ABC (Galicia)

El goleador con el que no se contaba

- JAVIER ASPRÓN ENVIADO ESPECIAL A SAN PETERSBURG­O

na de las ideas que Luis Enrique repite de forma machacona, y a la que quizás no se le presta la atención debida, es que España no depende de la figura de un goleador. Insiste en cada comparecen­cia ante los medios, principalm­ente como defensa al vapuleado Morata, pero también para enchufar y poner en valor el trabajo del resto de jugadores, en especial de los extremos. El técnico asturiano no quiere que su labor se limite a dar profundida­d al juego de España y a meter centros al área. También es misión suya generar tanto o más peligro del que pueda hacer el teórico nueve. Ser incisivos y generar superiorid­ades en ataque. Ferran Torres entendió rápido las directrice­s de su entrenador. Desde el primer día. Es uno de los grandes convencido­s de la filosofía que predica Luis Enrique y de los que mejor saben ejecutarla en el terreno de juego. No en vano es el máximo goleador de España desde que el asturiano regresó al banquillo. Suma ya ocho goles como internacio­nal en apenas 15 partidos y su idilio con el gol en la selección es absoluto. Son las mismas cifras que adornaban a David Villa o a Álvaro Morata con ese mismo número de encuentros. Raúl, por ejemplo, apenas llevaba tres tantos en esos primeros quince duelos como internacio­nal. Y Fernando Torres, dos. La diferencia con todos ellos es que se trata de nueve puros, delanteros con fijación por el gol. Ferran apenas ha sido utilizado en esa posición. «De pequeño, en

UPaterna, siempre jugó en banda», cuenta a ABC Raúl Muñoz, su primer entrenador en el Valencia. «Pero cuando pegó el estirón se descoordin­ó muchísimo, perdió casi todas sus cualidades técnicas. Entonces decidimos que jugara en punta hasta que recuperase un poco su nivel. Lo hizo muy bien, y creo que ahí le llegó la ambición por marcar goles».

La vena goleadora de Ferran no arranca en la absoluta, sino en la sub19. Con Luis de la Fuente como entrenador Ferran se fue hasta los nueve goles en 17 partidos, un promedio muy similar al que luce hoy. Lo más curioso es que parece que solo en la Federación han sabido explotar ese potencial, porque Ferran nunca ha tenido esta facilidad ante la portería en ninguno de sus clubes. Su debut en la Premier con el Manchester City le ha hecho crecer en esa faceta, con 13 goles en 36 partidos, pero su promedio está muy lejos del que consigue con la camiseta de España. Tampoco en el Valencia era un finalizado­r. En su mejor temporada se quedó en seis tantos. «He pegado un gran cambio de cara al gol», reconoce el propio Ferran, que asegura haber trabajado mucho para sacar a relucir ese talento oculto, convertido ahora en uno de los grandes activos de la selección.

«De pequeño nunca hubiéramos destacado esa faceta de él», reconoce Muñoz». Pero sí la ha entrenado mucho. Ayer lo recordaba con él, de pequeños les premiábamo­s cuando los extremos se atrevían a meterse para dentro y disparar a pierna cambiada. La jugada de su gol a Croacia se la hemos visto hacer en Paterna un montón de veces».

El valenciano, un niño bisiesto pues nació el 29 de febrero de 2000, empezó en el fútbol como un niño «introverti­do y tímido», pero su transforma­ción ha sido absoluta. «Ahora es un jugador mucho más completo, un futbolista que marca diferencia­s», dice a ABC Curro Torres, que tuvo a sus órdenes a Ferran poco antes de dar el salto al primer equipo. «Esa capacidad de disparo creo que siempre la ha tenido, aunque como en todo ha evoluciona­do. Si nunca destacó fue porque tenía otras virtudes, como el desborde o los centros». Coinciden los técnicos de la infancia y adolescenc­ia de Ferran en la humildad del jugador. «Tiene los pies en el suelo y sigue siendo un chico humilde, muy trabajador», cuenta Torres. «Se vio muy pronto que podía llegar a profesiona­l y él hizo todo lo posible para conseguirl­o. Tiene todo para ser una estrella», finaliza Muñoz.

Ante Croacia recuperó la titularida­d perdida tras el primer partido y volvió a marcar. «Cuando trabajas tienes tus recompensa­s», decía después en la zona mixta del Parken Stadion. Tanto en los buenos momentos como en los malos, a Ferran le gusta apoyarse en su familia, en especial en su hermana Arantxa y en su primo, con los que tiene una estupenda relación. Los tres comparten el mismo tatuaje, un ancla acompañado del siguiente lema: «No voy a hundirme». A eso se agarra cada vez que vienen mal dadas, y siempre con un resultado excelente.

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