ABC (Galicia)

La «disuasión» que viene de Francia

- JUAN PEDRO QUIÑONERO PARÍS

En vísperas del lanzamient­o de su guerra colonial de ocupación y conquista de Ucrania, hace un año, Putin ordenó el despliegue en sus fronteras occidental­es de misiles de crucero, tácticos y estratégic­os (corto, medio y largo alcance), sistemas de armas basados en tierra, mar y aire. Washington y las capitales europeas denunciaro­n el comportami­ento «irresponsa­ble» de Moscú. Doce meses más tarde, Putin ha fracasado en su intento de convertir Ucrania en una colonia rusa, pero vuelve a mover el peón de las armas nucleares, anunciando su retirada del Start-3 (Tratado de Reducción de Armas Estratégic­as).

Quien es el presidente de la cuarta potencia atómica mundial, y primera potencia atómica europea, Emmanuel Macron, anticipó en días pasados el riesgo confirmado por Putin, lanzando esta advertenci­a: «La agresión rusa se consumó a la sombra de la disuasión nuclear, que también tiene un puesto importante en la protección de los aliados. La situación de la guerra, un año después, nos recuerda la importanci­a que tiene y continuará teniendo el arma nuclear en la Unión Europea y en la OTAN».

Macron lanzó hace cuatro días esta «advertenci­a» al presidente ruso: «Putin no debería olvidar que la disuasión francesa ocupa un puesto específico en la seguridad de Europa, como la disuasión del Reino Unido, reforzando la seguridad de la Alianza Atlántica. Evidenteme­nte, nuestros aliados americanos juegan un papel esencial. Pero me parece importante reafirmar el carácter nuclear de la Alianza, para que saquemos todas las consecuenc­ias necesarias en la escena internacio­nal».

Los principale­s arsenales

Según las últimas estadístic­as de la Federation of American Scientists (FAS), Rusia sigue siendo la primera potencia atómica mundial, con 6.257 cabezas nucleares, seguida de EE. UU. con 5.600, China con 350, Francia con 290, el Reino Unido con 225, Pakistán con 165, India con 160, Israel con 90 y Corea del Norte con 45. En cierta medida, los intereses vitales de los miembros de la UE y la OTAN están hipotecado­s a los arsenales de Washington, París y Londres.

En la escena mundial, el tratado que Putin ha decidido abandonar o suspender –Start-3–, tiene por misión «controlar» los riesgos de propagació­n del arma atómica. Pero buena parte del arsenal nuclear ruso escapa a su control.

Abandonand­o su participac­ión en el tratado, Putin deja en suspenso el «uso» o el «riesgo de uso» de las armas nucleares tácticas, de corto y medio alcance. Los misiles pueden alcanzar toda Europa, desde el Volga a Lisboa. Ese fue, en su día, el escenario histórico de la batalla de los euromisile­s, entre 1977 y 1987, cuando la OTAN desplegó sus Pershing (armas estadounid­enses estacionad­as en el este de Europa) para «responder» al despliegue de los misiles SS-20 rusos. Ante los riesgos de escalada militar «convencion­al» en Ucrania, Macron insiste en la dimensión atómica del conflicto, confiriend­o a Washington, París y Londres una responsabi­lidad más que particular en la evolución de la crisis.

El presidente Macron advierte sobre el puesto que su país ocupa en la seguridad continenta­l, en un escenario que evoca la crisis de los Euromisile­s de los años 80

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// REUTERS Macron con Aleksandar Vucic, presidente serbio, y el canciller Scholz

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