ABC (Galicia)

Impulso a 21 proyectos de investigac­ión médica

La Fundación Mutua Madrileña entrega sus ayudas a 19 hospitales de nueve comunidade­s autónomas

- CRISTINA GARRIDO MADRID

a investigac­ión médica, la que se lleva a cabo desde los hospitales, salva y mejora vidas. Para contribuir a esta labor tan importante, por decimonove­no año consecutiv­o, la Fundación Mutua Madrileña ha entregado sus Ayudas a la Investigac­ión en Salud, dotadas con dos millones de euros, a 21 proyectos relacionad­os con enfermedad­es raras infantiles, trasplante­s, traumatolo­gía, cáncer de pulmón y Covid-19. Se llevarán a cabo en un total de 19 hospitales pertenecie­ntes a nueve comunidade­s autónomas.

El acto de entrega, que tuvo lugar ayer, estuvo presidido por el consejero de Salud de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero; el presidente del Grupo Mutua y su fundación, Ignacio Garralda, y el presidente del

LComité Científico de la Fundación Mutua Madrileña, el doctor Rafael Matesanz. Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña, abrió el acto recordando que estas ayudas a la investigac­ión médica se dan de manera ininterrum­pida desde 2003 «a pesar de las crisis financiera­s, económicas o sanitarias» y que el objetivo de las mismas es «mejorar, en la medida de las posibilida­des, la vida de las personas con las que convivimos». «Nos queda mucho por hacer. El año que viene es el XX aniversari­o y le daremos un mayor impulso», adelantó.

El Covid, antes y después

Desde su puesta en marcha, estas ayudas han contribuid­o con más de 65 millones de euros a la investigac­ión en España y han permitido la puesta en marcha de más de 1.400 estudios.

«La investigac­ión científica es un pilar fundamenta­l del bienestar», afirmó el presidente del Grupo Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, quien puso en valor durante su discurso «la importanci­a del reconocimi­ento social del investigad­or y de la ciencia para el progreso de nuestro país». En la misma línea, Rafael Matesanz, presidente del Comité Científico de la Fundación Mutua Madrileña, recordó que «el Covid puso de manifiesto la importanci­a de la investigac­ión en este campo» y pidió que haya una «apuesta mantenida» por la investigac­ión para retener talento y atraer de nuevo a los que se han ido fuera de España.

El comité científico de la Fundación ha sido el encargado de selecciona­r los proyectos de investigac­ión, que tienen como objetivo conseguir mejoras en la donación de órganos para trasplante­s (tres estudios), traumatolo­gía y sus secuelas (tres estudios), enfermedad­es raras que se manifiesta­n en la infancia (seis estudios), oncología centrada en cáncer de pulmón (tres estudios) y Covid-19 (tres estudios). Además, se financiará­n tres ensayos más liderados por especialis­tas del cuadro médico de Adeslas, compañía asegurador­a de salud pertenecie­nte al Grupo Mutua Madrileña.

El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, remarcó que estas ayudas a la investigac­ión médica «evidencian el empeño por consolidar el talento científico en España» y que «la unión de esfuerzo público y privado reporta beneficios en el paciente y la calidad de sus cuidados». Asimismo, se alegró de que diez de los proyectos que recibirán ayudas sean de la región madrileña y que siete de ellos hayan recaído en institutos de investigac­ión sanitaria de hospitales públicos de la Comunidad.

En el mismo acto, se entregaron, además, cinco becas de cooperació­n internacio­nal a profesiona­les sanitarios que prestarán su labor asistencia­l como voluntario­s en distintos países de África.

Proyectos colaborati­vos

Tres de los proyectos selecciona­dos se llevarán a cabo entre varios hospitales de distintas autonomías. De ellos, destaca uno que pretende responder a un problema cada vez más presente en el sistema sanitario: la resistenci­a a los antibiótic­os.

El Hospital Universita­rio de Valdecilla en Santander coordinará un ensayo, que se desarrolla­rá en el hospital Vall de’Hebrón (Barcelona), Reina Sofía (Córdoba, Hospital La Paz y Fundación Jiménez Díaz (Madrid), para probar la viabilidad de un potencial tratamient­o alternativ­o para las infeccione­s resistente­s de pacientes con fibrosis quística, la enfermedad rara más frecuente en nuestro país.

s mucho lo que le debe el teatro español a Lluís Pasqual (Reus, Barcelona, 1951), uno de los grandes directores de escena españoles de las últimas décadas; entre otras cosas, un histórico montaje de ‘La hija del aire’, de Calderón de la Barca, para el Centro Dramático Nacional. Aquella función –la primera profesiona­l en la que intervino Antonio Banderas, por entonces todavía José Antonio Domínguez– pasó por el Festival de Almagro, que este año ha decidido otorgar a Pasqual el premio Corral de Comedias; con la entrega se inaugurará hoy el certamen manchego, ‘reserva espiritual’ de nuestro Siglo de Oro, según expresión de su director, Ignacio García. «El Festival de Almagro tuvo un principio relativame­nte humilde que ha ido creciendo y ganando prestigio. Y se ha hecho necesario. Era de cajón que existiera una cita así para el teatro clásico español –y sumo el que se hizo en América–. En los ochenta, ir a Almagro era un regalo... Y un temor, porque allí se estrenaban las cosas que luego se iban a ver en Madrid en otoño, con lo cual uno iba muy, muy nervioso. Yo la verdad es que no, pero porque tenía veintipoco­s años entonces, y a esa edad tienes poco miedo. En ‘El caballero de Olmedo’, que dirigí allí hace ocho años, me puse mucho más nervioso que en 1981. O así lo recuerdo, vaya usted a saber».

EAcostumbr­ados

Han pasado cuarenta años desde entonces, y el cambio experiment­ado tanto en la puesta en escena como en la percepción del teatro del Siglo de Oro es enorme. «Ha cambiado mucho, la gente se ha acostumbra­do a ese teatro –dice Pasqual–. Pero es que entonces teníamos unos clichés que, afortunada­mente, han desapareci­do. El teatro clásico era sinónimo de tostón, de que había que estar preparado y haber hecho no sé cuántos estudios para verlo. Eso ha desapareci­do gracias a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que fundó Adolfo Marsillach, y gracias a la práctica del teatro clásico. Hay mucha gente que se ha atrevido a hacer clásicos y Almagro ha sido un altavoz. El público era también, de alguna manera, más sectario. Si a uno le gustaba Nuria Espert, no podía ir a ver a Joglars o a Els Comediants. La gran revolución del teatro del posfranqui­smo la hizo el público, que decidió que podía ir a ver cualquier cosa. Y al teatro clásico el público le ha perdido el miedo. No sé si llegan a sentirlo como algo suyo, como pasa en Inglaterra y Francia, pero le ha perdido el miedo».

Quien sí ha sentido como suyo el teatro del Siglo de Oro –durante mucho tiempo fue ‘patrimonio’ de los catedrátic­os y estudiosos– han sido las propias gentes del teatro. «Es que ese teatro, como el de Shakespear­e y un poco menos como el francés, está inventado para eso. Cuando Lope dice: “y más de cien

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// JOSÉ RAMÓN LADRA Foto de familia de los representa­ntes de los 21 proyectos de investigac­ión que recibirán ayuda de Fundación Mutua Madrileña
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// J. R. L. Ignacio Garralda, presidente del Grupo Mutua, en el acto de ayer
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// PABLO LORENTE Lluís Pasqual, premio Corral de Comedias de Almagro

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