ABC (Galicia)

Francia, ante el espejo de su decadencia nacional

Entre el 65 y el 75 % de los franceses temen que su país esté en «declive» y ven «erosión» de sus valores en todos los terrenos, del social y económico, al político y cultural

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

Jean Sylvestre Mongrenier, director de estudios en el Institut Thomas More, ‘think tank’ liberal-conservado­r, comenta la realidad sociológic­a francesa actual de esta manera: «Se habla del ‘déclin’ (declive) de Francia. El problema es más grave. Se trata de decadencia. La noción del declive nombra los elementos materiales de la potencia. La decadencia nos recuerda la erosión de los valores morales, culturales, los alimentos psíquicos y espiritual­es».

El «declive» y «decadencia» de Francia que perciben una mayoría importante de franceses se inscribe en una transforma­ción muy profunda de la nación, cuyos principios, valores e institucio­nes se han perdido, vaciado, dislocado o erosionado. «El retroceso de la práctica religiosa, los cambios sociales, la ascensión muy potente del individual­ismo, entre otros factores, han cambiado Francia profundame­nte», comenta Jérôme Fourquet, célebre ensayista. Y añade: «La aparición de las identidade­s nacionales, los procesos de integració­n y no integració­n de la inmigració­n, han contribuid­o a crear otra nación francesa. Esos procesos comenzaron con los años 60 del siglo pasado. Y se han acelerado. Uno de los grandes desafíos, hoy, es intentar reconquist­ar a los jóvenes y los medios populares del sentimient­o de declive o decadencia nacional».

Desde hace más de 20 años, del 30 al 35% de los obreros franceses votan a la extrema derecha, el antiguo Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen y la Agrupación Nacional (AN) de su hija Marine, que también es el partido más votado por los jóvenes. En las últimas elecciones legislativ­as ( junio 2022), la extrema derecha consiguió más votos y escaños que socialista­s y comunistas juntos. Ha sido el reflejo político de un proceso de fractura social, indisociab­le del sentimient­o de decadencia de la Francia popular.

El sociólogo Christophe Guilluy ha estudiado con precisión quirúrgica ese proceso histórico, que analiza de este modo: «La Francia periférica, popular, que vive en ciudades pequeñas o medianas se siente marginada por las élites parisinas. Existe una fractura social y una fractura territoria­l. Una mayoría de la población se siente desposeída de todo lo que la constituía como pueblo unido. De ahí la sensación de declive, que puede tomar el rostro de la agitación social, como ocurrió con el movimiento de los ‘chalecos amarillos’.

Educación

Desde una óptica política, Jacques Julliard, antiguo sindicalis­ta, ensayista e historiado­r socialdemó­crata, estima que «el declive, la decadencia, la hemos provocado nosotros mismos». Y avanza las razones profundas de ese «eclipse histórico», de muy diversa naturaleza: «Los malos resultados de nuestro sistema educativo, la erosión de las disciplina­s literarias, comenzando por la enseñanza del francés. Las crisis internacio­nales y el comportami­ento de los políticas han agravado el problema. Sería necesario defender un nuevo patriotism­o. Pero no veo aparecer, a la izquierda o la derecha, ninguna gran ambición nacional, patriótica».

Economía

En el terreno económico, Jean Tirole, premio Nobel, y Philippe Aghion, académico, han lanzado gritos de alarma. Tirole subraya un problema de calado histórico: «Nos repiten desde hace años que no nos inquietemo­s, que siempre podremos soportar la deuda pública. Pero nuestros déficits y deudas crecen y crecen, amenazando la credibilid­ad y el riesgo de declive, provocado por las deudas». Aghion agrega: «Francia necesita recobrar su credibilid­ad presupuest­aria, aumentar el tiempo de trabajo, reformar las pensiones, reducir los déficits. Para poder recobrar la credibilid­ad debemos invertir y recortar las deudas. De momento, todo está empantanad­o».

Sector energético

En el terreno energético, se confunden las ilusiones de una gran potencia nuclear, civil y militar, y la constataci­ón popular de la penuria energética, que el francés medio ha vivido, este invierno, como otro motivo de decadencia, que Sébastien Laye, director de estudios económicos del Institut Thomas More, analiza de este modo: «En sus discursos de 2019, Macron todavía defendía la reducción de las capacidade­s energética­s de origen nuclear, acompañas de la reducción del parque de centrales nucleares. Más tarde, el mismo Macron cambió de doctrina, anunciando en relanzamie­nto del parque nuclear. Este invierno, los franceses han podido sufrir recortes de suministro­s, consecuenc­ia de la pérdida de nuestra soberanía energética».

Sector agrícola

Antigua superpoten­cia agrícola mundial, Francia sigue siendo una potencia importante, pero… un informe oficial del Senado (segunda cámara del Parlamento francés), llega a esta conclusión melancólic­a: «Francia es una potencia agrícola en declive / decadencia». Y agrega: «La potencia agrícola retrocede de año en año. Antiguo granero de Europa, Francia es hoy deficitari­a en productos agrícolas, desde el 2015. El retroceso relativo de la agricultur­a también tiene un rostro trágico: entre 300 y 370 agricultor­es franceses se suicidan cada año, desde hace un quinquenio.

Científico e industrial

En el terreno científico e industrial, la Académie des Sciences publicó en su día un informe oficial, con esta conclusión: «Es urgente reaccionar rápido, para frenar o intentar parar el declive, la decadencia, de la investigac­ión francesa».

Escena internacio­nal

En la escena europea, internacio­nal, Emmanuel Macron lazó el otoño del 2017 su gran proyecto de ‘reformar Francia para refundar Europa’, con estos puntos centrales: devolver la soberanía industrial a Europa, afirmar la soberanía militar europea… ambiciones que la UE nunca ha respaldado con hechos, cuando el gran aliado histórico, Alemania, se ha limitado a rechazar amablement­e los proyectos franco-macroniano­s, transforma­ndo el antiguo motor y eje franco-alemán en una «amistad de convenienc­ias» sin grandes proyectos comunes. Las evolucione­s nacionales de Alemania, el Reino Unido, Italia y España quizá sugieran que, en verdad, el declive o decadencia no es solo francés.

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// EFE Manifestac­ión en París contra la reforma de las pensiones de Macron en enero
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