Alerta en el Sergas ante el aumento de menores que se autolesionan
Lo hacen tres de cada diez. Galicia redacta una guía médica para aflorar estas conductas
Tres de cada diez adolescentes se autolesionan. La estadística, fría, advierte de un problema social a menudo encubierto pero que avanza y ocupa ya a docentes y médicos. Los expertos alertan de que este tipo de conductas —que pueden ir desde quemaduras o cortes hasta arrancarse cabellos o golpearse— van al alza y en muchos casos se vinculan con una percepción de vacío difícil de identificar. Para aflorar esta problemática y ponerle freno, más de cincuenta expertos participaron en la redacción de un protocolo médico que el Sergas implementará en breve en sus centros de Atención Primaria. El objetivo es detectar situaciones de riesgo para darles una solución, de acuerdo con las familias y con la comunidad escolar.
La guía, a la que ha tenido acceso ABC, incide en que «las autolesiones se han convertido en un importante problema de salud pública en la adolescencia» y resalta que «el incremento de las autolesiones en estas edades ha sido progresivo en las últimas décadas, con un incremento exponencial en los 10 últimos años». Además, recalca, «en la actualidad se ha detectado un aumento notorio de las autolesiones en la población adolescente, en parte, relacionado con el estrés psicológico y distanciamiento social causado por la pandemia por Covid-19». Evaluando los efectos del confinamiento, los redactores del texto lo tienen claro: «Podemos entender esta situación como un factor de riesgo más para explicar, en alguna medida, el incremento de las autolesiones en la población adolescente, que es una de las más afectadas por la pandemia».
Culpa, enfado y vacío
Sobre los perfiles que deben llamar la atención de padres y docentes, además de los propios médicos de familia, el protocolo expone que los jóvenes que empiezan a autolesionarse suelen describir sentimientos de carácter depresivo, inutilidad, odio hacía ellos mismos, autodesprecio y sensación de vacío. La reacción en las familias es de impotencia, culpa, enfado y falta de control. El documento, de cerca de 200 páginas, también indaga en la mecha que anima a los adolescentes a dar el paso de autoagredirse, normalmente en soledad y en el más absoluto secreto. Lo hacen, aclaran los expertos en el tema, para sentirse mejor
antes emociones que son complicadas de gestionar como el miedo, la ansiedad o el enfado. También pueden acabar lesionándose para sentir que asumen un cierto control sobre sus vidas o como una forma de castigo que ellos mismos se imponen. Un último desencadenante de estas conductas sería el dolor físico como «respuesta a sentimientos de vacío o entumecimiento emocional». Es decir, «personas que se encuentran desconectadas de sus emociones» y necesitan sentir algo, aunque sea dolor.
A la hora de trazar una horquilla de edad con la que trabajar, el protocolo del Sergas pone el foco en el grupo de población que va de los 12 a los 18 años, aunque se han detectado casos por debajo de este umbral. De ahí que el primer consejo para las familias sea prestar atención a determinados signos de alerta, porque «la mayoría de personas que se autolesionan no lo cuentan por vergüenza, por culpa o por miedo a lo que puedan pensar los demás».
Entre las señales que los expertos subrayan están gestos ‘a priori’ inocentes como presentar cicatrices o alguna quemadura en brazos, piernas o abdomen, llevar muchas pulseras para esconder los cortes, pasar más tiempo solo del habitual en la habitación o en el baño, vestir ropa inadecuada para el momento del año (manga larga en verano) e incluso expresar ideas suicidas. En este punto, los profesionales sanitarios dividen entre autolesiones suicidas y no suicidas, pero el protocolo también recalca que «la probabilidad de un intento de suicidio se ha asociado con el uso previo de varios métodos para autolesionarse».
Contagio social
El documento elaborado por medio millar de expertos a petición de la Consellería de Sanidade también aborda otra problemática creciente. Se trata del denominado «contagio social», que se refiere a la propagación de una conducta entre los integrantes de un grupo. Ante este riesgo, ya estudiado, los profesionales médicos abogan por no informar al alumnado sobre casos particulares de autolesión y, en ningún caso, tratar el tema en dinámicas grupales.
El protocolo del Sergas especifica que estos comportamientos son más habituales en mujeres y orienta a los médicos de familia para su gestión. Ante una sospecha de conducta suicida, por ejemplo, el menor deberá ser siempre derivado a un especialista.
Más en mujeres Aunque es una conducta que está creciendo en ambos sexos, en mujeres se siguen detectando más casos que en hombres
Efecto llamada El protocolo aconseja no comunicar al resto de alumnos de una clase este tipo de situaciones para evitar efectos llamada