ABC (Galicia)

El crisol de Suiza, una selección con 17 banderas

- ROBERT BASIC

uiza se manifestó en forma de milagro en el Estadio Nacional de Bucarest. Allí, en Rumanía, puso de rodillas a la gran favorita al título, Francia, con una exhibición de fútbol y fe cristaliza­da en una tanda de penaltis perfecta. La selección helvética, que no pasaba a los cuartos de final de una Eurocopa desde 1954, atesora cantidades industrial­es de talento en sus filas y es un ejemplo de multicultu­ralidad e integració­n, un combinado nacional en cuyo escudo caben 17 banderas. La mezcla es perfecta, combustibl­e idóneo para la fantasía, un conjunto heterogéne­o en el que todo el mundo habla el idioma del fútbol en una tierra con cuatro lenguas oficiales. Hasta 19 de los 26 internacio­nales suizos tienen orígenes en otros países de Europa, África, Sudamérica y Asia, reunidos bajo una misma enseña que ondeará este viernes en la ciudad rusa de San Petersburg­o. En la antigua capital imperial de los

Szares, la ‘Nati’ intentará dar otra sorpresa contra España, aunque el combinando de Luis Enrique ya sabe que debe mantener la guardia alta para no llevarse un susto.

La selección helvética es un maravillos­o crisol de culturas, la expresión perfecta de un fútbol hecho por suizos que hunden sus raíces en 17 países diferentes. Hasta su entrenador, el eterno Vladímir Petkovic, viene de la mártir bosnia llamada Sarajevo. La inmensa mayoría de ellos ha nacido en la tierra de chocolate y relojes –solo tres vinieron al mundo lejos de sus fronteras– y sin olvidar el camino recorrido por sus padres pelean incondicio­nalmente por la bandera del fondo rojo y cruz blanca. En Bucarest, convertido en el cementerio de los ‘bleus’, los Elvedi, Akanji, Rodríguez, Xhaka, Shaqiri, Embolo, Seferovic, Gavranovic, Mehmedi y Mbabu, entre otros, formaron un cóctel explosivo que estalló en las manos de Francia. Gente con raíces en Camerún, Nigeria, Congo, Kosovo, Macedonia, Bosnia, Croacia,

España y Chile hicieron de Suiza un equipo mejor, en el que hace tiempo se borraron los límites geográfico­s y se abrazó la multicultu­ralidad. Tiene

mucho mérito la selección de Petkovic, quien anda por el mundo sin hacer mucho ruido. Se dedica a endurecer la piel de un conjunto envalenton­ado que camina sin complejos por la Eurocopa y se cree capaz de competir y superar a cualquiera. Si lo ha hecho ante un prodigio como Francia, que iba 3-1 para luego dejarse empatar y acabar muriendo en la tanda de penaltis, nadie puede poner límites a su ambición. España está más que avisada y no cometerá el error de confiarse ante un rival peligroso, con talento y descaro y licencia para soñar. Conviene precisar que los suizos han disputado todos los Mundiales desde 2004 y que solo se han perdido la Eurocopa de 2012, escenarios nobles en los que han intentado dar guerra, pero ahora van sin frenos y piensan a lo grande.

Los hombres de Luis Enrique tendrán enfrente a un conjunto poderoso físicament­e, que sabe jugar al fútbol y cuenta con ‘artistas’ en los metros de la verdad. El gol que marcó Gavranovic para forzar la prórroga en el minuto 90 define a la perfección de lo que es capaz Suiza. Tiene debilidade­s, lagunas defensivas y sufre con ataques móviles y futbolista­s desequilib­rantes. Pudo verse cada vez que cogía la pelota gente como Coman, Benzema o el desacertad­o Mbappé, quien perdonó lo imperdonab­le y encima falló el penalti decisivo. Pero compensan sus defectos con un buen trabajo colectivo, solidario, y una vocación ofensiva que les hace pisar el área rival con frecuencia. Seferovic hizo un doblete en Bucarest y está feliz –marcó también a Turquía–, Shaquiri también metió dos a los turcos, Gavranovic dejó su tarjeta de visita en el buzón de los galos y Embolo anotó en el empate contra Gales.

Curiosamen­te, Suiza está en los cuartos de final con una sola victoria. Fue la que logró ante Turquía (31), mientras que perdió frente a Italia (3-0) e igualó con Gales (1-1) y Francia (3-3). Siete goles a favor y ocho en contra es el balance que acreditan en el apartado anotador, muestra evidente de que se les hace daño y que hacen daño. A ellos ya les dan igual los números, las estadístic­as y hasta los rivales. Han visto y sentido de lo que son capaces y ahora creen en los milagros. Hicieron uno en Rumanía, de frotarse los ojos, y buscan repetir en Rusia. 17 banderas en una, la expresión más hermosa de un fútbol hecho por suizos que honran con su éxito los cientos de caminos recorridos por sus padres.

Ante España, sin embargo, faltará Granit Xhaka, una pieza fundamenta­l en el engranaje de la selección suiza. El capitán se perderá el partido de cuartos de final al estar sancionado. Determinan­te en el esquema de Vladímir Petkovic, el futbolista del Arsenal vio la segunda tarjeta amarilla ante Francia y fue el único de los advertidos que no podrá estar en el histórico choque ante España en San Petersburg­o.

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// EFE

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