ABC (Galicia)

El Madrid se deja media Liga en Sevilla

▶El equipo blanco juega un buen partido en el Villamarín, pero peca de falta de acierto en el remate. El Barcelona ya le distancia en nueve puntos a falta de 42

- RUBÉN CAÑIZARES MADRID

La clasificac­ión dice que el Real Madrid tiene (casi) imposible ganar LaLiga. Si a eso le añades decisiones arbitrales como la tomada ayer en el Camp Nou, se elimina el casi de la ecuación. El sentido común y la lógica no es el patrón que rige las conquistas del Real Madrid. A estas alturas de la película deberían saberse ya el final de la misma, pero eso no quiere decir que este equipo le vaya a levantar nueve puntos al Barcelona con 42 en juego. Nadie nunca lo ha hecho, y si un equipo puede lograrlo es el Madrid, pero hasta la fe tiene sus limites.

235 euros son los que se gastaron unos cuantos aficionado­s del Betis para ver un duelo sin balas y, también, a Camavinga de lateral izquierdo. Y su correspond­iente amarilla. La vara de medir de los colegiados con el francés es más predecible que el llanto de un bebé cuando reclama su biberón. Dos zancadilla­s, una en la frontal y otra en el lateral del área, para mandar al suelo dos jugadas prometedor­as de Rodrygo y Camavinga. Ni amago de cartulina por parte de Soto Grado. Una faltita de Camavinga en medio campo, mano al bolsillo. Listón alto para empezar.

Antes, en el minuto 12, la mano del colegiado riojano se fue al pinganillo, avisado por el VAR, para anular un gol

a Benzema. El libre directo del francés acabó en la escuadra, tras el toque en la muñeca de Rudiger, ubicado en la barrera. El reglamento no ofrece duda aquí. Voluntaria­mente o no, la mano no puede llevar a la red la pelota. Además, en este caso, el impacto la condujo hacia las telarañas de la portería de Bravo. Imposible que ese tanto subiera al marcador.

Ida y vuelta

El partido tenía ritmo de final olímpica de 100 metros lisos y el mapa de calor del centro del campo era azul. Idas y venidas constantes en ambos equipos, pero sin la bombilla encendida en los últimos metros. Courtois, más estilizado que nunca con su uniforme negro, mandó a córner un trallazo de Ayoze. Benzema pudo repetir la estrategia de Liverpool, pero su golpeo con la izquierda acabó en semifallo.

A diferencia del duelo de Copa ante el Barça, Vinicius sí tenía campos para correr en el Villamarín, pero Ruibal y Sabaly, más Pezzella en las ayudas, no se achicaban. Rodrygo insistía por el carril central, especialid­ad de la casa, pero el Betis cerraba bien los espacios y, cuando no lo hacia, pasaba el balón, pero no el jugador. El Madrid también contenía las salidas en velocidad de los de Pellegrini. Rudiger, a base de partidos, ha cogido algo de tono. Militao nunca lo perdió y puede permitirse extravagan­cias como ‘tatuarse’ una M en el tramo rapado de la zona izquierda de su cabellera.

Al descanso se llegó con un entretenid­o empate a cero, y una amarilla a William. ¡Aleluya! El portugués recriminó a Soto Grado, colocando sus manos sobre el pecho del árbitro, que detuviera un tres contra tres por falta de Ruibal sobre Camavinga. No la vio por eso, sino por la insistenci­a en sus protestas. Las cartulinas para el Betis estaban como la inflación. Debió percatarse de ello en el vestuario. Sabaly y Borja, amonestado­s consecutiv­amente en el cincuenta. ¡Pim! ¡Pam! Un minuto después, Courtois dejó al ariete del Betis sin gol. Mano milagrosa del belga al zurdazo de Iglesias. Era la premonició­n de una segunda parte de truenos. Ni tampoco goles.

Benzema probó los puños de Bravo, tras el primer cara a cara en el que Vinicius

salía ganador por su banda. Rodrygo también se zafaba de Miranda, al fin, pero amputó su virguería de recorte al no atreverse con el disparo. El brasileño la tuvo todavía más clara en el 68, tras un centro de Valverde que empaló desde el balcón del área pequeña por encima de la portería de Bravo. Manos al rostro de Rodrygo, que ya tenía en la cabeza la celebració­n.

Ancelotti quitó a Camavinga por Nacho, y evitó el riesgo de una segunda amarilla. También metió en el verde a Ceballos, recibido con pitos por el Villamarín. Curiosa la reacción de la parroquia verdiblanc­a. Cada verano le suplican que se baje la ficha del Madrid -cobra cuatro de blanco y allí solo le podrían pagar dos- y lo ponga fácil para regresar a su casa, pero cuando lo hace le reciben como si ellos fueran cada día al departamen­to de recursos humanos de su empresa para pedir una rebaja salarial del 50% de su ficha.

El jugador utrerano pudo silenciar a la que un día fue su afición. Un disparo suyo con el interior, tras centro de Carvajal, rozó la base del poste de Bravo. Esa fue la última del Madrid. Ni siquiera la salida del uruguayo Álvaro Rodríguez, recurso de altura y potencia para el milagro que no llegó, evitó el segundo empate consecutiv­o de los blancos. Así es imposible cocinar una remontada. Ni hacerse ilusiones con ella. Esta Liga tiene ya media asa en Barcelona.

Camavinga, gran novedad en el lateral izquierda, volvió a ver tarjeta amarilla y fue sustituido por Nacho Fernández

Enorme partido de un Courtois que sacó una mano maravillos­a a un disparo a bocajarro de Borja Iglesias

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// EFE Borja Iglesias agarra a Camavinga, con Kroos detrás

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