Una casa para folgar
Para practicar gimnasias gozosas recurríamos al chalé o al apartamento playero de esos padres...
El dulce latigazo de la sutilidad nos atrapa cuando descubrimos el perfil psicológico que un pintor nos mostró al retratar a un rey, cuando apenas vimos el bicho Alien en la primera película de la saga dirigida por Ridley Scott, cuando leímos ‘El cuaderno gris’ de Pla y detectamos todo lo que nos contaba entre líneas. La sutilidad marca la diferencia porque nos permite husmear en las bambalinas y porque nos dejaron un hueco que rellenamos añadiendo de nuestra propia cosecha. La sugerencia nos interesa más y mejor que la exposición a lo bruto que nos arrebata cualquier placer camuflado.
Las juventudes de Más Madrid casi han alcanzado las cotas de sutilidad que nos conmueven. Desde luego. Su campaña de «queremos una casa para poder follar» se nos antoja un prodigio de elegancia, delicadeza, ambigüedad y aterciopelada finura. Sólo le encuentro un problemilla, y es que si les conceden, por la cara, naturalmente, un picadero a las mocedades para que puedan cohabitar bajo techo, rompen la tradicional senda de buscavidismo que nos acompaña a esas edades en las cuales nos deslizábamos primerizos y temeroso hacia las humedades de la educación sentimental del lado íntimo. Para practicar gimnasias gozosas recurríamos al chalé o al apartamento playero de esos padres que no acudían el fin de semana, a la angostura de un utilitario que nos obligaba a emprender las contorsiones alambicadas tipo Circo del Sol pero en chapucero, al lóbrego e insalubre reservado de aquellas discotecas de corte macarrón, e incluso a una recoleta y oculta parcela en lo más profundo de un parque público. La juventud implica espabilarse para encontrar un rincón donde jugar al movimiento de la guitarra eléctrica, si incluso les negamos estos morbos primitivos a base de facilidades, saldrán más tontos, será inevitable pues no usarán la imaginación. Teniendo en cuenta que sufren los planes educativos que, desde la Logse, fomentan la burrera, esto sería irreversible. Crearíamos monstruosos alelados, lúbricos y rijosos. Y tampoco es eso.