ABC (Galicia)

Resolver el mundo desde Las Ventas por San Isidro

▶ Famosos en los tendidos, debates políticos y un coso dispuesto a festejar

- LUIS YBARRA MADRID

El aguacero ha manchado las conversaci­ones, pero no los capotes. Se pasean por la barrera unos tangos del Turronero: «Seguidas vienen las lluvias». También estas bulerías: «Ole tu ‘mare’/qué despacito torea/José María Manzanares», aunque otros días. Las expectativ­as le llevan la contraria al cielo. Están altas y claras. Unos comentan lo pinturero de Leo Valadez. Otros, la gravedad de la cogida a Espada. Su temprana valentía tras el revolcón. Los incombusti­bles, sin embargo, atienden al porvenir, porque la suerte siempre es a futuro, nunca a toro pasado: Roca Rey, Emilio de Justo y el matador de Alicante como los envites más inmediatos.

A estas alturas de San Isidro existen diferentes tipologías de resfriados que se evidencian entre vítores y quejas. Quien el martes disfrutó bien mojadadito de la faena, danzó desde una de las terrazas y se vio sorprendid­o por una brisa gélida inmediatam­ente después, al jueves llegó con la garganta disfrazada de cenicero público: «¡Ahí no hay toro!», exclama quien casi no es persona. «Esa res es un pastorsito», me comenta al oído un periodista colombiano, que se lamenta, también, de la persecució­n política que sufre la tauromaqui­a en su país: «¡Peor que aquí!», ríe. Francisco Santos, exvicepres­idente de Colombia, confirma la situación en lo que deglute y reparte chuches. Estuvo ocho meses secuestrad­o por Pablo Escobar, algo que saca a la palestra como contraste de su actual alegría: «Búscalo. García Márquez escribió un libro: ‘Noticia de un secuestro’». Habla siguiendo el ritmo de la música con las palmas: «De España me encantan los chotis. ¡Este es mi ambiente!».

Los tendidos son lugares excelentes para negar el cambio climático y defenderlo. Apuntar al candidato más oportuno para las elecciones, explicar al torero lo que ha de hacer e ir resolviend­o el mundo con ligereza. Se comenta como se torea: con naturalida­d. Además, gozando de la perspectiv­a que permite esta distancia, desde la que uno ni se unta en sangre ni toma decisiones políticas. Decir tonterías entre amigos es un ejercicio de libertad. Aquí la expresivid­ad es total, ya sea a través de un grito dirigido a Ayuso o en una proposició­n de bravura: «¡Arrímate, Manzanares!».

La plaza canta. Es cruel y amable. Se arranca a jalear cuando Justo recibe al segundo y clama respeto al tendido siete. Todo parece un ejercicio ancestral de democracia en el que el espectador pregona su voto tanto para dar la oreja como para mostrar disconform­idad. Diría que mayor poder de decisión tienen unos aficionado­s con pañuelos dentro del coso que en la urnas con un electorado superior a los cinco millones de personas en la comunidad madrileña. El toreo es libertad hasta el fin de sus consecuenc­ias. La guadaña en unos pitones que cercan la gloria y el sol junto a la sombra como prueba de los dos lados que tiene una montera. La vida y la muerte al vuelo. Eso es el toreo: el todo tentando la nada mientras miles de almas jóvenes dicen «uf» en una bernadina de Roca Rey. Entre ellas, la de Victoria Federica. «Lo único que tiene que hacer es torear bien, macho», resuelve uno. La de gente que hay en el mundo, pensamos en silencio el resto.

El dirigente reconoció su error en el modo de interactua­r con Vinicius, como ya lo había hecho el martes a ESPN Brasil, desveló que no ha hablado con Vinicius ni con nadie de su entorno desde el domingo y cree convenient­e que sea así hasta que todo se calme: «El verano de 2019, tras el primer año de Vinicius en el Real Madrid, que no fue muy bueno y que incluso llegó a jugar con el Castilla al principio de temporada, me preguntaro­n en un evento de un patrocinad­or quién creía que sustituirí­a a Messi como imagen de LaLiga. Y dije Vinicius. Siempre he pensado que es un jugador diferente, especial. Estoy casi convencido de que será Balón de Oro. Es un activo muy importante para el Madrid y para LaLiga, claro».

Para Tebas es inadmisibl­e acusar al

Mouctar Diakhaby, futbolista francoguin­eano del Valencia, se negó a posar ayer con el resto de su equipo, con los jugadores del Mallorca y con los árbitros detrás de la pancarta con la que comenzaron todos los partidos de la jornada 36 de Liga en Primera división. Una lona con el lema ‘Racistas, fuera del fútbol’ bajo la que el mundo del fútbol quiso unirse tras los insultos recibidos por Vinicius el pasado domingo en el estadio de Mestalla.

