Mantiene una buena sintonía con Martínez-Almeida, a quien conoció como concejal; pero sus choques con la ‘baronesa’ del PP, por cuestiones como el control de la cepa india en Barajas, presagian una relación difícil
El día que, siendo ya delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González (Madrid, 46 años), tuvo su primer rifirrafe público con el alcalde de la capital, los periodistas no se extrañaron: «Era de las concejales más guerreras pero también implicadas del Grupo Municipal Socialista, que sigue de capa caída». Una situación, la del PSOE madrileño, cuesta abajo y sin frenos que reconoce que le «duele». Aquel ‘momento Pimpinela’, como ella misma calificó, tenía dos lecturas, y ambas ciertas: por un lado, mostraba la confianza entre José Luis Martínez-Almeida y la recién nombrada delegada, que han compartido hemiciclo en Cibeles durante años, pero también dejaba ver cierto malestar que ella no trató de disimular. Porque ese es uno de sus rasgos, coinciden todos los que la conocen bien: «Es clara y a veces de carácter duro, pero lleva la política metida dentro». Era, con Mar Espinar, de las socialistas más críticas con Carmena, y razones no les faltaban. Muchos ven su paso por la Delegación como el fogueo para su candidatura a Cibeles o Sol en 2023.
El desembarco de esta licenciada en Periodismo por el CEU-San Pablo («una empollona con mucho tesón») ha devuelto el carisma al palacio de Borghetto, la sede de la Delegación del Gobierno en Madrid. Especialista en comunicación de instituciones públicas y políticas, con máster en la Complutense y en la George Washington University, González tiene el reto de gestionar esta fase de la pandemia dentro de sus competencias, que incluyen la interlocución con los 179 ayuntamientos de la región y con la Comunidad de Madrid, pero sobre todo la gestión de la seguridad ciudadana en una provincia con 13.000 policías nacionales y 7.500 guardias civiles. Y las cosas no han empezado bien con la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. «No hay que confundir libertad con libertinaje», fue uno de los dardos que lanzó sobre el lema de la política del PP.
Ambas no han parado de tejer reproches mutuos en apenas dos meses que llevan coincidiendo en sus cargos: González afea a la ‘baronesa’ popular sus críticas a la falta de controles en el aeropuerto de Barajas, sobre todo ahora que despunta la variante delta o india del Covid. Lo tachó el lunes de «bulo» y comparó esa entrada del virus con los aeródromos de París-Orly y el JFK de Nueva York, para sorpresa de propios y extraños. Pero también acusó a Ayuso de no invitar a nadie del Consejo de Ministros a su toma de posesión en Sol, aunque sí le remitió a ella debidamente la suya. La criticaron duramente. Consciente de que la relación entre ambas no promete, ha propuesto una mesa de diálogo con la Comunidad.
Mercedes González lleva el ADN socialista desde que entró en las Juventudes del partido. Uno de sus mentores fue también su profesor en la carrera, el economista Antonio Miguel Carmona, que la ayudó e incluyó en sus listas municipales de 2015, aunque mes y medio después fuera Pedro Sánchez quien lo defenestrara del cargo e impusiera a Puri Causapié. Rafael Simancas, que aún sigue teniendo poder en la siempre convulsa federación madrileña del PSOE, fue otro de sus valedores, «pero es una sanchista de primera hora, cuando nadie daba un duro por él». Su pareja es Javier Vales, exsecretario general del PSOE en Majadahonda, es madre de una niña de 10 años y ferviente madridista. En las distancias cortas, gana, y bastante.