Sánchez no tiene quien le susurre
El PSOE necesita un «baño de realidad» y el PP, ay, que cuando gobierne no tema dejar de hacerlo
LOS alumnos amenazan con incendiar el campus, exigen el aprobado que les niega ese profesor cipayo. No puede ser que se atreva a dar las clases de su asignatura en castellano y no en catalán. No en la Cataluña de principios de los setenta, mucho menos castigarlos por abandonar las aulas hasta que aquel prestigioso doctor se aviniera a utilizar en sus clases únicamente ‘la nostra llengua’.
El rector le llamó al despacho, suplicante y algo azorado, con la excusa de que era heredero de una prominente saga de médicos catalanes y que aquello, aunque solo fuera por amistad, tenía que acabar. La respuesta del interpelado fue antológica, tan rotunda como necesaria hoy, cuando han pasado cincuenta años desde entonces y sólo hemos retrocedido. «Rector, si me presentas a un sólo cirujano que opere con la lengua y no con las manos, apruebo el curso a todos». Los bravucones volvieron a clase, suspendieron en función de sus conocimientos y no de su verbo y la algarada fue sepultada por el sentido común.
Recuerdo hoy este episodio maravilloso porque no he podido dejar de unir la línea de puntos entre el cinismo del Gobierno, que se niega a defender el castellano ante su destierro de las aulas, y ese mismo Ejecutivo imponiendo una ley de equidad, qué nombre más pretencioso y almibarado, en la Sanidad para decidir él y sus cogobernanzas qué conciertos con la privada autoriza. Según le brote.
Así que Sánchez no quiere impedir con el imperio de la ley el rodillo monolingüista para no cabrear a sus socios independentistas y en cambio sí puede arrinconar a la Sanidad, igual de transferida como la Educación, por un sectarismo disfrazado de buenismo cumbayá. Como explicaba Mariano Alonso en las páginas de este diario, el partido antes conocido como PSOE necesita un «baño de realidad» que ponga freno a las lesivas patochadas del sanchismo con tufo a desesperación electoral. Pero en el PSOE ya no queda nadie que le diga a su rector «Pedro, si me demuestras un sólo caso en que hayas cumplido tu palabra o mejorado la vida de los ciudadanos, te sigo hasta la derrota final». Y Sánchez ni se inmutó.
Y por equidad, no sanitaria sino periodística, si el PP logra los resultados que se le auguran, que vaya buscando un ‘coach’ que le enseñe a gobernar sin temer dejar de hacerlo. Cirugía invasiva, no tiritas y mercromina.