El defensa valenciani­sta, que la pasada campaña denunció un episodio racista durante un encuentro ante el Cádiz, prefirió separarse para situarse varios metros detrás del grupo mientras se procedía a la foto protocolar­ia. Una, en apariencia, medida de protesta por lo que vivió en el pasado.

El central denunció la pasada temporada haber sufrido un insulto racista por parte de Juan Cala, defensa del Cádiz, lo que provocó que su equipo llegara incluso a retirarse del terreno de juego. El Valencia, sin embargo, acababa regresando al campo al ser advertido desde LaLiga de que esa retirada del césped del Nuevo Mirandilla supondría la pérdida de los tres puntos en juego.

Tras ese encuentro, LaLiga abrió una investigac­ión, pero acabó cerrándose por falta de pruebas. Una decisión ante la que Diakhaby siempre se mostró en contra, insistiend­o en que fue objeto de un insulto racista por parte del defensor cadista.

Diakhaby mostró su apoyo a Vinicius tras el incidente en Mestalla y ha reclamado a su club una fuerte sanción para los implicados en los insultos al delantero del Real Madrid, una petición que realizó después de que Cala entrara en la polémica a través de sus redes sociales con un mensaje en que aseguraba que «solo el tiempo pone a cada payaso en su sitio».

Con su gesto, Diakhaby pareció querer mostrar que no ha olvidado su incidente y que su denuncia no tuvo el mismo eco, repercusió­n y respuesta que la de Vinicius.

«Hemos contactado nosotros con nuestros patrocinad­ores. Hemos sido proactivos y les hemos explicado qué hacemos y hemos hecho contra el racismo. Son campañas y hechos, y esto no es cosmética, sino remangarte e ir a los juzgados, como en este último caso de los aficionado­s del Frente Atlético, en los que hemos logrado la orden de alejamient­o de todos los campos, no solo del Bernabéu y el Metropolit­ano. En todos los casos, no solo en este, hemos ido solos, sin nadie, ni siquiera el Real Madrid», contó Tebas, que no quiso ir más allá sobre el papel del club blanco en todo este asunto.

No era el momento. El presidente de LaLiga puso el foco en lo que debía hacerlo ayer: «Espero que todo esto no disminuya las ganas al deportista negro, ni de cualquier raza, de venir a España. Los protegemos y lo seguiremos haciendo en el ámbito de su profesión y fuera del ámbito de la profesión».

Arde el ninot de Vinicius y, al calorcito de las brasas, los maestros falleros del pero hacen su agosto: «Le han llamado mono, sí, pero…» Y, con el racismo no hay peros ni peras que valgan ni existe tampoco matiz alguno, que es para lo que sirve esa conjunción adversativ­a, o se está contra él o no se está. Fue por cosas así que la eligieron hace poco como la palabra más fea del mundo, porque distrae la atención de lo esencial y a veces justifica comportami­entos abyectos: Vale, a Vinicius le llaman mono hijo de puta, pero, ¿por qué no se lo llaman también a Tchouaméni, que es aún más negro? Oigo estas patochadas y me viene a la cabeza el ‘Big Daddy’ de ‘Django desencaden­ado’. Es como si el supremacis­ta de provincias sugiriera desde el porche de su plantación de algodón que, mientras que a Rudiger se le puede soltar la correa por el campo, a Vinicius conviene atarlo en corto, no vaya a ser que le pegue un mordisco a Miss Lara Lee durante su paseo matutino por la Malvarrosa.

Y hablando de mordiscos. Con su gesto del otro día en Mestalla señalando a ese fan del Ku Klux Klan, Vinicius, que debutó en el fútbol español recibiendo uno en la cabeza, acaba de pegarle otro bocado, y bien gordo, al sueño húmedo de Rubiales de organizar aquí un Mundial. Debe ser por eso que, y quién sabe si para celebrar también el Día de la tortuga, el ministerio del Interior capturó de repente a unos ultras del Atleti por colgar de un puente hace cuatro meses (¡cuatro!) un muñeco de Vinicius, el Comité Técnico de Árbitros jubiló a seis de una tacada y Competició­n dejó sin efecto la expulsión del delantero del Madrid: están fingiendo el orgasmo, como Apolonia Lapiedra.

Hasta el Cristo Redentor se apagó en honor de Vinicius. Su vídeo de los insultos racistas a Roberto Carlos de hace 30 años que deja a Guardiola con el tafanario al aire lleva ya no sé cuántos millones de visitas. El pobre Vini, el chico de los memes, el futbolista al que era lícito golpear en Segunda B porque había costado 45 millones, ese mismo Vinicius se nos ha revelado como un hombre de carácter indomable que acaba de ponernos a todos de cara a la pared. El otro día, en El Primer Palo, le aconsejé que se fuera por su bien. Hoy, aquí, en el Segundo, le exijo que siga señalando con el dedo a los fariseos del pero, sepulcros blanqueado­s. Eso y, por supuesto, que continúe bailando. Aunque saque de sus casillas a ‘Big Daddy’.

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain