El sumario más antiguo de España acaba en nada
Un tribunal absuelve al acusado de asesinar a dos jóvenes en un atraco en Lugo, en 1994, por falta de pruebas. «El tiempo lamentan las familias
El 30 de abril de 1994 empezó a escribirse el sumario más antiguo de la historia de España. Un atracador entró en un supermercado del polígono de O Ceao (Lugo) y mató a tiros a una cajera y un reponedor para llevarse un botín de unos cinco millones de pesetas. El doble crimen se cometió alrededor de las 20 horas, cuando los empleados ya habían bajado la persiana. La investigación confirmó que el verdugo de Elena (32 años) y Esteban (26) fue alguien de su confianza. Por eso le abrieron la puerta y por eso volvieron a sus puestos con normalidad. A ella no le dio tiempo ni de levantarse de la silla, la encontraron con dos impactos de bala en la cabeza. El chico sí pudo mirar a su asesino de frente e incluso esquivar uno de los disparos. El segundo fue certero y fatal.
Durante años las pesquisas para dar con el autor de las dos muertes fueron dando bandazos. Pasaron los meses sin que hubiese ningún detenido por los hechos, ni siquiera un sospechoso, un hilo del que tirar para resolver un caso que se acabó bautizando como operación Jurásico por el tiempo transcurrido. Solo los intentos de las familias de los fallecidos por hacer justicia lograron que la investigación empezase a avanzar. Sobre cómo procedieron los agentes encargados en un primer momento de las averiguaciones, la hermana de Elena aseguró a ABC que fue «una auténtica chapuza» y como ejemplo recordó que cuando los policías llegaron a fotografiar el escenario del crimen no llevaban carrete en la cámara y tuvieron que volver a por uno. El reportaje fotográfico del atraco se zanjó con solo 24 fotografías y en el lugar no se encontraron huellas «pese a que mi marido y yo lo habíamos tocado todo, hasta los cuerpos», afeó la hermana de la cajera asesinada.
Años después del suceso apareció un testigo que aportó algunas claves y que dirigió los pasos de los investigadores hacia un cliente asiduo del supermercado, un hostelero de la ciudad que ese día había sido visto en la zona, que era tirador olímpico y que había estado por la cárcel por tráfico de drogas. Pero el paso de los años borró la memoria de muchos testigos, algunos de ellos ligados al mundo del hampa y los bajos fondos de la ciudad. El ejemplo más paradigmático es el del hombre que confirmó a los agentes que este sospechoso le había puesto una pistola en la mano y lo había invitado a participar en un golpe fácil en el supermercado. Para cuando llegó el juicio, 30 años después, este testigo clave ya había fallecido.
Durante la vista oral que se celebró el pasado mes de febrero en la Audiencia provincial de Lugo, con este hostelero como único acusado, las lagunas mentales de los citados fueron una constante. Otros, directamente, ya habían muerto. Más de 40 personas prestaron declaración en un último intento, desesperado, por aclarar el doble crimen, pero la Fiscalía no acusó y la acusación familiar se quedó sola. El pasado viernes, el tribunal de la Audiencia lucense –que tuvo que juzgar el caso con la legislación de 1994 y no con la actual, por eso no hubo un tribunal ciudadano– emitió su sentencia. El procesado quedó absuelto por falta de pruebas.
El fallo, al que tuvo acceso este diario, lamenta que «ninguna prueba, ni siquiera indicio, coloca al procesado en el polígono del Ceao la noche que sucedieron los hechos». Ahondando en la tesis de la acusación, la sentencia recuerda que en la vista «no se juzga a la persona del procesado, ni el tipo de vida que llevaba, ni siquiera si era un hombre que vivía de espalda a la ley, sino si ese día entró en Cash Récord, mató a las dos víctimas y se apoderó de la cuantiosa recaudación». Sobre la pistola –que nunca apareció– el tribunal entiende que durante la vista se puso de manifiesto el manejo de armas del acusado, que «sabía usarlas» y, de hecho, le fueron incautadas algunas «similares». El procesado reconoció que fue condenado en 1993 por un delito de tenencia ilícita de armas. «Sin embargo, de este hecho cierto no puede derivarse su intervención en los hechos que aquí se juzgan, pues no se le ocupó la pistola utilizada» desgrana la Audiencia.
ha vuelto a matar a Elena y Esteban»,
Reproches del tribunal
Además de explicar sus conclusiones, el fallo lanza dos ideas importantes. La primera es un reproche a la mala praxis y la poca diligencia de los investigadores. Fue «una instrucción claramente deficiente» señala la sentencia como posible explicación a la impunidad que sobrevolará por siempre las dos muertes. Incluso afea que los policías se negasen a escuchar a un testigo que había apuntado una matrícula sospechoso y al que le dijeron que el caso ya estaba resuelto, «muestra evidente de la inoperancia que muchas veces guió el tránsito temporal de esta investigación».