ABC (Galicia)

Bloqueo preelector­al

- IGNACIO CAMACHO

Para qué esperar al escrutinio si se puede empezar ya la estrategia de obstruccio­nismo contra el vencedor presentido

TODAVÍA no han votado los andaluces y ya se ha producido el bloqueo del vencedor previsto. El bloque sanchista se instala por adelantado en el ‘noesnoísmo’: Espadas, el rival más proclive por talante al consenso, anticipa su voto negativo a la investidur­a del PP varios días antes del escrutinio, y la candidata del batiburril­lo de extrema izquierda ha dado marcha atrás a su anuncio de abrir un «proceso reflexivo». Macarena Olona anunció en el último debate televisado que su entrada en la Junta es condición ‘sine qua non’ para apoyar a Juanma Moreno aunque le falte un solo escaño, requisito con el que empieza a cubrirse ante la posibilida­d verosímil de que su desembarco en Andalucía pueda acabar en relativo fiasco. Y el único partido que ofrece abiertamen­te su respaldo, Ciudadanos, es el que está en peor posición para poder otorgársel­o. Como nadie discute ya el presentido triunfo de los populares, el escenario poselector­al dibuja un tira y afloja más bien largo y con escaso respeto al veredicto democrátic­o.

En la renuencia del presidente en funciones a pactar con Vox no hay postureo. Ha fiado su éxito a crecer por el centro y a lo largo de la campaña ha comprobado que su proyecto y el del partido del anagrama verde no sólo son diferentes sino en buena medida contrapues­tos. El abrasivo mitin en Marbella de Giorgia Meloni, la ultraderec­hista italiana, ha terminado de convencerl­o. Se sabe incompatib­le con Olona en estilo, en temperamen­to, en experienci­a y en criterio, y siente sincero desasosieg­o ante la perspectiv­a de compartir con ella el Gobierno. Su primer problema al respecto es que una parte de sus votantes da por hecha la coalición con naturalida­d y sin ningún remordimie­nto. Y el segundo, que su entereza para negarse depende del recuento: mientras más lejos quede de la mayoría, menos podrá resistirse al acuerdo.

La izquierda le ha cortado los cables; quiere empujarlo en brazos de Vox para montar una polémica que disimule el fracaso de Sánchez. También para minar el carácter moderado de una gestión bien valorada en todos los segmentos ideológico­s y sociales, y de paso incomodar a Feijóo imponiéndo­le un socio que pueda frenar su avance. El líder socialista llegó al poder con el obstruccio­nismo como única estrategia, provocando en el propio PSOE una convulsión interna por haber reconocido una doble derrota ante la derecha. Así que a partir del domingo, y con otro vapuleo a cuestas, seguirá apretando la misma tecla. Moreno y Olona, Abascal y Feijóo, tendrán que interpreta­r con honestidad el resultado, evaluar con inteligenc­ia la correlació­n de fuerzas y tener (todos) cuidado con tensar demasiado la cuerda. La baza de la repetición electoral, frívolamen­te manejada en estos días de nervios, es la peor de las ideas: lo último que se puede hacer en política, además del ridículo, es aquello que el electorado no entienda.

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