ABC (Galicia)

«No tengo la palabra papá interioriz­ada; aún no puedo pronunciar­la»

▶ Tras 54 años de espera, el torero relató a la prensa cómo se gestó y se produjo el esperado reencuentr­o con su padre

- LAURA G. CALLEJA MADRID

El torero se presentaba muy nervioso ante cientos de medios de comunicaci­ón convocados para dar las gracias por el apoyo recibido y para explicar con sus palabras y sin guion, cómo había surgido y vivido el reencuentr­o con su padre, que ha calificado como el más importante de su vida tras 54 años de espera . «No me lo creo, aún no me lo creo», reconocía emocionado. Los primeros minutos, de la más de hora y media larga que Manuel Díaz ha dedicado a contar su historia, los ha destinado agradecer el apoyo y la cantidad de mensajes de felicitaci­ón recibidos en los últimos días. Reconocía sentirse abrumado y desconcert­ado.

De ahí que su decisión haya sido reunir a todos los medios de comunicaci­ón para dar las gracias a todos a la vez. A la primera persona a la que hizo referencia fue a su madre María Dolores. Para ella pedía respeto: «Os manda un beso a todos», y añadía lo bien que había actuado durante todo este proceso: «Supo apartarse y estar en su sitio». Muy orgulloso está también de su hermano Julio Benítez, al que califica como un tío fantástico. Cuando se vieron por primera vez ha recordado que se quedó impactado: «Veo a nuestro padre en ti, los gestos, las manos...», le comentó Julio en aquel momento. Su relación empezó a estrechars­e hasta el punto de torear juntos.

Tras años de lucha, el torero daba el paso y entraba en contacto con su padre. Al principio solo telefónico, y gracias a María Ángeles, la pareja de Benítez, pudo llevarse a cabo el encuentro cara a cara: «Es un ángel en la tierra». En la reunión estuvieron ella, su padre, Virginia y él. Con ella, el Cordobés padre comenzó hace siete años una nueva vida después de divorciars­e de Martina Freysse. Ese momento lo detallaba como algo único: «Decido ir a verlo a su finca. Tuve que parar en la cuneta porque no paraba de

temblar» y reconoce que «menos mal que estaba Virginia allí, si no me desmayo», explicó. «Entramos con el coche y él estaba en mitad del camino, abrió los brazos y yo no sé cómo me bajé del coche, creo que hasta me tiré, fui hasta él y me dijo: «Hijo, todo llega, ya estamos aquí», desveló Manuel con voz entrecorta­da. Tras esto, añadía: «Ahí, en ese momento nacimos los dos, lo demás ya no tiene sentido, es el momento de nuestro nacimiento».

Mantiene su apellido

Uno de los problemas que tiene actualment­e es verbalizar la palabra ‘papá’: «Le dije oye, ¿Cómo te llamo? Es que la palabra papá no la tengo interioriz­ada en mi vida, tengo mamá, hermano, pero papá

no. ¿Te va a importar». Tras esta pregunta, Manuel Benítez le contestó con una sonrisa: «¡Qué me va a importar!». El torero quiere decirla pero «cuando llega a mi cabeza se para y no me sale». Por último, sobre el famoso abrazo ante las cámaras entre padre e hijo, El Cordobés aclaró que: «Yo fui porque me lo pidió mi padre. En aquel momento en el que me da el abrazo, él se siente bien por hacerlo y había dos cosas muy importante­s que no podían ser eclipsadas: la felicidad de mi padre y la verdad de mi madre», aseguró.

También quiso dejar clara su postura sobre la herencia de su padre: «Nunca reclamaría nada de su patrimonio. Solo pretendo que él esté feliz conmigo», aseguró. Tampoco tiene intención de cambiarse el apellido, algo que pudo hacer cuando se le reconoció legalmente como hijo de Benítez. Entonces dijo que no y de momento se reafirma en esa decisión.

Gracias a María Ángeles, la actual pareja de Benítez, pudo llevarse a cabo el encuentro cara a cara en su finca

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// GTRES Manuel Díaz este martes ante la prensa en Madrid

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