El trasplante de órganos avanza con la eutanasia: siete donantes en 2021
▶ Los pacientes solo deben manifestar su voluntad y fallecer en un hospital
Si alguna muerte tiene sentido es la que, de alguna manera, logra salvar otras vidas. Y ese ‘milagro’ solo es posible con el trasplante de órganos. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) abrió con la ley de Eutanasia una vía para facilitar la donación entre las personas que estaban dispuestas a solicitar la prestación de ayuda a morir.
No hay datos del número de órganos trasplantados y vidas salvadas en este primer año de ley. La ONT aún no ha tenido tiempo de recopilar esta información, pero sí se sabe que durante los primeros seis meses, desde el 25 de junio que entró en vigor la eutanasia y hasta finales de 2021, siete pacientes donaron sus órganos tras solicitar su muerte.
La donación en un proceso de eutanasia es un nuevo desafío para la coordinación de trasplantes. Técnicamente, es similar a la donación en asistolia o a corazón parado, cuando ha dejado de bombear sangre y los órganos y tejidos se deben trasplantar con rapidez para evitar su deterioro.
Pero emocionalmente tiene otro coste. Los coordinadores de trasplantes están habituados a situaciones dramáticas, a tratar con familias rotas con sus seres queridos sin posibilidad de salvación. «En este caso, es el propio paciente quien solicita la información y a quien tenemos que explicar cómo va a ser todo el proceso. Es difícil de abordar porque su situación es muy vulnerable y nos tenemos que introducir en su esfera más íntima», explica Charo, una coordinadora bregada en estas situaciones y que prefiere no facilitar ni sus apellidos ni el hospital donde trabaja para proteger al máximo el anonimato de sus enfermos.
Cinco órganos, siete vidas
Ella gestionó una de las siete donaciones de órganos que se hicieron en España por eutanasia. Fue un varón joven con una enfermedad neurodegenerativa, que no dudó en ningún momento. «Estaba condenado a sufrir por una enfermedad y pensaba que la donación daría sentido a su decisión», recuerda Charo. La muerte y la donación llegó tras tres reuniones previas con los coordinadores de trasplantes y su médico de Familia, el que más le conocía y quien le acompañó en el proceso. Se extrajeron cinco órganos y varios tejidos que han cambiado la vida de otras siete personas.
No todas las personas que solicitan ayuda para morir pueden ser donantes. Enfermedades como el cáncer pueden hacerlo inviable o su estado de salud muy deteriorado. Superada la evaluación médica, no es necesario solicitar permiso judicial como sucede en las donaciones de personas vivas. El único requisito es que el paciente muera en un hospital. La donación solo es posible si se muere en un centro sanitario porque los órganos y tejidos se deteriorarían.
«Un hospital es un lugar hostil y frío, que intentamos humanizar para facilitar este paso tan difícil. Ellos eligen el día, quién los acompañará, qué música les relajará o qué rostro verán por última vez, antes de inyectarles el medicamento que primero los sedará y después pondrá fin a su vida».