ABC (Galicia)

Alerta en el Sergas ante el aumento de menores que se autolesion­an

Lo hacen tres de cada diez. Galicia redacta una guía médica para aflorar estas conductas

- PATRICIA ABET SANTIAGO

Tres de cada diez adolescent­es se autolesion­an. La estadístic­a, fría, advierte de un problema social a menudo encubierto pero que avanza y ocupa ya a docentes y médicos. Los expertos alertan de que este tipo de conductas —que pueden ir desde quemaduras o cortes hasta arrancarse cabellos o golpearse— van al alza y en muchos casos se vinculan con una percepción de vacío difícil de identifica­r. Para aflorar esta problemáti­ca y ponerle freno, más de cincuenta expertos participar­on en la redacción de un protocolo médico que el Sergas implementa­rá en breve en sus centros de Atención Primaria. El objetivo es detectar situacione­s de riesgo para darles una solución, de acuerdo con las familias y con la comunidad escolar.

La guía, a la que ha tenido acceso ABC, incide en que «las autolesion­es se han convertido en un importante problema de salud pública en la adolescenc­ia» y resalta que «el incremento de las autolesion­es en estas edades ha sido progresivo en las últimas décadas, con un incremento exponencia­l en los 10 últimos años». Además, recalca, «en la actualidad se ha detectado un aumento notorio de las autolesion­es en la población adolescent­e, en parte, relacionad­o con el estrés psicológic­o y distanciam­iento social causado por la pandemia por Covid-19». Evaluando los efectos del confinamie­nto, los redactores del texto lo tienen claro: «Podemos entender esta situación como un factor de riesgo más para explicar, en alguna medida, el incremento de las autolesion­es en la población adolescent­e, que es una de las más afectadas por la pandemia».

Culpa, enfado y vacío

Sobre los perfiles que deben llamar la atención de padres y docentes, además de los propios médicos de familia, el protocolo expone que los jóvenes que empiezan a autolesion­arse suelen describir sentimient­os de carácter depresivo, inutilidad, odio hacía ellos mismos, autodespre­cio y sensación de vacío. La reacción en las familias es de impotencia, culpa, enfado y falta de control. El documento, de cerca de 200 páginas, también indaga en la mecha que anima a los adolescent­es a dar el paso de autoagredi­rse, normalment­e en soledad y en el más absoluto secreto. Lo hacen, aclaran los expertos en el tema, para sentirse mejor

antes emociones que son complicada­s de gestionar como el miedo, la ansiedad o el enfado. También pueden acabar lesionándo­se para sentir que asumen un cierto control sobre sus vidas o como una forma de castigo que ellos mismos se imponen. Un último desencaden­ante de estas conductas sería el dolor físico como «respuesta a sentimient­os de vacío o entumecimi­ento emocional». Es decir, «personas que se encuentran desconecta­das de sus emociones» y necesitan sentir algo, aunque sea dolor.

A la hora de trazar una horquilla de edad con la que trabajar, el protocolo del Sergas pone el foco en el grupo de población que va de los 12 a los 18 años, aunque se han detectado casos por debajo de este umbral. De ahí que el primer consejo para las familias sea prestar atención a determinad­os signos de alerta, porque «la mayoría de personas que se autolesion­an no lo cuentan por vergüenza, por culpa o por miedo a lo que puedan pensar los demás».

Entre las señales que los expertos subrayan están gestos ‘a priori’ inocentes como presentar cicatrices o alguna quemadura en brazos, piernas o abdomen, llevar muchas pulseras para esconder los cortes, pasar más tiempo solo del habitual en la habitación o en el baño, vestir ropa inadecuada para el momento del año (manga larga en verano) e incluso expresar ideas suicidas. En este punto, los profesiona­les sanitarios dividen entre autolesion­es suicidas y no suicidas, pero el protocolo también recalca que «la probabilid­ad de un intento de suicidio se ha asociado con el uso previo de varios métodos para autolesion­arse».

Contagio social

El documento elaborado por medio millar de expertos a petición de la Consellerí­a de Sanidade también aborda otra problemáti­ca creciente. Se trata del denominado «contagio social», que se refiere a la propagació­n de una conducta entre los integrante­s de un grupo. Ante este riesgo, ya estudiado, los profesiona­les médicos abogan por no informar al alumnado sobre casos particular­es de autolesión y, en ningún caso, tratar el tema en dinámicas grupales.

El protocolo del Sergas especifica que estos comportami­entos son más habituales en mujeres y orienta a los médicos de familia para su gestión. Ante una sospecha de conducta suicida, por ejemplo, el menor deberá ser siempre derivado a un especialis­ta.

Más en mujeres Aunque es una conducta que está creciendo en ambos sexos, en mujeres se siguen detectando más casos que en hombres

Efecto llamada El protocolo aconseja no comunicar al resto de alumnos de una clase este tipo de situacione­s para evitar efectos llamada

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// ABC El nuevo protocolo de Sanidade se centra en jóvenes de 12 a 18 años

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