Yolanda Díaz: una trituradora de partidos
Negoció la coalición AGE siendo líder de IU en Galicia y luego configuró En Marea con colectivos sociales
olanda Díaz lleva un tiempo explicando que los partidos no serán protagonistas en su proyecto electoral, que empieza a tomar forma a partir del 8 de julio, en Madrid, con la plataforma Sumar: «No pueden ser fines en sí mismos, son herramientas para cambiar la sociedad (...) las siglas, los nombres, los partidos... es importantísimo, pero no pueden ser obstáculo para avanzar». Ella cumplirá esto sin condescendencia ni miramientos; sea Podemos quien se oponga o sean otros.
Es sabedora de que el mal comportamiento de los políticos y los conflictos partidistas son dos de los principales problemas del país para los españoles, según recoge el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Esta convicción la defiende la vicepresidenta desde que estaba en su tierra, pero en los últimos meses le ha generado tanta tensión con el partido de Ione Belarra que la relación personal entre ellas, y con Pablo Iglesias, ha empeorado. Ellos temen quedar ‘triturados’ dentro de esta futura plataforma.
YNo son protagonistas
En Galicia, como líder de Esquerda Unida, pactó una coalición de izquierdas con el Anova de Xosé Manuel Beiras que se convirtió en la tercera fuerza del Parlamento. Un éxito bajo un nombre nuevo y no los tradicionales. Este octubre, preguntada por su futuro proyecto, Díaz recordaba esto: «Los partidos deben estar en ese proceso, pero no pueden ser los protagonistas. Lo hice en Galicia, el primer elemento de ‘mistura’ sale de allí. Aquello que yo denominé ‘la Syriza galega’ tuvo lugar en 2012, y no me llamé Izquierda Unida, me llamé Alternativa Galega de Esquerdas (AGE)». Nunca le ha temblado el pulso para juntar y romper si lo considera óptimo. Dos curiosidades
Dejó de militar en IU por discrepar con Garzón, pero ahora ha logrado que el ministro se funda en su proyecto y apoye sus tesis
antes de seguir: en aquella campaña autonómica de 2012 se hizo amiga de Pablo Iglesias, que se había desplazado a Galicia como asesor de IU. Además, viajó por todo el territorio para presentar AGE, casualmente, lo mismo que hará ahora por España con su llamado ‘proceso de escucha’.
Actualmente, la vicepresidenta sigue militando en el PCE, pero en 2019 se dio de baja como militante de Izquierda Unida por tener fuertes discrepancias con el coordinador general, Alberto Garzón, que hoy es ministro de Consumo. Sin miramientos. Iglesias, líder de Podemos entonces, quería configurar un Gobierno de coalición con el PSOE después de las elecciones generales de abril de 2019. Garzón, en cambio, optaba por negociar un programa político que ir revisando desde fuera. Díaz era de la tesis de Iglesias y además ni Podemos ni ella se fiaban de los socialistas y preferían estar dentro de los ministerios.
Rompe el carnet
La negociación no salió adelante porque el PSOE apenas ofreció competencias reales a los morados y las elecciones se repitieron en noviembre, logrando ahí el pacto para cogobernar. Díaz comunicó en aquel verano que abandonaba la militancia. Pero la vida da muchas vueltas. A pesar de aquella tensión con Garzón, ha conseguido que hoy el ministro y líder de IU sea uno de los principales defensores de su proyecto, apoye más sus tesis que las de Belarra y quiera que IU se diluya dentro de su futura candidatura.
Algo similar ocurrió con Íñigo Errejón, fundador de Más Madrid y Más País, escisión de Podemos. Cuando Errejón e Iglesias se enfrentaron en Podemos, el primero decidió irse. De aquella, Díaz se puso del lado de Iglesias. Hoy, sin embargo, Más Madrid es uno de los valedores territoriales de su proyecto nacional y tiene una relación buena con Errejón y muy fría con Iglesias.
Y ha tenido varios actos con Mónica García, actual líder de Más Madrid, con quien la veremos en más ocasiones en los próximos meses.
Acusada de traición
Volvamos atrás, a 2015. AGE se iba agotando y había que ampliar sus bases. Quizá les suene. Decidieron sumar a un recién nacido Podemos y a las mareas sociales, candidaturas críticas ciudadanas que tenían fuerza en las ciudades gallegas. Leído así resulta muy similar al carácter social que quiere darle ahora la vicepresidenta a su proyecto para 2023, poniendo a los partidos en un segundo plano y a los colectivos sociales al frente del plan.
Pasaron a llamarse En Marea. Pero la coordinación de esta nueva coalición pronto se tornó conflictiva por las luchas partidistas. Podemos e IU defendieron que, en lugar del líder de Anova, el primer espada tenía que ser un independiente y así fue. Díaz todavía era la líder de Esquerda Unida. En 2017, Beiras llegó a acusar a la hoy vicepresidenta de apartarle y traicionarle. En Marea terminó desapareciendo, entre otros asuntos, porque no todas las partes aceptaban participar con la generosidad que exigía la coalición. Un mal endémico de la izquierda.
La intención de la vicepresidenta para su nuevo proyecto también es buscar perfiles independientes; profesionales de distintos sectores, incluso sindicalistas. Lo que en la práctica significará que dirigentes de Podemos terminen siendo desplazados y pierdan espacio. El partido liderado por Ione Belarra, a la sazón ministra de Derechos Sociales, está dispuesto a «sumar» con Díaz, pero el temor a perder peso y quedar diluidos les pone en alerta. Desde Podemos insisten en que son la fuerza mayoritaria de la izquierda alternativa al PSOE y que por esa razón su papel tiene que ser principal.
Sin paños calientes
A la vicepresidenta eso le entra por un oído y le sale por el otro, está convencida de que para que la alternativa al PSOE crezca es fundamental que Podemos dé un paso atrás y conceda espacios. Sin complacencia. Es esto lo que se intentó para el adelanto de las elecciones en Andalucía del pasado 19 de junio, aunque la izquierda no consiguió reforzarse. Díaz amadrinó la coalición Por Andalucía. La intención era explorar su proyecto en ese territorio, pero la necesidad de construirlo rápido por el adelanto electoral no lo permitió. Además, el proceso de negociación fue tan conflictivo que Díaz prefirió marcar cierta distancia de cara al exterior. Podemos acusó a IU de querer invisibilizarlo.
La vicepresidenta desatascó la negociación al pedir que la candidata a presidir la Junta de Andalucía fuera Inma Nieto, de IU, en lugar de Juan Antonio Delgado, de Podemos. Este partido tuvo que ceder a pesar de ser la fuerza mayoritaria. En Andalucía, Díaz participó en tres actos arropando a Nieto, su apuesta personal. Fue el jefe de Gabinete de la vicepresidenta, Josep Vendrell, quien llamó a la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, para que cedieran. Vendrell también viajó a Andalucía para asegurarse de que Más País tuviera un puesto de salida. El objetivo para 2023 está muy definido: «Los partidos no serán protagonistas, estarán en un segundo plano». Y aquellos que no se amolden a esto, no formarán parte del todo final.