Los trenes de Pardo de Vera
El cese no hace descarrilar las hipotéticas opciones políticas que pudiera tener
No hay términos medios en este Gobierno. La chapuza de los trenes que no entraban en los túneles se quiso resolver de primeras con el cese de dos cargos de medio pelo y pasar página como si no hubiera sucedido nada. Hasta que se supo que los ajusticiados iban a jubilarse en pocos meses, y la patita de la añagaza se veía sin disimulo. Lo siguiente es que se eleva el calibre del disparo, y de tirar con balines pasamos a obuses de largo alcance. Caen el presidente de Renfe, Isaias Táboas, y la secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera. Gallega de Lugo, para más señas. Y he aquí lo interesante del caso.
Porque de un tiempo a esta parte a Pardo de Vera se la intentaba hacer aterrizar poco a poco en su tierra, una visita aquí, un encuentro con medios gallegos por allá, una medalla de oro de Vigo más tarde. Sin que llamase demasiado la atención. El proceso se vio interrumpido por motivos de salud –que la tuvieron lógicamente alejada de la primera línea durante unos meses– pero todo apuntaba a que se retomaría la senda. A seguir asimilándola, a que aprendiese un poco de gallego, que para el ejercicio de la política en esta tierra es requisito inexcusable. No fuera a ser que hiciera falta una lideresa en Galicia.
Tengo la impresión que este cese no hace descarrilar las hipotéticas opciones políticas de Pardo de Vera, por seguir con el símil ferroviario. No fue responsable ni de medir los trenes, ni de encargarlos. No es su marrón. Su cese forma parte de un relato para el inquilino de Moncloa: si un ministerio socialista se equivoca, hay asunción de responsabilidades. Y que en Podemos lo entiendan como mejor sepan, con la que está cayendo con la ley del ‘sí es sí’.
Así que Pardo de Vera –que por otro lado no es una política profesional sino una reputada ingeniera de caminos– pasará un tiempo en barbecho, alejada de los focos y de la presión por sacar adelante esa obra absurda y ruinosa que es el AVE por Cerdedo, una de las mayores mentiras de los últimos años. Y sin que nos demos cuenta, un día habrá cambios en el Gobierno y regresará. Si es que Sánchez sigue de presidente, claro.