Batalla por el futuro

Demasiados han asumido una mirada autolesiva de su historia

Disfrutar el documental ‘España, la primera globalización’, dirigido por José Luis López-Linares, ha sido toda una experiencia de razón y de afecto. Lo primero porque, verdaderamente, se trata de un relato reflexivo y coral, lejos de cualquier nacionalismo de fanfarria. Lo segundo porque es imposible no verse arrastrado por una corriente de admiración y gratitud ante una historia (con luces y sombras, naturalmente) de la que somos hijos. Una historia que hay que conocer para amar y, parafraseando a un francés amante de España, el gran novelista Georges Bernanos, también hay que amar para comprender.

Es cierto que el desmontaje de la leyenda negra es muy eficaz (e imprescindible) en esta obra, pero a mí me atrae sobre todo el carácter positivo de la acción española en el mundo. Desde luego, las miserias hispanas son tan evidentes y antipáticas como cualesquiera. La diferencia no estuvo en el supuesto carácter impoluto de la acción española, sino en una visión distinta, quizás no sea exagerado decir en una vocación de comunicar y compartir generosamente, quijotescamente, el propio sentido de la existencia con todas sus implicaciones. Un hispanista estadounidense, Harold Raley, se atrevió a denominar esto como «el espíritu de España».

Para gozo y alimento de muchos, López-Linares se ha atrevido a llevar a puerto esta nueva ‘Santa María’, y para ello seguramente habrá cruzado un mar de obstáculos, porque demasiados españoles han asumido una mirada autolesiva, y sobre todo mentirosa, sobre su propia historia. Pero aquí el hilo conductor no es la nostalgia ni el resentimiento. Esta no es una batalla por nuestro pasado, sino por el futuro.