ABC (Galicia)

Muere Amancio, leyenda del regate

▶Fallece a los 83 años el presidente de honor del Real Madrid. Sabio, ducho, malicioso y veloz, como jugador ganó nueve Ligas y una Copa de Europa. De técnico, se inventó la Quinta del Buitre

- LUIS PRADOS ROA

Ha muerto Amancio, a los 83 años, leyenda del Real Madrid y presidente de honor del club.

Fue uno de los integrante­s de la primera alineación de mi vida. Mis primeras carreras detrás de una pelota iban acompañada­s con el coro de «Pirri y Amancio», como queriendo meterle miedo al portero, entre dos jerseys colocados en el suelo. La muerte de Amancio nos ha sorprendid­o esta mañana con la sensación y la tristeza de que parte de tu infancia se tambalea como en un seísmo. A la hora de ponerme a escribir estas líneas, aún no me he cruzado con nadie que lo hubiera visto jugar. Si acaso, un primer mensaje de mi hermano Miguelo, mi mejor fan de cuando veíamos los cromos, que eran en color, igual que la colección de pósters.

La primera vez que vi jugar a Amancio en el Bernabéu, como a todos, yo lo conocía de sobra de verlo durante toda mi vida en la tele. Cuando uno tiene seis años, sus recuerdos desde los cinco son toda su vida. Y Amancio ocupó una parte de toda mi vida, lo que luego nadie en el Bernabéu fue capaz de alcanzar. Era un extremo diferente a todos: sabio, ducho, malicioso y veloz. Se paraba, se iba por la derecha, por la izquierda, amagaba… Debió de ser el inventor de la acepción de la RAE del verbo caracolear: «En algunos deportes, moverse en un espacio de terreno muy pequeño [el jugador que está en posesión de la pelota], generalmen­te dando pequeñas vueltas y sin crear jugada». Tenía potencia en la arrancada y un gran disparo a puerta, además de una maldad e intuición geniales para saber hacer daño en la portería rival.

Amancio llegó del Deportivo de la Coruña al Real Madrid, en un fichaje sorpresa, gracias a la anticipaci­ón de don Santiago, por el que pagó una cantidad de alrededor de 12 de millones de pesetas. Y se retiró unos meses antes de cumplir 37 años, cuando parte de algunos más jóvenes entre su generación se habían ido ya. Todavía recuerdo los ecos de indignació­n en Radio España, por la terrible entrada de Fernández de la Copa de 1974, el mejor fútbol practicado por cualquier Real Madrid en un solo mes, // ABC el de aquella Copa del Generalísi­mo de junio de 1974, con Molowny de entrenador. La foto que dio As Color saliendo Amancio de Los Cármenes, con una herida abierta en el muslo, conmocionó a los aficionado­s de toda España. Es imposible atender a las imágenes de aquella patada sin sobresalta­rse, incluso sabiendo que va a pasar lo que pasó en el borde del área en Granada.

En el Coruña (los niños de mi época decíamos el Coruña; eso del Dépor llegó muchos partidos después), Amancio jugó cuatro temporadas en Segunda, siendo ya un goleador de cifras fuera de lo común. En su última temporada en Riazor, la 61-62, con 22 años, marcó 25 goles en 26 partidos. Al producirse su fichaje llevaba acumulados 54 goles con los gallegos. En un 6-1 al Burgos marcó cuatro dianas.

Integrante de la alineación mítica contra el Derby County (le hicieron un ‘penaltito’ que llevó al Madrid a la prórroga), Amancio formó parte de épocas diferentes. Venía del mítico equipo yeyé ganador de la Copa de Europa de 1966, la de los once españoles. Amancio marcó el gol del empate en una jugada muy caracterís­tica del Brujo, porque su defensor y el portero no se enteraron de cómo maniobró en carrera para deshacerse de los dos, en un juego de prestidigi­tación. Y desde aquel equipo, con Pirri, Zoco, Velázquez y Grosso, el tiempo pasó hasta la final de Copa, en el Vicente Calderón, en 1975, ante el Atlético, donde marcó el primer gol de la primera tanda de penaltis de la historia de la Copa de España y donde recogió, como capitán, el trofeo de manos de Franco. Aquella noche en el Calderón los aficionado­s del Madrid bajábamos las escaleras cantando «Aleti, la Copa, se mira y no se toca».

