Ballester: 30.000 kilómetros retratando paisajes urbanos ocultos
Su vida es un viaje constante. Pero en 2019, antes de la llegada de la pandemia, el pintor y fotógrafo José Manuel Ballester (Madrid, 1960) recorrió más de 30.000 kilómetros en diez países de tres continentes (Australia, Polonia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Perú, Chile y España), gracias a un encargo de Ferrovial con motivo de su 70 aniversario: pidió al artista que documentara con su cámara 50 importantes proyectos llevados a cabo por esta empresa española. Lugares ocultos para la mayoría de los mortales. Pocos tienen la suerte de visitar el interior de una presa, una depuradora o una central de fusión. Ballester ha fotografiado autopistas en Dallas, Toronto o Virginia, aeropuertos en Londres y Glasgow, centrales hidroeléctricas en Portugal y en Chile, estaciones de metro en Londres y Bilbao, túneles bajo el Támesis o Los Andes, puentes en Canadá y Eslovaquia... Ya hizo Ballester en 2012 un proyecto similar para esta misma empresa.
Y qué mejor lugar para exponer un diálogo entre arte y tecnología, entre fotografía e ingeniería que el Espacio Fundación Telefónica. El resultado de esta segunda colaboración entre Ferrovial y Ballester cuelga, hasta el 2 de octubre, en sus salas de exposiciones bajo el título ‘Creación en movimiento. Ferrovial en la mirada de José Manuel Ballester’. La muestra ha sido comisariada por María Corral y Lorena Martínez Corral. En sus paisajes urbanos está presente la huella del hombre sin que éste aparezca: «Cada artista tiene su mirada, su manera de afrontar el mundo. Al trabajar con estas fotos he procurado dejar la presencia humana aparte y he tratado de plasmarla a través de sus huellas», advierte el premio Nacional de Fotografía 2010. «Me ha permitido entender el mundo de otra manera –continúa–. Cuando conduzco por una autopista o abro el grifo, ahora sé que detrás hay todo un despliegue tecnológico y un esfuerzo al servicio del ciudadano».
«He estado al límite de mis posibilidades», confiesa. Ballester padece vértigo y claustrofobia. De ahí que no lo pasara nada bien bajando en una pequeña vagoneta por una tuneladora en Chile, ni viajando en un helicóptero sin puertas, obsesionado en que no se le cayera el objetivo. Para Ballester, «la belleza es todo aquello que funciona y está hecho con una intención. Si funciona, ya es bello en sí mismo».
70 AÑOS DE FERROVIAL