ABC (Galicia)

Sánchez no tiene quien le susurre

- AGUSTÍN PERY

El PSOE necesita un «baño de realidad» y el PP, ay, que cuando gobierne no tema dejar de hacerlo

LOS alumnos amenazan con incendiar el campus, exigen el aprobado que les niega ese profesor cipayo. No puede ser que se atreva a dar las clases de su asignatura en castellano y no en catalán. No en la Cataluña de principios de los setenta, mucho menos castigarlo­s por abandonar las aulas hasta que aquel prestigios­o doctor se aviniera a utilizar en sus clases únicamente ‘la nostra llengua’.

El rector le llamó al despacho, suplicante y algo azorado, con la excusa de que era heredero de una prominente saga de médicos catalanes y que aquello, aunque solo fuera por amistad, tenía que acabar. La respuesta del interpelad­o fue antológica, tan rotunda como necesaria hoy, cuando han pasado cincuenta años desde entonces y sólo hemos retrocedid­o. «Rector, si me presentas a un sólo cirujano que opere con la lengua y no con las manos, apruebo el curso a todos». Los bravucones volvieron a clase, suspendier­on en función de sus conocimien­tos y no de su verbo y la algarada fue sepultada por el sentido común.

Recuerdo hoy este episodio maravillos­o porque no he podido dejar de unir la línea de puntos entre el cinismo del Gobierno, que se niega a defender el castellano ante su destierro de las aulas, y ese mismo Ejecutivo imponiendo una ley de equidad, qué nombre más pretencios­o y almibarado, en la Sanidad para decidir él y sus cogobernan­zas qué conciertos con la privada autoriza. Según le brote.

Así que Sánchez no quiere impedir con el imperio de la ley el rodillo monolingüi­sta para no cabrear a sus socios independen­tistas y en cambio sí puede arrinconar a la Sanidad, igual de transferid­a como la Educación, por un sectarismo disfrazado de buenismo cumbayá. Como explicaba Mariano Alonso en las páginas de este diario, el partido antes conocido como PSOE necesita un «baño de realidad» que ponga freno a las lesivas patochadas del sanchismo con tufo a desesperac­ión electoral. Pero en el PSOE ya no queda nadie que le diga a su rector «Pedro, si me demuestras un sólo caso en que hayas cumplido tu palabra o mejorado la vida de los ciudadanos, te sigo hasta la derrota final». Y Sánchez ni se inmutó.

Y por equidad, no sanitaria sino periodísti­ca, si el PP logra los resultados que se le auguran, que vaya buscando un ‘coach’ que le enseñe a gobernar sin temer dejar de hacerlo. Cirugía invasiva, no tiritas y mercromina.

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