El supuesto herido en Turquía pidió 75.000 euros a los cazadores por retirar la denuncia
▶ Aunque es «imposible» que le dieran con una bala, tuvieron que llegar a un acuerdo para salir del país
El viaje cinegético de seis amigos y cinco acompañantes en un paraje de Turquía que debía durar cuatro días se convirtió en una pesadilla de un mes retenidos en el país por una denuncia que no dudan en calificar como falsa. Los cazadores españoles aterrizaron en Madrid-Barajas en la madrugada de ayer con final feliz. Mientras se apuran para poner en orden sus respectivos trabajos y disfrutan de la familia y el hogar, asumen con resignación que han podido ser víctimas de una estafa y que no les quedó más remedio que pasar por caja para no eternizar su estancia en el país otomano.
Como ha ido contando ABC, el penúltimo día del viaje, el 3 de febrero, los seis cazadores se colocaron en sus puestos, en una ladera paralela al río Kuruçay, en Boyaca Mah, a la espera de los jabalíes que pretendían abatir. Al principio de la jornada uno de ellos divisó con sus prismáticos a dos hombres jóvenes con sendos rifles y detuvieron la batida hasta que se fueron.
Tres patrullas
Entre media hora y 45 minutos después de reanudar la cacería, se presentaron en el paraje tres patrullas de la policía turca y avisaron de que había un herido por una posible bala perdida. Les extrañó, porque no habían visto nada ni oído ambulancia alguna.
Los testimonios recabados por este diario apuntan a que el herido no sería uno de los dos jóvenes que avistaron –o al menos no en ese momento–, sino un tercero que estaba «a unos dos kilómetros» en un huerto junto a su casa. Las diligencias del juzgado relatan que el joven notó un impacto en la cabeza y comenzó a sangrar. Se supone que una bala le habría rozado y tuvo que permanecer en el hospital cuatro días, según manifestó. «Es imposible. Tiramos con balas explosivas, que estallan cuando tocan el objetivo. Si una de las balas lo hubiera rozado, le arranca el cráneo», relata a este diario uno de los cazadores.
La bala no apareció, por lo que era imposible encontrar el arma de la que habría salido. Además, dos informes policiales establecen «de manera categórica que resulta imposible nuestra participación» y que «la herida era de origen indeterminado», según manifiestan los turistas cinegéticos. Estaban apostados en la parte alta de la ladera y los animales pasaban por el margen del río, de tal forma que los disparos iban de arriba hacia abajo, con las balas erradas enterrándose en el suelo. Pero el herido demandó, lo que se tradujo en la apertura de una
El herido estaba a unos dos kilómetros: «Son balas explosivas, si una lo roza le arranca el cráneo», dice uno de los cazadores