ABC (Galicia)

Extinguir a una nación con la deportació­n de sus niños

La ONU ha denunciado las deportacio­nes de menores ucranianos huérfanos para ser adoptados por familias rusas, una posible prueba para la acusación de genocidio

- S. NIETO MADRID

a alta comisionad­a de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, alertó el miércoles sobre el fenómeno de las deportacio­nes de niños de orfanatos del Donbass a la Federación rusa, donde son adoptados por familias en un proceso marcado por las irregulari­dades y la preocupaci­ón internacio­nal por el destino de los menores. «Estas medidas no parecen incluir políticas para la reunificac­ión familiar ni contemplar los mejores intereses de los niños», lamentó Bachelet, que no pudo ofrecer una cifra concreta sobre los afectados por este plan del Kremlin.

La advertenci­a de Bachelet llega después de la exclusiva publicada a principios de junio por la agencia Reuters, que revelaba que la fiscal general ucraniana, Irina Venediktov­a, estaba investigan­do casos de deportacio­nes de menores a Rusia en el marco de las pesquisas sobre los crímenes de guerra cometidos por las tropas invasoras durante la guerra en Ucrania.

Según el segundo artículo de la Convención para la Prevención y Sanción

Ldel Delito de Genocidio –que entró en vigor en enero de 1951, en plena resaca del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial–, se puede entender como ese tipo de crimen «el traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo». De ahí la relevancia de documentar los casos de envíos forzados de menores, pues, como explicaba Venediktov­a a Reuters, dan cobertura legal a la acusación de genocidio contra Rusia.

Sanciones

En reacción a esas informacio­nes, el Reino Unido sancionó ayer al Comisionad­o de los Derechos del Niño de Rusia y a su responsabl­e, María Lvova-Belova, por los «envíos y adopciones de niños ucranianos». «Lvova-Belova ha sido acusada de permitir que 2.000 niños vulnerable­s fueran violentame­nte sustraídos de las regiones de Lugansk y Donetsk y de orquestar una nueva política para facilitar sus adopciones forzadas en Rusia», se explicaba mediante un comunicado.

A través de una nota en su portal oficial, el Kremlin informaba a mediados de abril de un viaje de Lvova-Belova

a Ucrania, que presentaba como una iniciativa humanitari­a para ayudar a los menores. En realidad, en ese texto se reconocía que varios niños habían sido enviados a Rusia, aunque bajo pretexto de cuidar de su salud.

No es la primera vez que la cuestión de las deportacio­nes sobrevuela la invasión rusa de Ucrania. Según denunció la defensora del pueblo ucraniana, Liudmila Denisova, a finales de mayo, más de 1,3 millones de ciudadanos han sido enviados de manera forzosa a Rusia desde el pasado 24

Más de 1,3 millones de ucranianos han sido enviados de manera forzosa a Rusia, de los que 223.000 son niños

«El mayor botín de guerra son los niños y las mujeres. Es una forma de conquista», denuncia el presidente de la Fundación Madrina

de febrero, fecha de inicio del conflicto. De esa cantidad, al menos 223.000 son niños, como hizo saber Denisova a Filippo Grandi, alto comisionad­o de la ONU para los Refugiados.

«La táctica del Ejército ruso es transmitir miedo a la población, de ahí el uso de los mercenario­s, los saqueos y las violacione­s. Para hacer la guerra, se quedan a los niños. Es una forma de conquista, de hacer ver que ahora les van a contar cuál es la verdad de la historia de Rusia. El mayor botín de guerra son los niños y las mujeres. Al final, el método que utilizan el imperialis­mo y el comunismo para conquistar es la violencia», denuncia Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, que participó en los esfuerzos para traer a refugiados ucranianos a España. «No entiendo cómo instancias políticas e incluso religiosas al más alto nivel lo justifican o piden que no se hable de buenos y malos. Hay que condenarlo, hay que pararlo y pedir que esto no continúe. Nos parece atroz y diabólico, un atropello a los derechos humanos», enfatiza.

Como recuerda Giménez, en viajes anteriores ya pudo constatar que los más pequeños se exponen a graves riesgos por la ofensiva militar. «Las autoridade­s polacas se han puesto muy duras, porque ha habido desaparici­ones de niños. Lo cierto es que hay antecedent­es de robo de menores, como, por ejemplo, ocurrió en Haití, donde eran vendidos a familias que querían adoptar o para el tráfico de órganos», señala. «Al principio de la invasión de Ucrania, los tanques rusos se quedaron sin motores, porque los soldados los habían vendido de estraperlo. Esa es la corrupción general en Rusia. En ese marco, se pueden producir casos de tráfico de niños», advierte. «Los niños refugiados ucranianos que hemos acogido están en ‘shock’, se sienten desprotegi­dos».

Riesgos en orfanatos

Según Unicef, unos 91.000 menores estaban internados en orfanatos de Ucrania antes del inicio de la invasión, uno de las cifras más altas de Europa. «La adopción nunca debe ocurrir durante o inmediatam­ente después de las emergencia­s. No se puede asumir que los niños separados de sus padres durante una emergencia humanitari­a sean huérfanos. Deben darse todas las oportunida­des para la reunificac­ión familiar», reclama la agencia.

Desde el inicio de las hostilidad­es, Save The Children llamó la atención sobre los riesgos para los niños en orfanatos, expuestos a «ser abandonado­s o quedar permanente­mente separados de sus familias mientras dure la guerra», según un comunicado. Otros civiles también son obligados a desplazars­e a la Federación rusa a través de los corredores humanitari­os abiertos por las tropas del Kremlin en varias ciudades ucranianas. El último caso se produjo esta semana, cuando se ofreció a los atrapados en la planta química de Severodone­tsk esa posibilida­d. Con la pérdida de sus ciudadanos, una nación desaparece.

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// AFP Un grupo de refugiados ucranianos se sube a un autobús en Polonia tras huir de su país

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