ABC (Galicia)

Mi hijo, un décimo de lotería

- GONZALO NAVAS-MIGUELOA MADRID

Resulta que hace unos días uno de mis hijos se examinó de la Evau. Siete exámenes, siete. No eran miuras pero bien podrían serlo. El resultado depende de varios factores: el conocimien­to adquirido; la profesiona­lidad y entrega de sus profesores; la buena fe de los redactores de las preguntas; la indulgente práctica de los correctore­s y otras variables como el sueño, temperatur­a…, efectos que derivarán en que toda una generación elija un camino u otro hacia donde dirigir sus pasos en esto tan complicado que llamamos vida. El 16 de junio, siete días después del último toro, han salido publicadas las notas. Unos han salido corriendo a la calle, botella de champán en mano, pues han conseguido la nota para entrar en la carrera que tanto ansiaban. Otros, los otros, se han quedado perplejos viendo cómo esa cifra no subía por mucho que uno hiciese ejercicios de mentalismo. Lloros, gritos, sollozos… El que siempre soñó con ser médico y no podrá. La que quiso ser juez y tendrá que conformars­e con otra carrera. Aquel que fue coronel desde pequeño antes incluso de vestir de caqui y ya nunca lo hará pues su nota no le llega ni para soldado raso. Frustració­n, rabia, enfado. Resulta que hay una bola extra: pedir revisión. Pues bien, la normativa dice: «Si se solicita revisión, los ejercicios serán corregidos de nuevo por un profesor especialis­ta distinto al que realizó la primera corrección. La calificaci­ón final será la media aritmética de las calificaci­ones obtenidas en las dos correccion­es.

En el supuesto de que existiera una diferencia de dos o más puntos entre ambas calificaci­ones, un tercer profesor especialis­ta distinto realizará una tercera corrección, siendo la calificaci­ón de la materia la media aritmética de las tres calificaci­ones otorgadas». Entonces, según esta regla tan ‘justa’, si un alumno ha hecho un examen perfecto y, por la razón que sea, pongamos que el corrector tuvo un mal día, le pone un 5 y el segundo corrector le otorga un 10, como se superan los dos puntos, entra un tercer corrector que, también, le da un 10… entonces la nota de ese examen de 10 es un 8,33. ¿Justicia? No. Lotería. Nuestros hijos son los décimos de Lotería de Navidad del mes de junio. Entran en el bombo, dan un par de vueltas, y que sea lo que Dios quiera. Todo esto, sin entrar a hablar de que en España la EVAU es injusta desde el día del examen. Diferencia de criterios. Distintas dificultad­es. ¡Feliz Día de la Lotería, chicos!

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// J R LADRA Alumnos madrileños, durante el examen Evau

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