España ya tiene un agujero digital de 120.400 vacantes sin cubrir
▶El desajuste entre oferta y demanda en el mercado laboral se extiende a todas las actividades económicas ▶Sólo en el sector servicios, el año pasado se quedaron en el limbo 128.240 puestos de trabajo Puestos de trabajo no cubiertos
España roza los 2,8 millones de parados pero cada año quedan vacantes miles de puestos de trabajo ¿Qué está ocurriendo? En algunos casos la causa es la falta de formación; en otros, el escaso atractivo de las ocupaciones, bien por sus salarios, por sus interminables jornadas o por la escasa flexibilidad. Por unos motivos o por otros, el desajuste entre la oferta y la demanda afecta al grueso de las actividades en el mercado de trabajo, que sigue creando empleo a velocidad de crucero, pero no sabe responder a las demandas de las empresas. Existe una brecha digital de más de 140.400 puestos sin cubrir, pero también faltan camareros, personal en los hoteles, albañiles, teleoperadores, instaladores y mozos. Sólo en el sector servicios se quedaron en el limbo 128.240 empleos en 2022.
Las alarmas se han encendido en el caso de los puestos de alto valor añadido. La pandemia ha acelerado la hoja de ruta de las empresas hacia la digitalización, lo que ha generado un fuerte aumento de la demanda de talento tecnológico en el mundo. Una tendencia que ha provocado que, por ejemplo, en España, el 82% de las empresas del sector TIC no encuentre las personas adecuadas para cubrir los puestos que ofrecen. Es la mayor escasez de talento que se ha producido en los últimos 16 años, según apunta ManpowerGroup en unos de sus últimos informes sobre proyección del empleo.
La Unión Europea calcula que la demanda de perfiles digitales crece a un ritmo del 4% al año en el Viejo Continente, pero los datos reflejan que la oferta de profesionales sigue siendo insuficiente para satisfacer las necesidades de las empresas, especialmente en sectores como la robótica, la inteligencia artificial, la economía de datos y la ciberseguridad. Una tendencia que, de mantenerse, podría poner en peligro el crecimiento del sector digital europeo, según un informe de la Fundación Telefónica.
La revolución tecnológica avanza a un ritmo vertiginoso y está transformando el trabajo, y España debe dar un salto de gigante si no quiere perder el tren digital. Más de 120.400 vacantes quedaron sin cubrir en la industria digital el pasado año, según los datos de la patronal DigitalES, que reúne a las principales empresas del sector de la transformación digital. En el mercado faltan desarrolladores de software, expertos en telecomunicaciones, en ciberseguridad, en ‘big data’, en inteligencia artificial, en realidad virtual y en robótica.
Uno de los sectores afectados es el de la logística, en el que escasea el personal para cubrir puestos, tanto en almacenes, como perfiles técnicos intermedios e incluso transportistas, explica a ABC Francisco Aranda, presidente de la patronal logística UNO, y avisa: «Esta situación supone un freno para el avance del sector y su transformación digital».
Sostiene Aranda que la logística está cambiando hacia modelos de negocio con usos intensivos de nuevas tecnologías en todos sus procesos, lo que requiere un personal más cualificado y con nuevas habilidades. «Somos un sector tecnológico. De hecho, ya somos el tercer sector económico que más utiliza el ‘big data’, porque es fundamental para poder predecir el comportamiento de la demanda», dice.
Según el presidente de UNO, «los almacenes caminan hacia procesos de automatización y uso de robótica. Por lo tanto, se necesitan perfiles con nuevas capacidades en todos los niveles, y para ello son clave aquellos que tienen formación profesional si lo que queremos es un sector de valor añadido». Relata que, por ejemplo, llegar a conductor es complejo por la carga burocrática, y que contar con todas las homologaciones tiene un coste que supera los seis mil euros, una cifra que no es apta para el bolsillo de los jóvenes. «Sería muy importante –dice– que
Sector privado
Total se pusiera en marcha una formación profesional para conductores subvencionada».
Concluye que la logística ha demostrado un gran dinamismo en el empleo, que el pasado año fue el tercer sector con más trabajadores y que este ejercicio no bajará del millón, motivo por el que «no tiene sentido que haya más de tres millones de parados al tiempo que hay sectores económicos donde es muy complejo encontrar personal. Necesitamos que se fomente el empleo, que es lo que aporta libertad a los individuos, y no los subsidios que generan dependencias».
