Cantos de cisne
La diversidad de seres vivos que albergan los humedales es mayor que la de su entorno
Que los humedales son entornos ecológicamente complejos de un altísimo interés medioambiental es hoy unánimemente aceptado. La diversidad de seres vivos que albergan estos ecosistemas es infinitamente mayor que la de sus entornos inmediatos, más en un país seco como el nuestro.
Sin embargo, esta certeza no siempre fue entendida y, durante muchas décadas, la mentalidad pragmática de antaño consideraba las zonas palustres improductivas y se animaba, con exenciones fiscales, a drenarlas, amparando estas actuaciones con la promulgación de la Ley Cambó de desecación de lagunas, marismas y terrenos pantanosos de 1918, con lo que desaparecieron inmensos y emblemáticos humedales como la Nava, Antela o la Janda, además de muchos otros más pequeños.
En aquel entonces solo unos pocos ecólogos, ornitólogos, cazadores, naturalistas… —lo que venía a ser en esencia la misma cosa— ya valoraban estos espacios como dinamizadores medioambientales antes que rentablemente económicos y entendían que las reservas de caza, tanto públicas como privadas, eran la mejor alternativa para su protección.
Este modelo de gestión cinegética funcionó y preservó unos cuantos humedales que hoy son un orgullo de nuestro patrimonio natural.
Pero el progreso ha demostrado ser un mal enemigo para la naturaleza y aunque la Ley Cambó fue revocada por la entrada en vigor de la Ley de Aguas de 1985, la desecación de acuíferos sigue en marcha y el argumento económico y de productividad sigue marcando la pauta, al tiempo que las opciones cinegéticas merman cada día.
En la actualidad los cazadores recurrimos también con frecuencia al dinero que mueve este sector para defenderlo, quizás porque la caza tiende a ser más comercial y resulta cada vez más difícil argumentar que sigue vigente la motivación del auténtico cazador naturalista de preservar en un estado salvaje la fauna y sus hábitats, mientras las posibilidades de cazar estas especies en estos entornos son cada vez menos, y modelos de caza éticos y conservacionistas como el de acuáticas desaparecen sin remedio, de seguir así, junto a los humedales a los que ayudó a sobrevivir antaño.