resquició abierto. En el Gobierno son consciente­s de que las causas abiertas en el Tribunal de Cuentas contra los líderes del 1-O le están sirviendo al independen­tismo para mantener su actitud hostil con el Gobierno. Precisamen­te, Aragonès ha pedido este martes a Sánchez que desactive el Tribunal de Cuentas. En el Gobierno se encogen de hombros desde el pasado viernes. No pueden intervenir, pero sí pueden mostrar empatía. Lamentar estas causas, como hizo José Luis Ábalos, y desviar el foco hacia la renovación de un órgano que todavía no ha expirado su mandato. Lo hará este mes de julio. Pero nada cambia en esa causa. La estrategia del ruido. Cambiar la ley para recortar las mayorías para su renovación no está encima de la mesa en estos momentos.

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