La patronal de la industria digital avisa en su informe sobre la ‘Radiografía de las vacantes en el sector tecnológico’ que el déficit de especialistas TIC se ha agravado rápidamente en los últimos dos años. La economía demanda talento y la patronal apun
Ese acerca a la Presidencia de la UE con la reputación por los suelos. Lo único que nos faltaba es que fuera de nuestras fronteras se perciba a nuestro país como una nación racista y con un sistema electoral podrido. Ambas cosas precipitadas en la misma semana. El caso es que la marca España se está quedando a la altura del betún por obra y gracia de una corriente de inmorales para los que el fin justifica los medios y ahí, al fin, nos conducen. Es tal la correlación de sucesos estremecedores acontecidos en los últimos días que una dobla hoy el cabo de Hornos electoral con la sensación de encontrarse en las letrinas de una república bolivariana, comandada por el Grupo de
¿Alguien se imagina qué habría sucedido en las calles de haber sido cosa del PP –no digo ya de Vox– escándalos como detenciones por compra de votos, raptos para tapar escándalos electorales o el propio cuestionamiento de nuestro sistema electoral? Mejor no pensarlo mucho. Es la forma de entender el mundo pasándolo por la túrmix de la desvergüenza.
Sobre esa idea maestra han escrito el sanchismo y sus secuaces las normas de Buen
de su España diversa y neuroasténica. Si con tres líneas de una sentencia interesada montaron toda una moción de censura para tumbar un gobierno, desarrollen la gravedad del momento y calculen qué estaría diciendo ahora Pedro Sánchez y su corifeo de tente mientras cobro. Y mientras se deconstruía la reputación de España y la policía judicial no daba abasto a hacer su trabajo, a la chita callando proseguía –con prisa y sin pausa– el asalto de las empresas. Mojácar –siempre Mojácar– era el dedo que apuntaba a la Luna: Indra ha caído en el saco esta misma semana al mismo tiempo que su último mohicano independiente alertaba a la
CNMV de las presiones para nombrar al nuevo CEO, y el consejo de administración cambiaba también a toda prisa los estatutos sociales de la compañía estratégica para aumentar el número de consejeros en una suerte de ‘una para ti y otra para mí’.
Pues... lo que necesitaba
España no era un plan Marshall para recuperar los niveles preCovid, sino un ‘Plan de Estabilización moral’ para reconstruir una forma de conducta vital basada en el cinismo, la hipocresía y el no hagas lo que yo hago sino lo que yo te diga. Porque resulta también que para que la CNMV de Rodrigo Buenaventura siga comulgando con ruedas de molino y dar por bueno el ‘gobierno decorativo’ en Indra se ha procedido a retorcer la gobernanza de la compañía aumentando el número de administradores hasta alcanzar el equilibrio interno deseado. Y así, con aproximaciones indirectas que habrían hecho las delicias del historiador y periodista británico Basil Liddell Hart, se intentan compensar las pérdidas en unas empresas con las ganancias en otras. Todo tan cristalino como el proceso que se avecina sobre la hipotética escisión de Indra. Lo de menos es si resulta conveniente o no para el accionista. Lo de más es que sobre su inversión cautiva se compensen intereses vicarios y poco declarables. Al final, el sanchismo puede que sea solo eso, un gran teatrillo donde mientras los escándalos se amontonan y se da de sí la capacidad de tolerancia de la audiencia, unos cuantos aprovechados te guindan la cartera y te okupan el sentido común sin despeinarse.
Por un lado, el movimiento sanchista ataca a todo gran empresario que se precie, a los que tacha con sus medidas y comentarios indirectamente (bueno, algunas veces más directamente que indirecta) de capitalistas desorejados que van a la suya –recuerden las palabras contra Ana Botín, Ignacio Galán, Juan Roig, Amancio Ortega, Rafael del Pino...–, y por otro interviene todos los sectores productivos de la economía como una mancha de aceite tras haber inoculado, paralelamente, el virus del PSC en las empresas del cinturón semipúblico con el gambito de dama de los consejeros ‘independientes’ y ‘otros externos’. Anoten, o recuerden, Aena, Correos, Renfe, la manida Indra... hasta la propia Sepi de la que cuelgan algunas de ellas. En una semana ahora en la que las denuncias por fraude en el voto por correo han enfangado el final de la campaña electoral tanto como a la propia compañía pública de servicio postal, a la que Competencia no ha dudado exigir que cambie su contabilidad y corrija sus cuentas desde 2016... ¿Y de quién depende Correos? Pues eso.
En definitiva, lo que Sánchez necesita ahora –y busca, no lo duden, eso de la autocrítica ni sabe lo que es ni se espera que lo sepa en su vida– es una víctima propiciatoria para encalomarle la compra de votos. Ya no funciona ni la pandemia, ni la guerra, ni el volcán, ni Putin, ni el parón del núcleo de la tierra. Se le está complicando la cosa a él y a los suyos. Y por tormentoso que parezca con las elecciones autonómicas y municipales en el plazo de unas horas, será solo un aperitivo comparado con la violenta DANA que se nos viene encima para las generales, porque la oposición debe terminar de entender que enfrente tiene un rival con siete caras, que nunca se conforma con lo que hay y que va a la desesperada, con casi nada que perder y todo por asaltar. Luego si se ha de marchar, al que venga no le bastará con ganar sino que deberá recuperar lo que se han llevado por anticipado. Y eso, créanme, es harina de otro costal. Todos a votar. Con v o con b. Allá cada cual.