Sobrevive el talle
Era previsible que Julián Muñoz echara la culpa a Gil o a la Pantoja, pintada de pérfida y fatal
Era previsible que Julián Muñoz echara la culpa a Gil o a la Pantoja, pintada de pérfida y fatal, pero nadie esperaba que la culpa de lo suyo la tuviera Gallardón. «Es el responsable porque nombró embajadora de Madrid a Ana Belén». Y Muñoz, llevado por el mito de la Cultura (no hay que olvidar que fue militante del PSOE antes que liberal del GIL) quiso lo mismo para Marbella. Y llegó la Pantoja y el destino, que como diría Sabina es un maricón, quiso que la primera comida la tuvieran en el restaurante La Tirana.
Eso fue Isabel para Muñoz: una tirana de amor. La docuserie es la lectura de sus escritos amorosos en la cárcel, como Oscar Wilde en ‘De Profundis’. «Te quiero más que a Dios», leyó. Era «obsesión, adicción», pero «su gitana» de él solo quería el Mercedes. Aunque hay voces que sostienen que hubo más que un coche. Cuentan que en Cantora llegó a construir unas caballerizas con música, como unos Ceaucescus marbellíes. «Yo era Michael Douglas, joder».
Cuando perdió la alcaldía dejaron de sonar los teléfonos. Los cinco que tenía. Se convirtió entonces en productor de Isabel, esa persona que enfocara su carrera. Tanto la enfocó que la Pantoja grabó un disco con la Sinfónica de Moldavia, mérito artístico que se apunta.
Muñoz reconoce que fue «muy perro con la prensa», aunque gracias a eso tenemos el «dientes, dientes». Su arrepentimiento le moderniza: «Tenía que haber sido más hombre, no más macho», y hasta reconoce que llevaba los pantalones muy altos. Sin embargo, estos días le hemos visto ir y venir y siguen más o menos igual. Sobrevive el talle cachuli. Si lo comparamos con Antonio David, otro pícaro tras folclórica, vemos el cambio de España: Antoniodá, que también lleva los documentos (del ‘abogao’) bajo el sobaco, viste unos pantalones bajísimos, cantinflescos, eso que llaman ‘cagados’.
Lo del Cachuli era cintura antiguo régimen resolviendo una cuestión definitiva: ¿dónde se mete el paquete abdominal? ¿En América del Norte o en América del Sur? El talle Cachuli es decidir que todo lo visceral (mondongo, materia de cornada) vaya oculto debajo del cinturón, y por arriba, solo, ofrecido, descubierto, el corazón.
Basándose en la novela homónima de André Aciman, el director siciliano Luca Guadagnino lleva a la pantalla la historia de descubrimiento homosexual de un adolescente, ambientada en una ‘villa’ durante la ‘estate italiana’ del 83. El mérito de Guadagnino es saber trasladar las sensaciones y sensibilidades de los personajes a través del lenguaje del cine, sin que ello signifique ‘acción’, aunque tampoco es contemplación (es verdad que se engolosina y el filme se estira demasiado). Cuenta para ello con muy buenos actores, en especial Michael Stuhlbarg (el padre), quien no tiene un papel principal en apariencia pero al final sale del agua cual tiburón con un gran monólogo.