«Ay, ay, ay»

Amancio jugó 14 temporadas en el club de Chamartín (1962-76). Lo crujían a patadas. Su fama de estar en el suelo permanente­mente, tras los meneos de sus adversario­s, le hacían ser un contrincan­te odiado y admirado en los campos de España. Las aficiones rivales le cantaban «Ay, ay, ay…», cuando caía sobre el césped. Jugó 344 partidos en Primera (solo una vez suplente), con un total de 471 de blanco, con 154 goles. Ganador de 9 Ligas, 3 Copas y dos trofeos Pichichi. Fue Internacio­nal en 42 ocasiones, con 11 goles, y todavía recuerdo las discusione­s de los mayores sobre la con

veniencia de que Amancio jugara menos (ley de vida). En el transcende­ntal partido de desempate contra Yugoslavia en Francfort, que nos apartó del Mundial 74, Kubala lo convocó, cuando ya no era fijo desde hacía un año. Y aquello salió mal (Quini lo suplió a un cuarto de hora del final). Fue su última aportación en la selección nacional, con la que ganó la Eurocopa de 1964.

Yo he visto y oído silbar a Amancio en el Bernabéu, de forma que pronto fui vacunado para oír pitos, después, a Butragueño, a Raúl o a Casillas. «Luis, ¿te parece bien que silben a Cristiano en el Bernabéu? -Yo he visto silbar a Amancio, qué te voy a contar- »… Mi tío Juli, incondicio­nal del ‘siete’, que me llevaba al fútbol, se ponía de los nervios en el estadio. Nos abrazamos juntos en el gol del Brujo al Granada, una tarde primaveral de 1975, que corrió en profundida­d para burlar a Izcoa en su salida.

Integrante del equipo de la FIFA en una selección mundial que se formó en 1968, la última vez que lo vi jugar en el Bernabéu fue contra el Atlético, en la Liga de 1976, con celebració­n del equipo como campeón en el césped de ese mismo partido, y triunfo por 1-0 gol de Sánchez Barrios, tras sustituir al capitán en el descanso. La foto de ese partido es una de las que acompaña a estas líneas de homenaje. Y mis hermanos y yo aparecemos con mi padre en aquella grada del fondo sur, donde aprendimos a recitar de memoria los nombres de nuestros ídolos. «Amancio Amaro Varela, el mejor de Europa entera»

Entrenador del Real Madrid (198485), fue el creador en el Castilla de la Quinta del Buitre, un equipo que jugaba de fábula, y que llevaba el recreo al Bernabéu, con paredes, jugadas, tiralíneas y una profundida­d que no se veía en años en Chamartín. Aquel filial fue campeón de Liga en Segunda, en 1984.

Una vez en el colegio, con siete años, el profesor nos puso de tarea escribir palabras que empezaran por A. Y a la segunda o la tercera puse «Amancio». Don Miguel me la tachó. Pero su nombre perdurará en las primeras líneas de la historia del Real Madrid, donde no se podrá escribir mucho sin citar a Amancio. Descansa en paz, Brujo.

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Un derbi con celebració­n del título de Liga 1975-76 en el Bernabéu. El último título y el último partido oficial de Amancio. 16 de mayo de 1976
ÚLTIMO PARTIDO Y EN EL BERNABÉU Un derbi con celebració­n del título de Liga 1975-76 en el Bernabéu. El último título y el último partido oficial de Amancio. 16 de mayo de 1976
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//ABC Amancio, con sus trofeos en el Bernabéu. Fue jugador, entrenador y presidente de honor del Madrid

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