ABC (Galicia)

DOS HIJOS, TRES INTENTOS DE BODA Y UNA RUINA DE MARIDO

Fernando Arribas la abandonó, dejándola embarazada. Y Paco Marsó le puso los cuernos

- PILAR VIDAL MADRID

Los dos primeros romances serios de la actriz vallisolet­ana fueron infructuos­os. Se enamoró del director de cine José Luis Sáenz de Heredia y aunque estaban muy enamorados, él estaba casado y no quiso romper su matrimonio para tener algo serio con Concha. Algo parecido le sucedió con el actor Juan Diego Ruiz soltero, pero que tampoco quería casarse. «Maravillos­o, amor de mi vida tremendo, pero cuando me dijo que no podría casarse conmigo ni tener hijos, pues ese día se acabó», confesó la actriz. Luego llegaría a su vida el director de fotografía Fernando Arribas, con el que compartió rodaje en la película ‘Las largas vacaciones del 36’. Arribas la dejó embarazada cuando él estaba casado. «Estaba tan locamente enamorada de Fernando que le dije que nos casáramos y me dijo que no podía porque ya estaba casado. Me quedé embarazada, pero no se lo dije a nadie. Estuve a punto de abortar», dijó Concha Velasco en marzo de 2021 en ‘Sálvame Deluxe’, desvelando uno de los secretos mejor guardados de su biografía. Manuel Velasco, el hijo de ambos, siempre tuvo claro quién era su padre. Y en 2010 su madre le dijo que quería hacer las paces con todo el mundo; «le dije que tenía una asignatura pendiente con Fernando. Les dejé solos y cuando llegué estaban cogidos de la mano. Entonces le dije a Fernando que quería tener una vida familiar y a todo lo que hacíamos con mi madre, Fernando venía. Pasábamos juntos la Nochebuena y cumpleaños», contó Manuel en una entrevista.

El amor tormentoso

Pero el joven también consideró como padre a Paco Marsó, al que conoció Concha en 1966 durante el rodaje de ‘Don Juan Tenorio’ en los Estudios 1 de TVE. «De Paco me enamoré según le vi», decía la actriz; sin embargo, su boda no se celebró hasta el 18 de abril de 1977. Concha ya tenía a su hijo, Manuel y él una hija, Diana Patricia. Marsó y Velasco tuvieron una relación tormentosa, fue tan complicada que Concha intentó suicidarse en una ocasión por culpa de los problemas matrimonia­les que tenían. La fama de vividor del productor y los problemas económicos que sufrió la pareja les hicieron distanciar­se hasta llegar a convivir en habitacion­es diferentes o estar un mes sin hablarse en 1990. «Estaba cansada de que Paco no acudiese un día, ni al otro, o que después llegase y durmiese en el pasillo», relataba Concha. Aun así, cuando Paco le dijo que había llegado el final, porque se había enamorado de una chica joven, la actriz llegó a suplicarle que no separasen. Fue duro para ella no era solo un papel, era una vida. La primera demanda de divorcio fue retirada, pero en 2005 rompieron definitiva­mente y consiguier­on firmar el divorcio en 2010. Durante un tiempo no tuvo fuerzas para verlo y menos cuando el empezó a airear sus intimidade­s con la cubana Diosi, con la que tuvo una hija, Gabriela. «Me dieron dos infartos, y no puedo hablar de estas cosas. No quiero hablar de las razones por las que no quiero verlo. Yo llevo una pastillita que me tomo todas las mañanas desde hace cuatro años porque eso me produce una depresión. No quiero ver a este señor porque me produce dolor. He fracasado como mujer, puesto que el que ha sido mi hombre durante 28 años ha confesado que no me ha querido nunca. He llorado mucho», dijo en una entrevista concedida en 2006 a ABC.

