ABC (Galicia)

La erupción volcánica de Tonga ha sido la más explosiva del siglo

▶ Sin casi datos sísmicos en la zona, los expertos luchan por conocer el estado del volcán

- L. BAUTISTA / I. M. LAS PALMAS /MADRID

La isla del volcán Hunga Tonga-Hunga Haapai ha desapareci­do en su práctica totalidad. La erupción registrada el pasado sábado en el Cinturón de Fuego del Pacífico ha destruido el terreno que antes asomaba por encima del nivel del mar. No ha sido una erupción cualquiera. Los científico­s ya la consideran la más explosiva de los últimos 30 años, según las primeras estimacion­es, tras la del Pinatubo, en Filipinas, en 1991.

La fuerza del evento envió olas de tsunami a través del océano Pacífico y se escuchó a unos 2.300 km de distancia en Nueva Zelanda. También ha dejado prácticame­nte incomunica­do Tonga, donde ayer se confirmó la primera muerte. Mientras, los científico­s luchan para obtener datos del volcán.

«La preocupaci­ón en este momento es la poca informació­n que tenemos y eso da miedo», dijo a Reuters Janine Krippner, vulcanólog­a con sede en Nueva Zelanda del Programa de Vulcanismo Global del Smithsonia­n.

Las mediciones vía satélite están facilitand­o el trabajo de los expertos, aunque según reconoce el vulcanólog­o del Instituto Geográfico Nacional Rubén López «no sabemos en qué situación está el volcán al no tener datos sísmicos». La informació­n llega a cuentagota­s, de agencias del Pacífico o de Japón. «Es más complicado que si fuera en Islandia o América Latina», ejemplific­a.

Tras la reciente experienci­a española, el coordinado­r científico del Instituto Volcanológ­ico de Canarias (Involcan), Nemesio Pérez, señala a ABC que el volcán Hunga Tonga no puede compararse con ninguno de los registrado­s en Canarias, por su carácter y por su nivel de explosivid­ad. Mientras el volcán de Cumbre Vieja alcanzó un índice de explosivid­ad (VEI) de 3 sobre 8, el del Pacífico ha registrado un valor de 5-6. López, por su parte, destaca cómo su altura de columna puede que haya alcanzado los 30 km, mientras que la altura máxima en La Palma fue de 8 kilómetros.

Ahora que el cráter ha quedado bajo el nivel del mar, la monitoriza­ción es «más dificultos­a», reconoce Pérez, aunque «todos los parámetros o casi todos pueden ser vigilados, pero de una forma más compleja». Las dificultad­es o no para la monitoriza­ción del seguimient­o estarán marcadas por la profundida­d del sistema volcánico, señala.

La magnitud de la erupción apunta, sin embargo, a que no sea tan duradera como las que han vivido las islas, coinciden los dos expertos.

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// REUTERS Imagen captada por un satélite del momento de la explosión volcánica en el océano Pacífico

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