Por no hablar de la pertinaz sequía
Félix Bolaños Ministro de la Presidencia
El Gobierno se ampara en la «persistencia» de los factores exógenos para legitimar su victimismo ante la crisis
Por sus preámbulos los conoceréis, dice el Evangelio, que para el Gobierno es el BOE, manual de resistencia y guía de salvación en el que aparecen, negro sobre blanco, sus obsesiones y flaquezas, en el primer caso queriendo y en el segundo sin querer. Si la reforma del Código Penal permitió el año pasado al Ejecutivo verter en el BOE y de manera preambular un ataque al PP que en el mejor de los casos estaba fuera de lugar, la publicación ayer del decreto anticrisis deja entrever la impotencia del Gobierno ante un desastre económico multifactorial que es al sanchismo lo que la pertinaz sequía al franquismo. Cada era geológica tiene su volcán. Lo pertinaz del siglo pasado da paso a lo persistente, que viene a ser lo mismo, pero en progresista: hasta nueve veces aparece este término –persistente, o persistencia, por variar– en las explicaciones que da el Ejecutivo para delegar la culpa, identificar la causa de todos los males fuera de su radio de acción y, en última instancia, irresponsabilizarse por la vía del victimismo. Elevada a la novena potencia, la persistencia con la que se excusa el Ejecutivo es mucha, aunque inferior al carácter extraordinario de todo lo que pueda pasar de aquí en adelante. La palabra ‘extraordinario’ –y ‘extraordinaria’, por lo inclusivo y la inclusiva– aparece en 89 ocasiones.
«Eso es poco, chiqui», dijo una ministra
Montero.