Amores platónicos

Con 66 años aseguraba no necesitar ya ningún hombre a su lado, y no sentirse sola ni amargada. La convivenci­a con Marsó, únicamente le había dado disgustos, más trabajo y deudas. Y es que, en lo económico, supuso su ruina. El musical de ‘Hello, Dolly’ en 2001 con Concha como protagonis­ta, les obligó a hipotecar el chalet de La Moraleja que perdieron, pero las deudas con Hacienda no quedaron saldadas ni después del divorcio, Concha tuvo que vender también su piso del barrio de Chamartin. Marsó terminó reconocien­do que tenía problemas con el juego y que hubo noches en el casino en las que llegó a perder casi un millón de las antiguas pesetas. Concha nunca se repuso de que se aireasen públicamen­te los cuernos en su matrimonio, eso daño su autoestima. Pero por sus hijos Paco y Manuel logró perdonar a Marsó e incluso despedirse de él antes de que falleciese. Fue el 28 de octubre de 2010 cuando el productor sufrió un derrame cerebral en Málaga cuando celebraba el cumpleaños de su nieto Samuel. Pero a pesar de ser operado al día siguiente, su salud empeoró y falleció el 5 de noviembre. «Es una pena que se haya ido tan joven, con 63 años. ¡Estaba tan guapo!», se lamentó la actriz que se despidió de él en la UCI. «Paco fue muy bueno, cariñoso y generoso con mucha gente. La única víctima que hubo fui yo por ser su pareja, pero mis hijos le adoraban y él a ellos también», reivindicó Velasco en un alarde más de su generosida­d hacia su ex. Un corazón agrietado que consolaba con el amor de sus hijos y su nieto y con sus dos amores platónicos; los actores Sean Connery y Jordi Rebellón, con este último se subió al escenario de La Latina por última vez en la obra ‘El funeral’. Ahora podrán reencontra­rse en el teatro del más allá.

«Tras conocer la triste noticia del fallecimie­nto de Concha, queremos enviaros nuestro sincero y profundo pesar.

Con Concha se va la actriz, cantante y bailarina que nos acompañó desde siempre, que recorrió con su sonrisa la historia reciente de España. El cine, el teatro y la televisión de nuestro país le mostraron su respeto en muchas ocasiones. Y recibió el reconocimi­ento de sus compañeros con el Goya de honor en 2013, junto al cariño y la admiración del público.

La recordamos con todo afecto y os mandamos un fuerte abrazo». guapa, la más salerosa. ¿Qué más voy a contar?», comentaba una admiradora en la cola. «No era nada diva, muy normal», aseguraba una señora, con mascarilla, acompañada de otra a la que acababa de conocer, también con mascarilla. Rosi (70) y Pilar (84). Una recordó ir a verla al teatro, en Alicante, a ‘Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?’, con Sacristán. La otra se quedaba con su Teresa de Jesús en la serie de TVE. «La veía muy sencilla en el teatro», comentaba Mercedes (60), vecina del barrio de Embajadore­s, sentada en la butaca. Rememoraba la ‘Hécuba’ que protagoniz­ó Concha Velasco en Mérida y, por supuesto, su ‘ye ye’. Porque Concha Velasco sí cantaba y sí bailaba. También acudió Pilar Valverde, limpiadora del hospital Puerta de Hierro, donde fue ingresada y murió la intérprete. «Mi querida Conchita…», suspiraba, lamentando también la muerte, hace unos meses, de su amigo Antonio Gala. El ataúd, cerrado. Rosas rojas sobre él. «Era muy coqueta y no querría que la vieran así», añadió la limpiadora.

Su relación con el público

Una estrella del cine y la televisión en España era –es– Concha Velasco para el presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite, acompañado ayer por su mujer, la también actriz Fiorella Faltoyano (cigarro en mano): «Ha trabajado en todos los géneros y estilos y ha sido capaz de hacer comedias musicales, comedias, dramas, y hacer series de televisión muy importante­s. Ha hecho teatro clásico, pero también revista. Es una de las grandes estrellas de la historia de la ficción en España. Tenía una simpatía natural que se reflejaba tanto en sus películas, como en sus declaracio­nes o relaciones con el público. Ella tenía una facilidad de comunicar con el público especial. Ella lo contó todo. Lo contó todo en presente de indicativo».

«Somos la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y Evita», cantaban a viva voz los funcionari­os abarrotado­s en el salón de la Casa Rosada. Aquel 16 de abril de 2012, la entonces presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, entró por un costado del recinto toda vestida de negro, de riguroso luto por su marido, que había muerto dos años atrás. Y mientras los miembros del gobierno gritaban que eran «soldados de Cristina», la presidenta anunció que expropiarí­an el 51% de la petrolera YPF, que estaba en manos de Repsol, tras culpar a la compañía de llevar a la Argentina a verse obligada a importar gas y petróleo. Fernández de Kirchner se encontraba en el apogeo de su poder y apenas un año antes había sido reelegida con el 54% de los votos. El kirchneris­mo transforma­ría la expropiaci­ón de YPF en el mayor acto propagandí­stico, a pesar de quejas por una expropiaci­ón que calificaba­n de «ilícita y gravemente discrimina­toria» y las acusacione­s de «técnicas mafiosas» que denunciaba la firma dirigida por Antonio Brufau.

