‘Totum revolutum’
Sus alardes indican que Sánchez se da cuenta de que las cosas no le están saliendo bien, y que reconstruir el Frankenstein parece descartado
LAS cuentas de Pedro Sánchez son un revoltijo de las de la lechera, del Gran Capitán, del capitalismo, del comunismo, de Keynes y de Friedman, que han metido en un gran lío no sólo a la economía española, sino también a la política, empezando por su propio partido, que no gana para sustos. El presidente del Gobierno se ha cansado de decir que reducir impuestos era el truco de la derecha para hacer más ricos a los que ya lo son, y rebaja al 5 por ciento el IVA de electricidad. Rebajó también el precio de los carburantes, pero antes de que lo gozasen los usuarios su precio se había comido la rebaja. Prohibió al Consejo General del Poder Judicial nombrar nuevos miembros del Tribunal Constitucional mientras se renovaba, y ahora se lo permite. Claro que en este asunto operan razones más altas, o más bajas, según se mire: los magistrados que se jubilan son conservadores y el Partido Socialista tendría mayoría en el Constitucional para hacer favores a los nacionalistas.
El zafarrancho que va a armarse en todos esos campos va a ser de campeonato, ya que el Partido Popular, tras su victoria en Andalucía, no va a encajar todas esas derrotas, mientras que al Partido Socialista le crecen los enanos. Para resumir: las cuentas de Pedro Sánchez resultan cuentos al chocar con la realidad, debido a una inflación disparada, enfriando la economía española, que en el primer trimestre de 2022 ha crecido sólo un 0,2 por ciento. Cae también la productividad y, aunque se confía en un buen verano turístico, nadie está seguro de nada mientras crecen las diferencias dentro del propio Gobierno. El último rifirrafe fue sobre el cheque a cada familia vulnerable, ¿de trescientos o de doscientos euros? Han sido doscientos. Esto se parece cada vez más a las rotondas de José Luis Rodríguez Zapatero.
El único que mantiene un optimismo a prueba de bombas, nunca mejor dicho, es el propio Pedro Sánchez que ayer salió a defender su plan ‘anticrisis’ con la moral de un seguro vencedor. La experiencia nos advierte de que tales alardes suelen indicar más bien que se da cuenta de que las cosas no le están saliendo bien, y que reconstruir el Frankenstein parece descartado. Tendrá que ganarse, o, mejor, comprarse, cada futura votación en las Cortes. Aunque me creo obligado a hacer una advertencia: por mucho que Unidas Podemos, ERC, Compromís y demás ‘compis’ le critiquen, por más que le abandonen en algunas de sus propuestas, no veo posibilidad de que le dejen caer. Es la advertencia de Gabriel Rufián al Gobierno: «Déjense de parches y de cheques. Esto les puede arrastrar a ustedes y a nosotros». Ese «nosotros» vale su precio en oro: por mal que les vaya a nacionalistas e izquierda con Pedro Sánchez, con el Partido Popular les irá peor.