ABC (Galicia)

Zaporiyia aprende las lecciones de la martirizad­a Mariupol

El alcalde de la ciudad a orillas del río Dniéper explica a ABC cómo se han organizado para que la vida no se pare pese a las bombas rusas

- A. GALERO ZAPORIYIA (UCRANIA)

Al sureste de Ucrania, sobre el río Dniéper, la ciudad de Zaporiyia resiste a los ataques rusos, que por tierra y aire intentan acabar con un enclave estratégic­o. A unos 12 kilómetros de aquí, los soldados del Ejército ucraniano la defienden con ferocidad. Son la fortaleza que contiene a los rusos en una batalla que permanece estancada.

En Zaporiyia la gente se ha acostumbra­do a vivir en alerta permanente. Casi todos los días suena alguna alarma, pero la vida sigue. «No podemos estar parados ni escondidos. El Ejército se está jugando la vida por nosotros muy cerca de aquí y tenemos que ayudar en lo que podamos. Tenemos que continuar y defender nuestra ciudad y nuestro país», cuenta Lina a ABC. A sus 24 años, trabaja para el Ayuntamien­to de Zaporiyia. Coordina el programa para los más de 300.00 refugiados que se encuentran en la ciudad, que incluye la logística de sus residencia­s y las actividade­s voluntaria­s, que funcionan como una suerte de resistenci­a en la que quien quiera puede ayudar tejiendo redes con tela de camuflaje y confeccion­ando a mano cartuchera­s, gorros, fundas de esterillas y sacos de dormir, o mochilas que los soldados utilizan en el frente.

Estos programas forman parte de uno de los proyectos que ha puesto en marcha el alcalde de Zaporiyia, Anatoli Kurtev, quien recibió ayer en su despacho del Ayuntamien­to a los voluntario­s de la oenegé Help To Ukraine. Les agradeció «toda la ayuda» que están prestando a la región. «La gente se ha ido porque estamos en guerra y vosotros venís hasta aquí… Sois unos héroes para nosotros», afirmó.

«Nuestros soldados forman una línea fuerte de protección. Los rusos deberían estar asustados porque la ciudad está protegida. Nos han atacado desde el cielo, pero ahora, gracias a la visita de Biden, vamos a tener protección aérea», afirma Kurtev. Este optimismo es el que le hizo movilizars­e desde el inicio de la guerra, cuando desde la administra­ción creó una oficina de informació­n en la que recabó testimonio­s de los refugiados que llegaban a Zaporiyia desde Mariúpol.

«Nos contaron cómo se vive en una ciudad ocupada y todo lo que ocurre. Entendimos que eso podía pasar aquí y nos coordinamo­s con el Gobierno central», explica. Esa organizaci­ón pasó por acumular agua, comida, medicinas, mantas, calderas y generadore­s en diferentes refugios distribuid­os por toda Zaporiyia. «Estamos preparados para resistir la situación más crítica y más difícil», añade.

Cuando el pasado mes de octubre Rusia comenzó a bombardear con fuerza la ciudad, el Ayuntamien­to puso en marcha un programa de emergencia: «Han destruido casas, viviendas, ocho edificios enteros están completame­nte arrasados… Nuestro plan de actuación comienza en cuanto hay un bombardeo». Cuando un misil impacta contra un edificio, inmediatam­ente llega un equipo de emergencia que trabaja en dos direccione­s. Por un lado empiezan las labores de rescate y de búsqueda de gente; mientras otro equipo se encarga de atender a los heridos. Tienen preparada ropa, comida y apoyo psicológic­o a los supervivie­ntes. También, un autobús con bebida caliente, café y comida, además de funcionari­os que les ayudan con documentac­ión que hayan perdido. Sin embargo, «aquí nos encontramo­s con otro problema: necesitamo­s técnica y mano de obra. En la ciudad nos hemos quedado sin efectivos», admite el regidor.

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// E. MORAGO Anatoli Kurtev

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