ABC (Galicia)

La lucha contra el olvido de los caídos en Bucha

Las familias esperan identifica­r, para que sean juzgados por crímenes de guerra, a los rusos que hace ahora un año ejecutaron a varios voluntario­s que combatían por Ucrania

- MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL A BUCHA (UCRANIA) // M. AYESTARAN

El cuarto de Sviatoslav Turovoskyi permanece como lo dejó, con sus peluches de juventud y la gorra que le dieron durante un verano en Italia dentro de un viaje organizado para niños de la zona de Chernóbil. «Sueño con que un día se abra la puerta y aparezca, que todo vuelva a ser como era antes del ataque ruso, es un sueño poderoso», confiesa Oleksandr, un padre que no olvida a un hijo ejecutado por las tropas enemigas hace un año. La parte central del salón está dedicada al joven y allí están sus fotografía­s y algunas cartas enviadas por sus amigos. «Lo peor de todo es la sensación de olvido, las autoridade­s de Ucrania siguen sin reconocer a Sviatoslav como una persona fallecida en combate y eso duele, esperemos que se arregle pronto. No tenía formación militar, pero era un patriota y murió defendiend­o Bucha», comenta el padre mientras se pone las botas y se abriga antes de realizar su visita diaria al cementerio de Nemishayev­e, localidad vecina a Bucha donde reside la familia.

Este joven de 25 años forma parte de uno de los capítulos negros escritos por Rusia en la calle Yablunska, tristement­e conocida como ‘la calle de los cuerpos’ por las decenas de cadáveres que apareciero­n tras el final de la ocupación. Sviatoslav decidió dejar su trabajo en una fábrica de empaquetad­o y empuñar las armas como parte de la Defensa Territoria­l, los grupos de voluntario­s que se organizaro­n por todo el país al comienzo de la invasión. Los rusos le capturaron junto a otros seis voluntario­s y a la persona que les había escondido en su casa, llevaron a todos a la parte trasera del edificio en el que establecie­ron una de sus bases, les ejecutaron a tiros y dejaron sus cuerpos allí tirados durante un mes. Las cámaras de seguridad de una vivienda próxima captaron el momento en el que les llevaban directos a la muerte y las familias esperan ahora identifica­r a los responsabl­es para que sean juzgados por crímenes de guerra.

Gracias a una ayuda de 7.500 grivnas (190 euros al cambio) del Ayuntamien­to de Bucha la familia pudo comprar una lápida y junto a ella colocaron la bandera nacional, como en las tumbas de los soldados caídos en el frente. «El Parlamento ya ha aprobado una ley para igualar los derechos de militares y voluntario­s caídos en la lucha contra los rusos, pero faltan al menos meses para que se haga efectiva, la espera se ha hecho muy larga», comenta Oleksandr ante la tumba.

‘La calle de los cuerpos’

A Sviatoslav le mataron un día después de cumplir los 25 y tras la liberación de Bucha su padre tuvo que ir a la morgue de Kiev a reconocer el cuerpo. «Nunca podré olvidar ese momento, nunca, por eso pedimos justicia y que los culpables sean juzgados en La Haya, quienes apretaron el gatillo y quienes dieron la orden», comenta entre lágrimas.

El diario ‘The New York Times’ publicó en diciembre una exhaustiva investigac­ión de los crímenes sucedidos en la calle Yablunska. El diario estadounid­ense documentó la muerte de 36 personas y recogió la historia personal de cada una de ellas. Fue un trabajo de ocho meses en el que señalaron a los paracaidis­tas del 234 Regimiento de Asalto, bajo las órdenes del coronel Artyom Gorodilov, como responsabl­es de «unos asesinatos que formaban parte de un es

«Sviatoslav no tenía formación militar, pero era un patriota y murió defendiend­o Bucha», afirma su padre Oleksandr

«Han aprobado una ley para igualar los derechos de militares y voluntario­s caídos frente a los rusos, pero todavía no se ha hecho efectiva»

Oleksandr, delante de la tumba de su hijo muerto fuerzo deliberado y sistemátic­o de asegurar de manera despiadada la ruta a Kiev». Rusia sufrió en Bucha una de las emboscadas más graves de la guerra y los civiles pagaron el precio de la venganza. Desde Moscú, Vladímir Putin calificó las acusacione­s de crímenes de guerra de «provocació­n» y los medios próximos al Kremlin hablaron de «montaje ucraniano».

Mural de recuerdo

Tras la visita al cementerio, Oleksandr se dirige al lugar donde ejecutaron a su hijo, donde ha colocado un pequeño altar y unas fotografía­s de los ocho asesinados. «Estamos en contacto con las autoridade­s locales para hacer un mural y un pequeño monumento que sirva de recuerdo a todos los fallecidos», explica emocionado. Ha perdido a un hijo, tiene a dos sobrinos en el frente y a un nieto en la academia militar.

Natalia Verbova es el gran apoyo de Oleksandr en la lucha contra el olvido. Ella perdió en este mismo lugar a su marido, Andrii. «El presidente ha firmado la ley y dentro de tres meses podremos presentar los documentos para que sean reconocido­s como víctimas de la guerra, eso nos dará derecho a una compensaci­ón. Ellos cogieron las armas para defender su ciudad y tras su captura debían haber sido tratados como prisionero­s de guerra», insiste Natalia. Al comienzo de la invasión su hijo y ella huyeron de Bucha en busca de un lugar seguro en el Oeste del país, pero Andrii decidió quedarse. Se despidiero­n el 25 de febrero y nunca más volvieron a verse. «Identifiqu­é su cuerpo en las fotos que se difundiero­n en redes tras la salida del enemigo, no tuve dudas, era Andrii», recuerda Natalia. Llevaban 25 años casados.

Se cumple un año de la ejecución de estas ocho personas, un año desde que la sed de venganza de los soldados rusos dejó una de las imágenes más duras de la ‘calle de los cuerpos’. Las familias claman justicia.

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