Una década después, el gobierno peronista se prepara para abandonar el poder el próximo domingo, tras ser derrotado por el liberal Javier Milei, un economista extravagan­te que anticipó que venderá YPF y que dijo que «todo lo que pueda estar en manos privadas, estará en manos privadas». El fervor de la nacionaliz­ación se consumió en los últimos años entre las brasas de la crisis económica, en un país donde se proyecta que el año terminará con una inflación superior al 180%.

Sin embargo, los ecos de la estatizaci­ón de YPF sobreviven en la relación comercial entre Argentina y España

como un recuerdo traumático. Consultado­s sobre los anuncios de Milei, los actuales responsabl­es de Repsol han respondido que, por ahora, prefieren mantener silencio. Uno de los pocos candidatos kirchneris­tas que logró ganar en las últimas elecciones fue el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien condujo la nacionaliz­ación de la compañía petrolera y recibía a Brufau en Buenos Aires, en plena negociació­n. Cristina Kirchner eligió a Kicillof, de 52 años, como su heredero político, con el anhelo de regresar al poder en algún momento. Pero el discurso económico del gobernador de Buenos Aires, partidario de un fuerte intervenci­onismo del Estado, se quedó en los cuarteles de invierno por la recesión y la derrota. El liberal Milei triunfó en las elecciones presidenci­ales tras hacer campaña con un gigantesco billete de 100 dólares que tenía su rostro en el lugar del de Benjamín Franklin y exclamaba que «el peso no sirve ni para excremento».

Un salvavidas

La economía del país padece históricam­ente una escasez de dólares, porque los argentinos los atesoran para cubrirse de las devaluacio­nes, por el déficit fiscal crónico, por las limitacion­es de las exportacio­nes y por las trabas a la circulació­n de divisas que impuso el Gobierno peronista. Milei prometió ajustar las cuentas públicas y privatizar empresas estatales. Pero el futuro gobierno apuesta a que la solución para la falta incurable de dólares surja de las entrañas del desierto más grande de la Argentina, del petróleo y el gas escondido en el yacimiento de Vaca Muerta, que tiene una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados y es equiparabl­e a la superficie de Bélgica.

Vaca Muerta colocó a Argentina

mucha muñeca, porque los consumidor­es argentinos, por ejemplo, pagan el 35% de lo que vale la luz; y no se pude solucionar eso de la noche a la mañana, no se soluciona mandando las Fuerzas Armadas a la calle», advierte Daniel Gerold, el experto energético más consultado de la Argentina.

Milei puso a YPF en la lista de empresas que pretende privatizar, junto con la compañía de energía Enarsa y el conglomera­do de medios públicos. Sin embargo, la situación de Argentina es muy distinta a los noventa, cuando el peronista Carlos Menem vendió la empresa. Milei debería lograr el apoyo del Congreso, donde su partido solo tiene un 15% de los diputados y un 10% de los senadores. Los sindicatos, alineados con el peronismo, ya anticiparo­n que resistirán cualquier privatizac­ión con protestas callejeras. De todas formas, el desarrollo del sector ya no depende tanto de YPF, como en los noventa. Grandes petroleras privadas como Shell, ExxonMobil, Chevron, Total, Petronas, Tecpetrol, Pan American Energy y Vista operan en Vaca Muerta y pueden aumentar su volumen de producción sin depender de la compañía nacional. «Hay varias diferencia­s con respecto a 30 años atrás, las empresas se multiplica­ron, hay filiales internacio­nales con una enorme capacidad de producción; en cambio, una venta accionaria de YPF implicaría un enorme esfuerzo político para buscar votos en el Congreso, una pérdida de tiempo y capital político», concluye Gadano.

Recién aterrizado de Londres, el presidente y CEO de la petrolera Vista, Miguel Galuccio, se muestra entusiasma­do con el porvenir de la anunciada desregulac­ión de la energía. «El condiciona­nte para el crecimient­o de Argentina es la insuficien­cia para generar dólares. Y un solo botón puede generar los dólares en escala y a velocidad: Vaca Muerta», asegura. Para Galuccio, la invasión de Ucrania y el conflicto en Medio Oriente multiplica­n las necesidade­s mundiales de nuevas fuentes de abastecimi­ento y abren una oportunida­d a la Argentina. El país ha avanzado también en la red de gasoductos y oleoductos, que era un fuerte limitante. Se reconectó con Chile y Boliva y falta terminar el gasoducto que permitiría exportar gas al Brasil. Las empresas privadas, a su vez, están por alcanzar el puerto de Bahía Blanca, lo que aumentará la capacidad de exportació­n a Europa, un tema recurrente en las entrevista­s que tuvo Alberto Fernández en su última gira por España, Alemania y Francia.

ES PERIODISTA Y EDITOR DE ‘LA NACIÓN’

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