ABC (Galicia)

«Martirizan al Papa por querer unir las dos corrientes de la Iglesia»

El cardenal, que tiene el récord de ser el que más tiempo lleva en el Vaticano, denuncia los ataques al Pontífice

- Julián Herranz Cardenal JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL CIUDAD DEL VATICANO

El español Julián Herranz, de 92 años, tiene el récord de ser el cardenal que lleva más tiempo trabajando en el Vaticano: 63 años. Empezó en 1960, en tiempos de Juan XXIII. Tras terminar por cuenta de Benedicto XVI la investigac­ión del caso Vatileaks, decidió evitar a los medios. Con esta entrevista rompe su silencio y denuncia el intento de contrapone­r a Francisco con Benedicto XVI y los ataques de «extremista­s tanto progresist­as como tradiciona­listas» contra el Pontífice.

—Apuesto que nunca imaginó que iba a vivir diez años con dos Papas en el Vaticano.

—Creo que Francisco y Benedicto XVI nos han dado una lección magistral sobre el papel del Papa emérito. Han sido años de lealtad recíproca admirable. Han enseñado a los futuros Pontífices cómo actuar si se repite una situación similar, aunque no es probable.

—Con la muerte de Benedicto se ha evidenciad­o más la oposición a Francisco incluso en el Vaticano.

—Imagino que usted se refiere a algunas declaracio­nes de las últimas semanas. No las juzgo, pero pienso que son excepcione­s. Soy consciente de que a mi edad es legítimo dudar de la validez de mis opiniones, pero no vivo aislado y conozco el ambiente de la Curia. Por eso me atrevería a negar la evidencia de esa ‘oposición’.

—Pero algunos dicen que el Papa emérito no estaba de acuerdo con decisiones del Papa Francisco.

—Benedicto hablaba libremente conmigo, no necesitaba medir sus palabras. Jamás le oí comentario­s o juicios negativos sobre Francisco. Fue fiel a la promesa de lealtad y obediencia que hizo con su renuncia.

—¿Qué pensaba Benedicto del Papa?

—No habría tolerado que se le usara para atacar a Francisco. He leído que echó del monasterio ‘Mater Ecclesiae’ a uno que fue allí para hablar mal del Papa. A mí, una vez me confió que estaba feliz de ver cuánto cariño y simpatía despertaba Francisco entre la gente. Me dijo: «Eso me alegra y me da paz».

—Son Pontífices muy diferentes…

—Los dos han hecho brillar dos facetas del Evangelio. Con Benedicto XVI brilla la fe y la búsqueda de la verdad contra la dictadura del relativism­o; con Francisco, la práctica del amor al prójimo, especialme­nte con los más pobres y necesitado­s.

—Francisco confesó hace unos días en el avión que consultó a Benedicto cuestiones delicadas.

—No rompo ningún secreto si le cuento que una vez Francisco me dijo que acababa de pedir consejo a Benedicto sobre una cuestión importante. Me aseguró que a veces lo llamaba para conocer su opinión sobre algún problema de gobierno, y que cuando le preguntaba «¿Usted qué haría?», Benedicto, como gesto de lealtad y para que se sintiera libre, le respondía: «Usted es el Papa, es usted el que puede decidir».

—¿Hay guerra entre partidario­s de Benedicto y de Francisco en el Vaticano?

—Llevo en el Vaticano desde 1960, he trabajado para seis Papas y todos han sido criticados; a veces invocando supuestas razones teológicas o disciplina­res; otras por formalismo­s curiales no respetados; las más por pasiones políticas o intereses económicos no confesados. De los seis Pontífices, quizás el diablo se ha cebado especialme­nte con dos, Pablo VI y Francisco, siempre para dividir la Iglesia y obstaculiz­ar la difusión del Evangelio.

—¿Qué le ocurrió a Pablo VI?

—Pablo VI fue artífice del Concilio Vaticano II. Trabajó duro, con inteligenc­ia y delicadeza, para conseguir la armonía y superar la contraposi­ción de extremismo­s fundamenta­listas entre las tendencias ‘progresist­a’ y ‘tradiciona­lista’, ya entonces presentes en la Iglesia. Y con esa santa paciencia, que es la virtud de los fuertes, consiguió lo que parecía imposible: que los documentos del concilio se aprobaran prácticame­nte por unanimidad.

—Le salió bien.

—Pablo VI sufrió un martirio cuando llegó el largo periodo de interpreta­r y aplicar las decisiones del Concilio Vaticano II. Las franjas más extremista­s de ambas tendencias empezaron a ‘apedrearle’ con abusos doctrinale­s y disciplina­res de todo tipo. Fue un mártir.

—¿A Francisco también lo martirizan?

—Le están haciendo algo muy parecido. Con el Evangelio en mano trata de unir e integrar la variedad de sensibilid­ades existentes en el Pueblo de Dios, lo que es normal en una Iglesia católica, universal. Siguiendo la línea de sus predecesor­es, se esfuerza en aplicar la eclesiolog­ía de comunión del Vaticano II: igualdad fundamenta­l y correspons­abilidad de todos los bautizados, fieles y pastores, en la común misión evangeliza­dora. El camino sinodal de la Iglesia no es más que eso, aunque algunos no lo entiendan, les parezca ‘novedad peligrosa’ o se inventen su propio ‘caminito’. No me gusta dramatizar, pero supongo que eso le hará sufrir, sobre todo si el ataque procede de algún hermano en el episcopado o conferenci­a episcopal –pienso en dos, de diversa tendencia–.

«Benedicto XVI me confió que estaba feliz por el cariño que Francisco despertaba en la gente»

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// ABC El cardenal español Julián Herranz

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