«Las nucleares que se cierren no se sustituirán por renovables»
Manuel Fernández Ordóñez cree que hay que alargar la vida útil de los reactores
«Nucleares: sí, por favor» (Deusto) es el sencillo título del libro que acaba de publicar Manuel Fernández Ordóñez, doctor en Física Nuclear, experto y conocido divulgador sobre estrategias y desarrollo energético. En su último trabajo demuestra que las críticas a la energía nuclear «se basan en mitos y que cualquier intento de descarbonización de las economías será un fracaso sin ella».
Afirma que la energía nuclear produce más electricidad que ninguna otra fuente energética, emite menos gases de efecto invernadero, es más fiable, funciona más horas y es tan segura como las renovables. «Esta es la realidad de los datos, irrefutable e indiscutible», subraya.
Declara a ABC que «debemos de tener un mix de generación equilibrado que asegure el suministro, con unos precios competitivos y que sea sostenible medioambientalmente». Y recuerda que los reactores que se cierren (suman unos 7.400 MW de potencia instalada) no se sustituirán por renovables, sino por combustibles fósiles», como el gas.
Las renovables «son absolutamente necesarias», pero hasta que existan almacenamientos necesitan de otras tecnologías, como la nuclear, el gas o el carbón. «Pero solo la primera no emite gases de efecto invernadero ni CO2 ni encarece la balanza comercial».
Por ello, dice con rotundidad que «hay que alargar la vida útil de las centrales nucleares porque el Pniec (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) se elaboró antes de 2019 en una situación previa a la crisis energética. Nadie podía esperar este escenario inflacionista, con unos altísimos precios de la energía por la dependencia que tenemos nosotros y la UE. No podemos despreciar los recursos que tenemos. Es un mantra que la vida de las centrales es de 40 años. Estas plantas no tienen una vida determinada pues se van modernizando todos los años. En EE.UU., otras centrales análogas a las españolas tiene permisos para operar 60 años, y varias hasta 80 años».
Actualmente hay un calendario para el cierre progresivo de los siete reactores entre 2027 y 2035.
No obstante, matiza que, aunque la vida útil de las centrales nucleares «se va a alargar», no creo que lo recoja la próxima revisión del Pniec. Para ello, el Ministerio para la Transición Ecológica
mandará un borrador a la Comisión Europea en los próximos meses.
Fernández Ordóñez apunta en su libro que «en la mayor crisis energética en cincuenta años, en una crisis energética ocasionada por los altos precios del gas, el Gobierno insiste en mantener un plan energético en el que la base fundamental del sistema eléctrico sea el gas. E insiste en hacerlo por razones puramente ideológicas».
«Replantear la postura»
Pero subraya que la energía «no tiene colores políticos» y recuerda que, por ejemplo, el partido de Los Verdes de Finlandia está a favor de la energía nuclear en aquel país.
Destaca que «los descontrolados precios de la electricidad y el papel crucial que ejerce la energía nuclear a la hora de contenerlos y reducir la dependencia de combustibles fósiles externos tal vez podrían haber hecho al Ejecutivo replantear su postura. Lejos de ello, hasta la fecha no solo no han reconsiderado el papel de la energía nuclear en sus planes energéticos, sino que insisten en el calendario de cierre».
Añade que «estamos remando en la dirección contraria a nuestros objetivos. En la resolución del problema energético debemos enfocarnos en tres asuntos simultáneos que conocemos como el trilema energético: la seguridad de suministro, la competitivad de los precios de la electricidad y la sostenibilidad medioambiental del sistema eléctrico. El gas emite CO2 y partículas contaminantes, luego no asegura la sostenibilidad medioambiental del sistema. El gas es el culpable de los altísimos precios de la electricidad, luego no asegura la competitividad de los precios. Y nuestra dependencia del gas nos sitúa en manos de sátrapas –como el régimen de Moscú–, luego no asegura el suministro eléctrico».
Manuel Fernández Ordóñez afirma que «aunque las nucleares generan la electricidad más barata, sin embargo, están sometidas a una enorme presión fiscal que es asfixiante, insostenible e injusta. Sobre un precio de producción de 65 euros el MWh, 25 euros son impuestos y tasas. Muchos de ellos están repetidos, por lo que son ilegales».
Sobre el hidrógeno dice que «para que sea una pieza clave en el futuro ha de producirse mediante tecnologías libres de CO2, como las energías renovables o la nuclear. Esta última tecnología puede proporcionar ingentes cantidades de hidrógeno de dos formas diferentes: utilizando directamente la electricidad producida por la central nuclear o bien aprovechando el calor que producen los reactores nucleares».
«La dependencia del gas nos sitúa en manos de sátrapas»
«Las críticas a la energía nuclear se basan en mitos»
«Estamos remando en la dirección contraria» en la transición energética