Orense y Lugo, las dos ciudades más agraciadas
En total, son 63 los locales escogidos en Galicia. Orense tiene ocho locales con este reconocimiento, Lugo, seis; Nigrán, Vigo y Santiago cuentan con cinco; O Grove y La Coruña, con cuatro. Muchos otros locales se encuentran repartidos por diferentes puntos de la geografía gallega.
O Pazo de Canedo, Café Pacífico, o Lar de Sabela, la Table, Fuentefría, O Rei do Xamón, Orellas y Umami
Taberna de Marcos, Pizzería Mangiarte, Confitería Madarro, Bulló Xantar, Ave César y Casa das Cores.
Sémola, La Carpintería, Albastros Lounge-bar, Melitón y Tapas Areal
Café bar Puñal, Gamela, Carrilana, Curro da Parra y Pulpería Abastos
Tarabelo, El Serrano, Bico de Xeado y Colón
El Marítimo, Eladio, La Abadía, Angelito y La Molinera
Así, se pueden encontrar restaurantes originales, desde la comida del Umami, «con cocina a la vista» y «la brasa como hilo conductor», hasta el restaurante Ancoradoiro, donde cazan el marisco en su propia cetárea y ofrecen terraza a pie de playa en la ría de Muros. Pero también hay espacios más informales, para tomar un helado artesanal en el Bico de Xeado de La Coruña, el pastel de media tarde del Sémola, en Vigo, o el ‘Poke’ para cenar del Carrilana de Santiago, acompañados de alguna actuación en directo.
«Tuvimos éxito por mezclar lo innovador con la artesanía y la tradición», cuenta Estefanía Francos desde la pastelería Sémola. «Los turistas nos descubren porque es un sitio curioso, tenemos un diseño particular. Contamos con la colaboración de artistas y diseñadores gráficos, a la hora de hacer márketing» explica esta emprendedora, galardonada con otros premios a nivel nacional, «que ayudan a seguir en la misma línea, algo que requiere mucho esfuerzo, sobre todo para el comercio pequeño y artesano».
También galardonado, pero muy diferente al Sémola, es La Taberna de Marcos, de Lugo, donde llevan 40 años ofreciendo comida de calidad sin preocuparse por el diseño, porque «las paredes no venden», explica la dueña, Pilar Mundiña. «Nos conocen todos en Lugo, y viene gente de España y del extranjero. Nunca hicimos publicidad», afirma orgullosa.
Restaurantes como La Casa de Marco cumplen con la idea que expone María Ritter, directora de Guía Repsol, cuando dice que «es también una oportunidad para poner en valor esos lugares emblemáticos que todos tenemos en nuestros barrios y pueblos, pero que a menudo no aparecen en las guías gastronómicas y de viaje».
Esta iniciativa se actualiza cada cuatro meses, por lo que pretende generar «dinamismo, que se adapte a las ganas de la gente por probar y descubrir todo lo que es tendencia», explican desde Repsol. Y es que en los soletes se recogen proyectos con experiencia, como los 40 años tras La Casa de Marcos, pero también locales muy jóvenes, como el que desde 2016 incorporaron en Finisterre Aroa Castiñeira y su hermana, el Calma Chicha, justo al terminar la carrera. «En su momento marcamos la diferencia, porque aquí no había nada. Todos esperaban un chiringuito de playa, pero le hemos dado una vuelta. Hemos metido platos propios, coctelería y conciertos en directo» explica Castiñeira.
Uno de los pilares de su local es el precio accesible para la gente del pueblo, porque «no por estar en una ubicación como esta tiene que ser caro. No hace falta dejarse el sueldo del mes por venir un día a disfrutar de la playa», confirma. Y cumplen con creces los requisitos de la Guía Repsol, porque según afirman, el reconocimiento tiene una «clara vocación popular, para que siempre se encuentre una opción apta para cualquier bolsillo», aseguran.