Desacoplamiento mediático con Occidente y periodistas del Sur global invitados
Corresponsales se quedan fuera de la Asamblea, mientras el régimen invita a medios de países en desarrollo
Tras los congresos quinquenales del Partido Comunista, la Asamblea Nacional Popular es la cita política más importante en China. La de este año es especialmente relevante por seguir al XX Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre, que quedará para la historia por la perpetuación en el poder de Xi Jinping y la expulsión ante el pleno de su antecesor, Hu Jintao.
Con menos drama, en esta Asamblea esperábamos ver su renovación como presidente del país, ya que en 2018 reformó la Constitución para saltarse el límite de dos mandatos de cinco años. Pero, al menos la sesión inaugural de hoy, la seguiremos por televisión porque ninguno de los dos corresponsales de ABC acreditados en China ha sido invitados.
En un principio, se podía pensar que el veto se debía a la secuencia de fotos con la expulsión de Hu Jintao durante el Congreso de octubre publicada por este periódico, que tuvo amplio eco internacional y se hizo viral entre los disidentes e internautas que utilizan una VPN, ya que ABC está censurado en China desde noviembre de 2021 por un perfil titulado ‘Xi Jinping, el emperador rojo’. Pero han sido mayoría los medios, sobre todo occidentales, que habían pedido cubrir la primera sesión de la Asamblea y han visto rechazada su solicitud.
De España, que cuenta con una decena de medios acreditados, parece que solo podrá asistir la agencia EFE. Pero hay otros países, como Holanda, Brasil, Suiza o Austria, que no tienen ningún medio autorizado a cubrir la apertura de la Asamblea. Incluso prestigiosos medios británicos, como BBC y ‘Financial Times’, se han quedado fuera.
Además de la consiguiente indignación entre los afectados, tantas ausencias forzosas han generado un profundo malestar en el Club de Corresponsales de China. Casualidad o causalidad, siempre difíciles de distinguir en este país, el Club publicaba esta semana otro durísimo informe denunciando que el régimen controló y entorpeció aún más el trabajo periodístico el año pasado con las restricciones del Covid cero.
Una vez acabada dicha política por las históricas protestas de finales de noviembre, y tras la ola de contagios y muertes que siguió a la improvisada apertura, esta Asamblea se presentaba como la primera de la normalidad. Como medida de prevención, las autoridades han limitado durante los tres últimos años el número de medios en la Asamblea. Con el régimen cantando victoria sobre el Covid, todo hacía indicar que esa excusa se había acabado y que los periodistas extranjeros iban a volver a ser invitados al Gran Palacio del Pueblo, donde se celebra la Asamblea. Con 171.800 metros cuadrados y capacidad para 10.000 asistentes, es un recinto tan gigantesco que el único sitio que no hay es para las excusas por falta de aforo.
No ver, no contar
Desde 2005, cuando este corresponsal llegó a Pekín, la Asamblea Nacional era el evento político por excelencia con el que el régimen quería lucir su Parlamento orgánico. Pero, en un desacoplamiento mediático, ha dejado fuera a numerosos periodistas occidentales. Una de las razones esgrimida es que no había sitio porque ha venido una delegación de 60 periodistas del Sur global invitados por las autoridades a cubrir la Asamblea y viajar por el país con todos los gastos pagados. Así cultiva el régimen su imagen en Zambia, Jamaica o Uzbekistán y educa a una serie de expertos sobre China, que entienden y difunden mejor su mensaje. Algunos de ellos, como la delegación hispanoamericana que cubrió en octubre el Congreso del Partido Comunista, decidieron no publicar nada sobre la expulsión de Hu Jintao.