Estampas del cambio andaluz
Los que hemos nacido en Andalucía sentimos el orgullo de pertenencia a una tierra maravillosa, con grandes valores en su gente, pero hemos sufrido con las familias que han carecido de medios y que tuvieron que emigrar para mejorar sus condiciones de vida.
La emigración era una oportunidad, y en la década de los años 60 y 70 del siglo pasado salieron de nuestros pueblos muchos trabajadores para otras regiones españolas y para Europa. Fue lo que Tomás Ayende, ministro de Agricultura, llamó «la estampida de la desesperanza» y que el catedrático de la Universidad de Sevilla Manuel Jiménez Fernández, ministro de Agricultura con la República, siempre denunció como injusticia social.
Personalmente, como inspector de Trabajo en Sevilla, conocí y participé en esa realidad económica y social: organizamos cursos de formación para los emigrantes antes de salir de España; los visité en Francia y Alemania para conocer sus problemas; promovimos la asociación de emigrantes de Sevilla para facilitar el retorno; colaboramos en la adjudicación de parcelas del Irida, en las marismas del Guadalquivir; promocionamos las cooperativas de vivienda Nueva Europa y La
Giralda, que los propios emigrantes gestionaron con gran éxito. En definitiva, una tarea apasionante de servicio en la mejora de las condiciones de vida y bienestar de las familias.
Aquella Andalucía del empleo eventual en el campo y del paro está desapareciendo por el talento, el esfuerzo y la moderación de muchos andaluces, por lo que el mapa de ‘pocos con mucho y muchos con poco’ se está transformando.
El triunfo de Juanma Moreno Bonilla en las pasadas elecciones de la comunidad andaluza es un ejemplo de esa transformación. Su familia también emigró temporalmente. Él nació en la ciudad de Barcelona y, después del retorno familiar, ha alcanzado un triunfo político del que nos sentimos orgullosos. Nos felicitamos por esta nueva realidad de cambio en Andalucía.
JUAN REIG MARTÍN