ABC (Galicia)

La osadía de Begoña

- ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

Ella y su marido siguen dispuestos a disfrutar a tope de un ‘upgrade’ a gran clase que nadie sabe lo que va a durar

HACE cuatro años, mientras Sánchez defendía la moción de censura contra Rajoy, su mujer seguía la votación desde la tribuna de invitados del Congreso con el mismo entusiasmo que quienes acuden al sorteo de la Lotería de Navidad. Ese día a Begoña le tocaron el Gordo, el Euromillon­es, la Primitiva, la Bonoloto, la quiniela y el sueldo Nescafé juntos.

No solo se mudó de casa –del chalet en Pozuelo al Palacio de la Moncloa– sino que el premio incluía el uso y disfrute de residencia­s veraniegas, viajes en Falcon, contactos internacio­nales al más alto nivel, un asiento a la izquierda del Rey en las cenas de gala, gastos de representa­ción (de su marido) y un equipo médico en casa 24 horas. Ya no tendría que hacer cola para renovarse el pasaporte y dispondría de toda una corte de pelotas dispuestos a satisfacer cualquier deseo.

Ante tal regalazo de la vida, Begoña podía haber disfrutado de su nueva posición con una actitud de discreción y gratitud, como han hecho sus predecesor­as en mayor o menor medida. Pero ella y su marido están dispuestos a disfrutar a tope de un ‘upgrade’ a gran clase que nadie sabe lo que puede durar. Que si Falcon para ir a un concierto, que si helicópter­o para ir a la boda del hermano.

La imagen metafórica de su osadía llegó el día que el matrimonio se colocó junto a los Reyes para recibir el saludo de los invitados en la Fiesta Nacional, y Protocolo tuvo que pedirles que se retiraran. Pero ni siquiera aquel episodio cambió los planes de Begoña, que empezó a aprovechar algunas ausencias de la Reina en actos internacio­nales para sustituirl­a y sumarse al grupo de las ‘primeras damas’. En aquel tiempo, ella acompañaba a su marido a todas partes, incluso a tostones como el G-20.

Hasta que se cansó y prefirió dedicar sus esfuerzos a inflar su propio currículum. Aparte de Amparo Illana (esposa de Adolfo Suárez), la cónyuge de Sánchez es la única de las siete mujeres de los presidente­s de Gobierno de la democracia que no tiene carrera universita­ria. Toda una paradoja en estos tiempos. Y es que cursó estudios de marketing y negocios en una escuela no oficial.

Aun así, Begoña consiguió que la Complutens­e creara una cátedra extraordin­aria a su medida. Como no reunía los requisitos para dirigirla, se le puso un codirector vinculado laboralmen­te a la Complutens­e. Desde esta cátedra, Begoña imparte dos másteres para directivos y profesiona­les, uno de transforma­ción social y otro de captación de fondos. En teoría, los másteres los pagan las empresas en las que trabajan los alumnos, aunque luego recuperan el dinero porque ambos cursos están subvencion­ados por el Estado mediante bonificaci­ones en las cuotas a la Seguridad Social. O sea que, en realidad, los másteres los pagamos nosotros. Begoña no tendrá título oficial, pero de captar fondos y de transforma­r la realidad sabe un montón.

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