Anticorrupción pide juzgar a catorce personas por blanqueo del tráfico de armas
La Fiscalía solicita al juez que procese por organización criminal a la trama de la operación Yakir
La causa que se sigue en la Audiencia Nacional contra los navieros Aleksejs Dircenko y Víctor Murenko por un presunto blanqueo de capitales en España fruto de delitos de tráfico de armas a nivel internacional ha llegado a un punto de inflexión. La Fiscalía Anticorrupción ha pedido al juez Ismael Moreno que procese a 14 individuos y siete sociedades y prepare así el asunto para enviarlo a juicio.
El escrito, al que tuvo acceso ABC, es el colofón a tres años de instrucción judicial que arrancaron cuando los dos principales investigados se vieron las caras en un juzgado de Barcelona. Uno había denunciado al otro por una presunta extorsión. Tirando del hilo del dinero que se reclamaba, los investigadores se toparon con indicios de corrupción y mientras el caso en Barcelona se embarraba con acusaciones dirigidas incluso contra los propios equipos policiales, en Anticorrupción se iban practicando unas diligencias que acabarían apuntando a lo que ahora se dibuja como una organización criminal dedicada al tráfico internacional de armamento que –sostiene el fiscal– habría llegado a dar «apoyo logístico a organizaciones terroristas». Los beneficios, después, afloraban en España a golpe de entramado societario y ladrillo en la costa.
«Durante los años previos a 2008 y hasta por lo menos 2011, el acusado Aleksejs Dircenko dirigía, siendo presidente del grupo naviero Lumar, junto a su lugarteniente Viktor Murenko, que era director de la filial de Lumar en Odessa (Ucrania) y gerente de la sucursal en Barcelona, el transporte marítimo legal de mercancías, todo ello junto a otras actividades ilícitas», dice el escrito de Anticorrupción. Afirma que el «entramado» se mantuvo operativo hasta el año 2011, cuando los dos navieros «se enemistaron y procedieron a actuar cada uno de forma individual conformando un grupo de individuos a sus órdenes y dirección».
De Dircenko, las conclusiones de la Fiscalía le sitúan actuando «de manera concertada» como dirigente de la organización criminal desde Barcelona. Anticorrupción pide que se le procese junto a su presunto lugarteniente, Boris L., y los supuestos responsables
TANQUES Y LADRILLO El origen
Los dos principales investigados fueron socios hasta que acabaron enfrentados. Uno denunció a otro en Barcelona y, siguiendo la pista del dinero, afloraron indicios de corrupción. Las defensas impugnan por eso toda la causa: sostienen que el origen está viciado.
La instrucción
A lo largo de tres años, la Fiscalía Anticorrupción primero y el Juzgado Central de Instrucción número 2 han seguido la pista de las actividades de la naviera en la que ambos fueron socios en el extranjero, detectando incidentes de un presunto tráfico de armas.
El blanqueo
Esos ilícitos serían la fuente de los fondos que, a través de distintas sociedades, habrían aflorado en nuestro país. Más de 7,5 millones de euros que, según la Fiscalía Anticorrupción, constituirían un presunto blanqueo de capitales. Consta una inversión para construir un hotel a pie de playa en Calpe (Alicante).
La causa
La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional puso fin a la investigación al considerar, recurso de los imputados mediante, que no era necesario prorrogar las pesquisas. Ahora, el juez decidirá sobre el procesamiento que pide la Fiscalía. de la pata comercial, Claudio C., y financiera, Sergejs G., respectivamente, de sus actividades. Según el relato del fiscal, entre los cuatro «consiguieron un acuerdo para la venta» de un cargamento de fertilizante rico en nitrato de amonio por 2,1 millones de dólares «a un socio de los talibanes afganos». Consta en las actuaciones el rastro de un «primer pago» de 131.000 euros por la mercancía en una cuenta de Lumar.
En cuanto a Murenko, señala que «con el mismo ‘modus operandi’ se concertó y dirigió la organización criminal de carácter transnacional desde la ciudad de Alicante, junto a otros acusados, en donde algunos crearon sociedades interpuestas en el Reino Unido». Cita a ocho colaboradores que le habrían prestado asesoramiento, ya fuese desde dentro y fuera de España, a fin de que el entramado de empresas derivase en una inversión para la creación de un complejo hostelero en la localidad alicantina de Calpe.
El escrito recoge en un listado una batería de presuntas actividades delictivas de las que emanarían esos fondos y entre las que figura, además de la mencionada venta de fertilizantes, un suceso que tuvo lugar en mayo de 2004 y del que han aflorado indicios durante la investigación.
Se trata del hundimiento del buque Astrida, en el que murieron seis tripulantes. Según obra en el sumario, el siniestro se produjo por colisión con el barco Vladimir, de gran tonelaje, y «la responsabilidad la asumió Murenko para así ocultar los crímenes a Dircenko a cambio del abono de 3,2 millones de euros» en concepto de «una supuesta indemnización por despido».
7,5 millones bajo sospecha
Detalla asimismo el incidente del Faina, un barco asaltado por piratas somalíes cuando transportaba armamento militar pesado desde Odessa (Ucrania) a Mombassa (Kenia) «sin la preceptiva documentación de la ONU». «El encargado de mediar con los piratas para la liberación fue Viktor Murenko, a quién se le atribuyó las funciones de director de la naviera», relata el fiscal, «estando junto a él Vadim Alperin, considerado por numerosas Autoridades como el ‘rey del contrabando’».
Cita igualmente el caso del Mekong Spirit, un barco interceptado en aguas de Grecia cargado también con armamento sin licencia, y fletado por una sociedad de la que participaba Lumar, pero también atribuye a la rama de Dircenko «pagos a los inspectores» para eludir controles sobre la carga de los barcos.
Fruto de esas actividades, la Fiscalía atribuye a Murenko el blanqueo de más de 4,3 millones de euros y a Dircenko, el afloramiento de 3,2 millones de dólares desde paraísos fiscales.
Las defensas de ambos, que vienen recurriendo cada decisión del instructor, sostienen que eran beneficios de un negocio lícito que consistía en alquilar barcos a terceros.