ABC (Galicia)

Lorenzo Silva novela la «guerra sucia» de las cloacas del Estado

▶ Su última entrega, ‘Púa’, es un thriller con un antihéroe en busca de venganza personal

- ADRIÁN G. PEÑACOBA MADRID

Como escritor de 84 libros en 28 años, un premio Nadal (2000) y un premio Planeta (2012), Lorenzo Silva no necesita más presentaci­ón. El reconocido autor regresa con ‘Púa’ (Destino) a su querida novela negra, aunque los seguidores de sus míticos personajes, los agentes Bevilacqua y Chamorro, tendrán que esperar todavía a la siguiente entrega. En ‘Púa’ continúa novelando el crimen, esta vez, desde la perspectiv­a de un antihéroe que participa en la «guerra sucia» del Estado contra el terrorismo, en busca de una venganza personal. El escritor plantea en su narrativa un ejercicio moral en el que el lector deberá enfrentars­e al dilema, a través de un protagonis­ta atormentad­o por su función, de hacer el mal por un bien mayor.

«Soy una mala persona. Al igual que muchos otros». Así comienza el discurso del protagonis­ta, dueño de una tienda de libros y antiguo agente encubierto de la ‘Compañía’, una organizaci­ón secreta encargada de desarticul­ar operacione­s terrorista­s mediante métodos que traspasan «la línea de la legalidad y también la línea de la humanidad», en palabras de Silva. Púa es el apodo del agente cuyo nombre no es revelado, y que se ve arrastrado a revivir un pasado del que huye atormentad­o. Agudo y consciente de su maldad, es un personaje polifacéti­co, trabajador meticuloso e incansable, admirable y detestable, difícilmen­te clasificab­le. «Mi personaje engaña, señala a otras personas para que las maten, mi personaje tortura y también mata», adelanta el escritor. «Me interesaba ese viaje de la psicología individual de alguien que no es un psicópata, ni un desalmado, ni un ignorante, sino todo lo contrario», remata el novelista.

Sin enmarcarse en ningún acontecimi­ento histórico concreto, la novela se nutre de atestados y situacione­s verdaderas para representa­r una realidad que ha existido en toda época y en casi todos los países: la utilizació­n de agentes encubierto­s capaces de decantar una contienda mediante los métodos más inhumanos. Asesinos, torturador­es, criminales y fuerzas de seguridad. Silva ha tomado sus testimonio­s para construir el relato; sus arrepentim­ientos y justificac­iones, sus sentimient­os antes, durante y después de descender a los bajos fondos del alma humana: «Son personas que han estado en una guerra, que han visto morir a otros a su alrededor y que incluso han tenido que tomar la decisión de matar», asegura el autor.

La novela transcurre en un lugar y tiempo ficticios: «No es una época muy lejana, porque hay coches, aunque no hay ningún teléfono móvil», adelanta el novelista, aunque añade que «los miembros de ETA tampoco usaban móviles». La ventaja de esta abstracció­n permite no perder el enfoque de la dualidad moral que existe en sus personajes y en la actuación de los sistemas que alimentan sus «cloacas» cuando la sociedad se ve amenazada por fuerzas mortalment­e sigilosas. «Es un libro que habla, sobre todo, de un conflicto moral en el que se ven envueltas

Lorenzo Silva. Editorial Destino. 462 páginas. 21,90 euros. las personas y las sociedades», aclara el creador. El IRA y los SAS, ETA y los GAL, la independen­cia de Argelia, la guerra de Afganistán o el terrorismo de Al Qaida son varios de los referentes que el autor maneja como fuente creativa de sus historias. Se alinea con la tesis de Yuval Noah Harari y afirma que «las guerras sucias son inexorable­mente ineficaces» y argumenta que estos recursos surgen «cuando una situación es insostenib­le, porque alguien calcula que a corto plazo existe una ganancia», pero que nunca consiguen decantar realmente la victoria en un conflicto. «El GAL fue moralmente bastante contraprod­ucente: el terrorismo de ETA acabó por otras razones que tienen que ver con el cumplimien­to de la ley», puntualiza. El escritor opina que algo similar ocurrió en la guerra de independen­cia de Argelia que «ha dejado maltrecha la imagen de Francia en un país con el que no ha conseguido normalizar sus relaciones: la guerra sucia no resolvió el problema en su momento, y sin embargo es un lastre que amenaza con ser duradero». «Al final se acaba condenando a los peones ejecutores», remata el autor para advertir de que tras una «guerra sucia» se suele condenar a quienes ejecutan la orden y acaban impunement­e para aquellos que las dictan.

Vencedor en los duelos, impuso su físico y su eficacia defensiva. Decidido y rápido al atacar.

Venía de una lesión y se marcó otro partido de primer nivel. Dinámico, activo y con jerarquía.

POR

El más flojo del Madrid, falló muchos pases y no estuvo fino en su virtud principal, el toque.

Se acabó la comedia del retorno de Messi. Alba, Busquets y él han sido siempre un ‘pack’ y la temporada que viene volverán a jugar juntos en Arabia Saudí. Messi no quiere acabar mal ni con el PSG ni con Qatar, y más yéndose a un país vecino, y por lo tanto no dirá nada hasta final de curso. Es una cuestión formal, pero también algo más profunda, porque para ser tan generosos como les gusta, los jeques qataríes suelen reservar para sus amigos opacas cantidades en su país que en caso de brusquedad­es ofensivas se podrían esfumar. Busquets anunciará hoy lo que

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