Ferraz aspira a las alcaldías de Barcelona y Valencia y defiende su botín electoral
▶El PSOE cree que puede retener sus gobiernos autonómicos, pero se admite que casi todo está en juego ▶Los gobiernos de Castilla-La Mancha, Navarra y Asturias son los más sólidos y en el resto habrá batalla
En la calle Ferraz de Madrid existe el convencimiento de que el próximo 28 de mayo servirá para cortocircuitar el relato de un cambio de ciclo en favor del PP. Esa es la estrategia socialista. La confianza en que la marca propia de sus alcaldes y presidentes autonómicos tenga fuerza. Incluso aquellos mandatarios más cercanos con Pedro Sánchez, y que no tienen problema en defender el global de su gestión, quieren que los comicios de mayo sean en clave local y autonómica. Y no una primera vuelta de las elecciones generales. El enfoque es el opuesto al que pretende el PP. Moncloa y Ferraz respetan ese principio, pero aún así Sánchez tendrá presencia y la dirección federal quiere aprovechar los comicios municipales para que también se destaquen las medidas del Gobierno con las elecciones generales del próximo diciembre en el horizonte.
Para el PSOE son unas elecciones en las que tiene mucho que defender. Será muy difícil. La fragmentación de la derecha en tres siglas en 2019 le permitió recoger un gran botín en forma de poder institucional. Esos comicios tuvieron lugar un mes después de las primeras elecciones generales de ese año, donde Sánchez vivió su mejor momento y donde esa división de la derecha estaba en su mayor punto de ebullición. La combinación de todo ello hizo que en mayo de 2019 el PSOE fuese primera fuerza en buena parte del país. El PSOE tiene el mando en 22 capitales de provincia. El discurso oficial es que pueden mantener muchas de ellas y que se aspira a estar cerca del poder en otras cuatro. Entre ellas destacan Barcelona y Valencia. En la segunda y tercera ciudad de España el PSOE cogobierna desde 2015. Jaume Collboni y Sandra Gómez han estado todo ese tiempo a la sombra de Ada Colau y Joan Ribó, respectivamente. Y ambos serán la apuesta socialista para que ese bloque se mantenga, pero con el PSOE por delante de su socio. Pero el desembarco de Xavier Trias como candidato de Junts en Barcelona y la fuerza del PP en Valencia hacen de este objetivo una empresa compleja.
Será muy difícil que los socialistas mantengan su poder institucional. Incluso si son capaces de mantener su nivel de voto. De las capitales de provincia que el PSOE logró gobernar, en 12 hubo más voto global para los partidos de la derecha. Con el PSOE en primera posición y la derecha fragmentada, la izquierda logró optimizar mejor sus votos en actas municipales. Esto sucede también en Valencia. Y en capitales donde el alcalde actualmente es socialista como Granada, Jaén, Huesca, Albacete, Cuenca, Guadalajara, Burgos, León, Segovia, Valladolid y Logroño.
Ahora la derecha tiende a agruparse. Mientras que en la izquierda del PSOE la incertidumbre es mayúscula. Eso hace que incluso alcaldías con figuras tan consolidadas como Valladolid no puedan garantizarse al cien por cien. Y esto vale incluso para Sevilla, la ciudad más importante que retiene el PSOE. «Para nosotros el problema es el socio», dicen en Ferraz. Una afirmación que recorre todo el partido. Esto será así también en la batalla autonómica. De las 12 regiones que celebran elecciones los socialistas lideran el gobierno en 9 de ellas. En Cantabria sostienen y participan del Gobierno de Miguel Ángel Revilla. Solo están en la oposición en la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia.