La reacción
A falta de mejor reacción, la de YouTube, que se ha convertido en un subgénero en sí mismo
Cuando el Madrid conseguía sus remontadas comenzaron a verse vídeos de aficionados antimadridistas ‘reaccionando’ a los goles: gritos, lamentos, aullidos de dolor… Era la forma menos sutil de reacción, pero estaba popularizándola.
Porque reaccionar es una forma de ser ‘youtuber’, una especialización, un ‘contenido’ más, y suele darse en la música. Alguien expone su ‘primera vez’ ante una canción famosa que debería conocer. La pone, la hace sonar, y los espectadores le observan en el proceso de escucharla: sus gestos, su baile, su ligero cimbreo, sus cejas altas de sorpresa… A veces hay teatralidad, a veces un decepcionante hieratismo, pero en otros casos la reacción es tan fresca y sentida que nos contagia.
En realidad, ver el efecto de las canciones en los demás se parece a la experiencia de ‘pinchar’, de poner música. Con estos vídeos es como si pusiéramos canciones a gente que no conocemos, y con la lectura de los comentarios debajo reconstruimos, o nos acercamos a ello, una forma de escucha en comunidad.
Hay reacciones de todo tipo: solitarias, en pareja, con amigos; reacciones a canciones o a monólogos de comedia, pero destaca (o quizás sea mi algoritmo) la reacción de gente negra. Algunos de mis vídeos preferidos son reacciones de personas de color a grupos clásicos como los Smiths. Seguro que esto encierra algo intrínsecamente malo y racista; dirán que es la imposición de una música canónica blanca, o el disfrute de una posición de crónico descubrimiento, una especie de sutil colonialismo musical… lo dirán, pero es bonito ver cómo aportan a la canción una apasionada frescura que nos acerca a redescubrirla, y ¿no es un servicio inmenso hacernos revivir la sensación de la primera vez? Alguien podría decir que explotamos su escucha vicaria...
¿Por qué nos gustan estos vídeos? Circula uno viral que podría considerarse la gran reacción: con la ayuda de un audífono, un niño sordo descubre el sonido. Su cara de asombro y sus lágrimas nos emocionan.
Eso buscamos. No nos basta tener toda la música, queremos percibir su reflejo en otra persona.
22.00 Trece
Aunque es una película de ‘culto’ por diferentes motivos (y el principal de ellos, sin duda, porque en ella se construye sobre la marcha un mito eterno, el de James Dean), es una historia profundamente dramática y un retrato generacional antes de que se inventaran. La juventud transgresora, ingenua y a la búsqueda desesperada de odio y afecto; también es una historia sobre un romanticismo gris, urgente, trágico y de personajes que aspiran a pasar veloces por la vida. Y en manos de un director tan especial y poroso como Nicholas Ray, maestro en las relaciones humanas y sus zonas de conflicto, contiene tanta emoción como energía.
EL CINE EN TELEVISIÓN