La política francesa se embarra en duras invectivas por las elecciones
▶ Mélenchon denuncia la manipulación de los resultados de la primera vuelta de las legislativas
Emmanuel Macron, Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen, los ganadores de la primera vuelta de las elecciones legislativas, lanzan la campaña de la segunda y definitiva vuelta, el domingo que viene, a paso de carga, sable en ristre y trabucos con municiones agresivas: «¡Habéis manipulado y falsificado los resultados!». «¡Sois los primeros embusteros de Francia!». «Tal para cual, juntos van a destruir nuestra patria».
A las pocas horas de conocerse los resultados oficiales de la primera vuelta, anunciando el empate técnico con ligera victoria para el partido y la coalición de Macron, Renacimiento y Juntos, los amigos y portavoces de la coalición liderada por Mélenchon lanzaron la batalla a cara de perro: «El ministerio del Interior ha manipulado los resultados para dar la victoria al presidente. Un comportamiento escandaloso de quienes mienten y hacen trampas en la cúspide del Estado».
Élisabeth Borne, la jefa de Gobierno y primera ministra de Macron, se apresuró a responder en estos términos: «Mélenchon es el primer embustero de Francia. Y está rodeado de embusteros que mienten sobre todo, a toda hora. Su comportamiento ante la Justicia, ante la Policía, ante las instituciones, es sencillamente indigno de alguien que pretende gobernar Francia».
Al frente de la tercera fuerza política nacional, la extrema derecha, Marine Le Pen no tardó en intervenir en los enfrentamientos, presentándose como salvadora de Francia: «Mélenchon es el personaje más lamentable: sus barbaridades son muy útiles a Macron, cuyo inmovilismo es una catástrofe nacional. Solo nosotros somos la fuerza capaz de salvar nuestra patria de las catástrofes de Macron y Mélenchon».
Tono apocalítico
A cinco días de la segunda y definitiva vuelta, el tono apocalíptico está ‘justificado’ por las razones muy simples y brutales que anuncian la emergencia de una Francia balcanizada entre grandes formaciones de difícil control y gestión práctica. Renacimiento, el partido de Macron, y Juntos, la coalición de los partidos de la mayoría presidencial, forman un puzle político muy complicado, integrado por conservadores, centristas, liberales, reformistas, incluso socialistas rosa muy pálido. Sin mayoría parlamentaria absoluta, ese puzle político será muy complicado de gobernar. La derecha tradicional de Los Republicanos (LR) espera convertirse en el pequeño grupo parlamentario que pudiera servir a Macron como comodín. Pero tales servicios también tendrán un precio político.
La Unión Popular, Ecológica y Social (NUPES), por su parte, la coalición dominada por La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), liderada por Jean-Luc Mélenchon, está integrada por media docena de partidos: los restos del antiguo PS, el PCF, los ecologistas y varios grupúsculos anticapitalistas. La coalición ha funcionado como una eficaz máquina de guerra electoral. Pero, tras la segunda vuelta, Mélenchon tendrá que negociar con sus aliados, que todavía tienen algunas ideas propias. Consciente de esos problemas, Marine Le Pen se presenta como el «último bastión» de la «soberanía nacional», víctima, según ella, del liberalismo europeísta de Macron y del «colectivismo caribeño» de Mélenchon.
Si su partido y coalición termina ganando la segunda vuelta, como anuncian sondeos y proyecciones, Macron corre el riesgo de tener la mayoría parlamentaria más modesta de la V República, con una oposición parlamentaria y callejera muy agresiva. En su día, Macron anunció la repesca de su proyecto nunca realizado de reforma del sistema nacional de pensiones. Yves Veyrier, secretario general de Fuerza Obrera (FO), segundo sindicato nacional, ha comenzado por enarbolar el hacha de guerra: «La urgencia inmediata es impedir la reforma de las pensiones». Gran batalla callejera en perspectiva.