Los conservadores del PSD luchan para
Contener la sangría de votos a otros partidos que se oponen a los socialistas, como son Iniciativa Liberal, el CDS y sobre todo Chega, una formación cercana a Vox que se lleva las papeletas más a la derecha y que lidera el polémico André Ventura
cenizas de la ‘geringonça’ –que significa ‘artilugio’, y no coalición– vigente entre 2015 y 2019 con el apoyo de esas dos formaciones.
Todos andan a la gresca e incluso se habla de cierta ‘españolización’ de la política portuguesa, en el sentido de que la crispación parece haberse instalado cada vez más desde que quedó claro que los comicios estaban a la vuelta de la esquina.
En este todos contra todos, el ruedo político portugués ha entrado en campaña mucho antes de tiempo. La Navidad ha estado marcada por las llamadas a los votantes, sobre todo por el arranque del aluvión de debates televisivos entre los candidatos. Se ha tratado de nada menos que de treinta y tres enfrentamientos dialécticos en las diferentes cadenas, con varios días jalonados por tres de ellos a lo largo de la tarde y la noche. Una sobredosis de opiniones cruzadas en la que está llamando la atención Chega, un partido ideológicamente similar a Vox.
El líder de Chega, André Ventura, está captando adeptos por el flanco derecho de los simpatizantes del PSD (conservador), cuyas siglas hacen referencia a la socialdemocracia a pesar de que no se emparentan para nada con esa tendencia (no deja de ser una denominación eufemística para evitar ser tildado de ‘neofascista’). Eso sí, la polémica lo acompaña, pues reconoció que no se ha vacunado y ha sido señalado como «mal ejemplo para los portugueses» debido a esta circunstancia. Para cortar las posibles reacciones en contra, ha prometido: «Me vacunaré próximamente».
Mientras los socialistas siguen encomendándose al paraguas del primer ministro, Antonio Costa, el
principal emblema opositor sigue en manos de Rui Rio, candidato del PSD, que ha demostrado una vez más su perfil nada beligerante en los debates donde ha participado en las últimas semanas. Se trata de un líder que ya anunció su disponibilidad a pactar con su gran rival con tal de «garantizar la gobernabilidad» del país. Muchos portugueses no comprenden cómo es posible que desvele una carta como esa a menos de tres semanas de batirse con los socialistas en las urnas. De hecho, el aspirante a ocupar su sillón, el crítico Paulo Rangel, estuvo a punto de desalojarlo de la cúpula del partido, pero finalmente Rio se rehizo y venció en las primarias, celebradas a comienzos del mes de diciembre.
Con estas circunstancias, la campaña electoral portuguesa se desarrolla con los conservadores del PSD temerosos ante el avance de Chega y también por la irrupción de Iniciativa Liberal (IL, liberal), gracias a la labor desempeñada por su presidente, Joao Cotrim de Figueiredo.
Tanto Cotrim de Figueiredo como Ventura no dudan en alzar la voz para denunciar la anestesia a la que somete el Gobierno a la población lusa. Desde que alcanzaron el poder a finales de 2015, el Ejecutivo esconde los numerosos problemas del país con declaraciones institucionales idílicas que describen una situación irreal. La razón no es otra que el camino de injustificado triunfalismo elegido por los socialistas, con un estilo que recuerda a la estrategia puesta en pie por Pedro Sánchez. Con todo, Rio se beneficia de las intenciones del voto moderado y del relativo desgaste de Costa por la gestión de la pandemia, no tan titubeante ni desacertada como la de España, pero cada vez más discutida por su falta de resultados. Sí le perjudica la fragmentación partidista que se observa en su campo ideológico. «Estas elecciones se celebran en una franja de tiempo que no es la ideal para la derecha, que cree en la perspectiva de una victoria nada probable pero que, al menos, le otorgue el cartel de ‘no-derrotadoen-la-parrilla-de-salida’. Y eso que, hace solo seis meses, pocos acreditaban que podía materializarse el desbancar a Antonio Costa», explica a ABC el analista político Nuno Gouveia. «Después de la salida de Passos Coelho del liderazgo del PSD, la derecha no ha